La depresión posparto es un trastorno mental afectivo que, como su propio nombre indica, tiene lugar después del nacimiento de un bebé. Sin embargo, aunque suele asociarse a las mujeres por ser quienes dan a luz, éste afecta también al 25% de los hombres.
Este trastorno se caracteriza por la presencia de sintomatología depresiva tras el parto: un estado de ánimo bajo, dificultad para disfrutar de las cosas, alteración del sueño, sentimientos de culpa, agotamiento… Estas señales pueden manifestarse durante el embarazo, continuar las primeras semanas tras el nacimiento del hijo e, incluso, cronificarse si no se trata.
Puede hacerse crónica si no se trata
“Aunque la depresión posparto suele asociarse a las mujeres, que son las que pasan el embarazo y dan a luz, hay una creciente aparición de casos en hombres”, explica el doctor en Psicología Rafael A. Caparrós-González, coautor junto a la doctora María Fe Rodríguez de una investigación sobre la depresión posparto paterna (DPP-P) incluida en la revista que edita el Colegio Oficial de Psicología.
En su estudio, publicado en 2020, se demuestra que “la depresión posparto en hombres realmente existe y es una entidad a la que se le debería prestar más atención”. Esta opinión es compartida por la doctora Gemma Parramon, jefa de sección del departamento de Psiquiatría del Vall d’Hebron, quien alerta de que si no se trata como es debido, “puede hacerse crónica”.
Afecta a uno de cada cuatro padres
Según los datos recogidos en la investigación de Caparrós y Rodríguez, el 25% de los hombres, tras el nacimiento de su bebé, sufre depresión posparto paterna, cifra que aumenta hasta el 50% si la pareja también la padece.
Los datos en mujeres se sitúan en el 56%, siendo muy superiores a los hombres. Sin embargo, en ambos casos debe ser motivo de preocupación.
Síntomas en los hombres
“La depresión no se manifiesta igual en hombres y mujeres por una cuestión cultural”, comenta la doctora Parramon, quien añade que mientras “las mujeres suelen presentar conductas más internalizadas, como llorar o aislarse, en los hombres son más externalizadas: la hostilidad, las conductas evitativas, la irritabilidad, el consumo de alcohol…”, son algunos ejemplos.
Además, otros rasgos característicos de este trastorno son “los sentimientos de infelicidad y tristeza, agobio, resentimiento hacia el bebé y emociones de abandono y olvido”, tal y como se especifica en la investigación llevada a cabo por Caparrós y Rodríguez.
Factores de riesgo
En el estudio, además, se identifican dos grupos de factores que predisponen a este trastorno del estado de ánimo; estos son de tipo biológico y psicológico.
Aunque la cuestión biológica es menos trascendental que en las mujeres, en los casos de DPP-P hay también alteraciones en varias hormonas como “el cortisol, la prolactina, la oxitocina y la testosterona”, destaca Caparrós entre otras asociadas con las buenas relaciones sociales y el placer. No obstante, estas aún son motivo de estudio para los científicos.
Factores ambientales
Coinciden los especialistas en que la depresión posparto materna es el factor de riesgo principal. Asimismo, si la pareja sufre este trastorno, las posibilidades aumentan en el padre hasta en un 50%.
Otras causas pueden ser “antecedentes de depresión, falta de apoyo de los familiares, dificultades económicas, problemas de pareja o ser padre a una edad avanzada”, explica la psiquiatra Parramon.
Participación activa en los cuidados
Debe procurarse no excluir al padre de la crianza, ya que de lo contrario esto podría despertar “sentimientos de inutilidad” que facilitan el desarrollo de este trastorno afectivo. Por ello, es esencial “fomentar una buena relación de pareja, que el hombre participe activamente en los cuidados del bebé y que ambos miembros valoren el trabajo y el esfuerzo del otro”, explica Caparrós.
Por su parte, la doctora Parramon propone “educar a hombres y mujeres en aquellas ocasiones en las que el padre parece no formar parte activa, como sucede con la lactancia materna”. En estos casos, “hay que explicar a la pareja cómo el hombre puede implicarse”, para que también participe en el proceso.
Trastornos en edad adulta
La depresión posparto, además de afectar de forma evidente a los progenitores, impide que éstos tengan un cuidado correcto del recién nacido: “Aquellos padres con depresión posparto, mujeres y hombres, no van a ofrecer a su bebé todo lo que necesita”, comenta Caparrós, y añade que esto “se puede ver reflejado en el desarrollo neurológico infantil o en la capacidad para socializar en la edad adulta”.
“Sabemos que la relación que tenemos con nuestros padres determinará cómo serán nuestros vínculos en el futuro”, explica la psiquiatra. La depresión posparto de los tutores puede perjudicar al niño o niña en su madurez, con la aparición de “trastornos de la conducta o del aprendizaje”, por ejemplo. Aunque los profesionales son conscientes de la dificultad de determinar en qué medida influye.
Diagnóstico precoz
La depresión posparto “pasa desapercibida tanto en mujeres como en hombres”, comenta Caparrós. Por eso, es clave ofrecer “información a las parejas sobre la posibilidad de que esta situación ocurra”, así como “valorar los riesgos desde el embarazo”.
La psiquiatra Parramon subraya la importancia de que “las visitas médicas sean conjuntas” y añade que de esta forma también se implica al padre en todo el proceso: “Si lo excluimos se sentirá desplazado y, además, no podremos detectar si sufre depresión”, concluye.
“Los hombres no lloran”
Cabe tener en cuenta que la mayoría de los hombres desconocen que la depresión posparto paterna existe y esto “agrava la situación”, opina Caparrós, ya que complica su detección.
La doctora Parramon admite que “este es un tema tabú para ambos sexos: las mujeres se sienten ‘malas madres’ y los padres es probable que hayan escuchado a lo largo de su vida comentarios peyorativos sobre otros hombres que sufren depresión”. Por ello, algunos tienden a reprimir sus emociones. No obstante, hablar del tema es clave para su identificación y tratamiento.