Viajar al extranjero es una gran oportunidad para aquellos estudiantes que quieren mejorar su currículum académico, aprender inglés, recorrer el mundo, conocer otras culturas y hacer nuevas amistades. Sin embargo, es una experiencia reservada a unos pocos.
Entre los principales obstáculos se encuentran los precios desorbitados de las agencias de intercambio, la inexistencia de programas públicos y las escasas ayudas del Gobierno. Además, algunas de las organizaciones encargadas de promover estos viajes son elitistas y solo permiten la entrada con la previa recomendación de uno de sus miembros.
Agravio tras la pandemia
A esta realidad se suma la pandemia del coronavirus. Esta ha provocado una ralentización de los trámites burocráticos, hasta el punto que algunas familias acaban por renunciar a esta experiencia antes, incluso, de embarcarse en el proceso.
Por todo ello, a pesar de que las motivaciones para iniciar esta nueva etapa académica son muchas y muy variadas, no todos los jóvenes llegan a cumplir este sueño. Algunos se quedan a medio camino, por no poder superar las trabas con las que tropiezan.
Agencias privadas y precios poco asumibles
Existen diferentes opciones para organizar estos viajes. Hacerlo por libre es una de ellas, aunque la mayoría de los interesados contratan agencias privadas. Estas se encargan de gestionar los cursos en el extranjero y garantizan a los padres que los menores serán atendidos por las mismas en caso de que surjan complicaciones.
Sin embargo, no todas las familias pueden costear este servicio. El precio de este tipo de programas ronda entre los 7.000 y los 13.000 euros. Además, este parece estar en alza, debido al creciente interés y el aumento de la demanda, según admiten varias empresas del sector.
Becas y ayudas
Asimismo, no existe ningún programa público para cursar un año académico en el extranjero. I.S., madre de tres hijos que han participado en intercambios en diferentes partes del mundo, denuncia la falta de servicios subvencionados.
“De hecho, la propia web del Ayuntamiento de Barcelona remite a links de becas y empresas privadas", como la de la Fundación Amancio Ortega o el club Rotary, explica I.S. Y añade: “Las opciones que facilitan las entidades públicas, pertenecen, en realidad, a compañías privadas”.
Beca Mec 2021
La única subvención pública disponible es de carácter general y la ofrece el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Se trata de la becas Mec 2021 para el bachillerato --que también benefician a los alumnos de formación profesional y universidad--. Esta se puede solicitar hasta el 30 de septiembre.
Este 2021, el ministerio cuenta con un presupuesto destinado para becas de 1.416,5 millones de euros, una cifra superior a la de años anteriores. El mismo calcula que se podrán aprovechar de esta subvención alrededor de 850.000 estudiantes, siempre que cumplan los requisitos académicos y económicos fijados.
Rotary
Pero el tema económico no es la única barrera con la que se encuentran los estudiantes. Una de las organizaciones más conocidas del sector es Rotary, con 115 años de historia. Se trata de un club exclusivo al que solo se accede con una invitación.
Con su programa las familias envían a sus hijos al extranjero y se comprometen a acoger a estudiantes de otros países. El precio del año académico es de 3.000 euros y está destinado, en parte, a ofrecer una paga mensual a los adolescentes durante su estancia. De modo que, aunque los tutores deben asumir también los gastos del menor que llega a sus casas, es una cifra mucho más económica que las de las agencias de viajes.
Pandemia del coronavirus
De todas formas, a pesar de que este precio puede ser más o menos asequible para algunas familias, la política de este club --que tiene como única forma de acceso la invitación de otro miembro del mismo--, hace que no todos los jóvenes puedan acceder a esta oportunidad.
En el caso de R.C.O., este decidió organizar el viaje a Estados Unidos de su hijo por su cuenta, prescindiendo de agencias y clubs de intercambio. Este padre admite que la mayoría de dificultades con las que se ha encontrado para enviar a su hijo al extranjero han sido causadas por la pandemia, que ha obstaculizado todos los trámites. “El proceso burocrático es pesado y largo, pero, ahora, además de los problemas derivados de la mala administración y la desinformación, se suman los relacionados con el coronavirus”, explica el tutor.
Visado y otros documentos
Además de los inconvenientes para vacunar a su hijo a tiempo para viajar, R.C.O. cuenta lo complicado que fue reunir algunos de los documentos: “El visado, por ejemplo, solo se consigue tras una entrevista con el embajador”.
R.C.O. explica para este medio que dicha reunión se retrasó tres meses por culpa de la pandemia: “Al final conseguimos el visado dos semanas antes de que mi hijo empezara el instituto”. El padre admite que fue un acierto “empezar el proceso con tiempo” y que, de no haber sido así, su hijo “no podría haber marchado”.
‘Me dijeron que mi hijo tendría que repetir’
R.C.O. también es crítico con la actuación de las administraciones públicas, que no solo no fueron de ayuda, sino que además desanimaban a la familia en su proyecto: “Desde el instituto nos dijeron que si mi hijo se iba, tendría que repetir curso”.
“Al final, fue desde la Inspección de Educación que nos aseguraron que eso no iba a pasar”. No obstante, “ a otra compañera que enviaba a su hijo a Irlanda le dijeron lo mismo y sí se echó para atrás”.
Convalidaciones
El tema de las convalidaciones es otro factor a tener en cuenta. Pese a que no supone un impedimento para marchar, si puede traer problemas a la vuelta. I.M. viajó a Australia hace dos años para cursar primero de bachillerato. El joven explica que “además de estudiar allí asignaturas que aquí no se imparten, al estar en el hemisferio sur, el curso académico sigue otro calendario que va de enero a octubre”.
Esto se tradujo en problemas a la hora de convalidar las materias que había estado cursando fuera de España. Después de “mucho papeleo” para conseguir los reconocimientos a tiempo, I.M. y su familia obtuvieron un permiso para que el joven pudiera acceder a segundo, aún con esta situación a medio resolver.
Segundo de bachillerato y selectividad
A pesar de ello, la nota de las asignaturas no llegó hasta que finalizó el último año de bachillerato, cuando el estudiante se encontraba justo a las puertas de la selectividad.
Al final, el joven logró una convalidación en el último momento, después de muchos intentos porque la Administración atendiera su solicitud. I.M. admite que algunos de sus compañeros, que ya conocían esta realidad, ni siquiera fueron con la intención de convalidar las materias a su regreso y se limitaron a “vivir la experiencia”.