Las fiestas de la Mercè pueden convertirse en el colofón de un verano de macrobotellones en Cataluña. Fuentes policiales consultadas por este medio celebran el refuerzo diseñado por la Consejería de Interior y la concejalía de seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, pero dudan de que la estrategia sirva para contener una escalada de incivismo en las calles. "Todo dependerá de la actitud de los ciudadanos. Si es pacífica, habrá suficientes efectivos. Si es violenta, habrá problemas", señala un interlocutor.
En total, el operativo conjunto de Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana movilizará a 1.005 agentes, un 30% más que en la edición prepandémica de los festejos. Ahora bien, tan solo 467 policías actuarán de noche en la capital catalana, de los cuales no todos estarán desplegados en las calles. Una cantidad que palidece frente a los miles de jóvenes que se han congregado durante los últimos meses para consumir alcohol al aire libre. El fin de semana pasado, cerca de 8.000 personas se congregaron en el campus de la Autónoma para celebrar una fiesta ilegal.
13 zonas rojas
Un portavoz del sindicato USPAC señala a este medio que preocupan especialmente algunas áreas sensibles de la Ciudad Condal. Se trata de 13 zonas rojas de la metrópolis en las que el consistorio ha blindado el acceso mediante cierres perimetrales y reserva previa para controlar el aforo. En estos espacios están desplegados los antidisturbios de los Mossos y de la unidad de refuerzo de emergencias y proximidad (UREP) de Urbana --la remodelada unidad de apoyo policial (USP)--, en previsión de situaciones tensas con los fiesteros. "El Fòrum y el barrio Gótico han sido zonas conflictivas este verano", apunta un mosso.
Estas son la plaza Sant Jaume, La Ciutadella, Moll de la Fusta, plaza Joan Coromines, el Fòrum, el estadio olímpico, el campo de fútbol Vall d’Hebron, los jardines Pla i Armengol, el espacio Fabra i Coats, la plaza mayor de Nou Barris, el parque estación del Nord, la fábrica DAMM y el Teatre Grec --en el anfiteatro ya se han desalojado botellones en el pasado--. En estas localizaciones, una de las principales funciones policiales será prevenir la actuación de los lateros para evitar que el alcohol riegue la vía pública.
El ocio nocturno, 'chapado'
Sin embargo, esta fórmula no despeja todos los interrogantes de los uniformados. "El planteamiento de trabajo es que se pueda realizar un control de la gente acotando los accesos y vigilando las entradas y salidas en determinados puntos. A este propósito se sumará un dispositivo itinerante. Pero no sabemos qué sucederá si se dan situaciones de desmadre como las que hemos visto", explica un agente de la Urbana, que recuerda los ataques contra las fuerzas públicas en otras localidades catalanas.
Otro elemento que preocupa es el efecto llamada que puede suscitar la relajación de algunas restricciones que pesan sobre el ocio nocturno. Tal y como publicó Crónica Global, las patronales ya han advertido de que apenas el 5% de establecimientos se beneficiarán de la reapertura de las terrazas. Una cantidad irrisoria que no servirá, según las principales organizaciones del sector, para absorber la gran cantidad de vecinos que saldrán de fiesta aprovechando el puente.
Sin vigilantes privados
Todavía hay otro aspecto que inquieta a la policía. Según ha denunciado el sindicato ADN Sindical, la organización mayoritaria de la seguridad privada, ni el consistorio ni la Generalitat han contado con los vigilantes privados para sumar esfuerzos. De hecho, la entidad ha denunciado que el Consejo de Coordinación de la Seguridad Privada lleva sin reunirse desde hace cuatro años. Este órgano debería de haber servido para conjugar los esfuerzos de las policías con las empresas, muchas de las cuales tienen inoperativa a gran parte de su plantilla por el cierre de las discotecas.
Fuentes de Mossos y Urbana han reconocido que en el pasado se ha contado con la colaboración de estos profesionales, aunque han puesto en duda que en esta ocasión pudieran mejorar sustancialmente el operativo. En cualquier caso, tanto Albert Batlle como Joan Ignasi Elena, corresponsables del dispositivo policial, han intentado organizar un esquema de vigilancia para evitar que la mayor fiesta popular de Cataluña acabe con nuevas escenas de borracheras en la calle.