Testigos aseguran que la muerte de Xavi en Cidac "no fue un error humano"
La familia del joven de 19 años, que falleció durante su jornada laboral, presentará una querella por homicidio imprudente contra la empresa de Cornellà
11 mayo, 2021 00:00El pasado 30 de abril, Xavi Cayuela Camilo murió en la sede de la empresa Cidac en Cornellà de Llobregat. Un accidente laboral sobre el que varios testigos aseguran que “no fue un error humano, ni una imprudencia” del joven de 19 años. Así lo indica a Crónica Global el abogado de la familia, Elías Franco, que esta semana presentará una querella contra la cooperativa por homicidio imprudente y un presunto delito contra la seguridad de los trabajadores.
Varios empleados se han puesto a disposición de los allegados del joven para testificar contra la empresa después del suceso. Xavi quedó atrapado entre unas bobinas automáticas de recoger tela, con las que ya había tenido “un susto” días antes, según explica Paco Marín, pareja de la tía de Cayuela, con quienes el chico convivía desde enero, para ir así a trabajar a la nave de la carretera de Sant Joan Despí. “Susto” que tuvo no solo él, sino también otros compañeros, entre los que se incluye el primo de la víctima, que estaba en la fábrica cuando se produjo el accidente y ahora se encuentra de baja.
La familia presentará esta semana una querella contra la cooperativa por homicidio imprudente / CG
Empleados denuncian inseguridad
Todos ellos hablan de falta de mecanismos de seguridad de la maquinaria que, además, la víctima no sabía manipular. “Bastantes trabajadores están dispuestos a declarar que no tenían ninguna formación. Y no son solo dos”, apunta Franco, que no detalla el total. Uno de ellos es Ángel Figuera, antiguo empleado de Cidac, que corrobora a este diario que usaban las bobinas sin ningún tipo de conocimiento, motivo por el que acabó dejando su puesto. Tampoco habían pasado el preceptivo curso de riesgos laborales. “Cuando entré allí sabía que no iba a ir bien, porque las condiciones de la fábrica eran pésimas”, explica.
Aguantó solo unos meses, hasta diciembre de 2020, y secunda la denuncia de la familia de Cayuela. “No nos dieron ni material de trabajo. Solo dos camisetas, mientras las botas de seguridad y los pantalones los tuvimos que comprar nosotros”. A manipular las máquinas le enseñó otro de los empleados: “No son profesionales, porque llevarían un año allí. Nadie dura mucho tiempo”, detalla. El único motivo por el que soportan la precariedad es “por necesidad". "Si no, no lo aceptas”, cuenta. Algunos habían reclamado a la empresa la instalación de medidas de seguridad, como sensores en las máquinas, pero sus responsables “hicieron oídos sordos”.
Sin sensores en las máquinas
“Las máquinas las forman unos rodillos que tienen una separación entre ellos. Deberían contar con un sensor en cada lado para que, en caso de que se quede enganchada la ropa, o la mano, lo detecte y se pare; pero no los tiene. Como en el caso de Xavi tampoco había nadie a su lado, no se activó el botón manual para detenerla”, explica el antiguo trabajador de una nave que tampoco cuenta con vigilantes o cámaras de seguridad, que podrían haber evitado la tragedia, apunta.
Allí hacía turnos de 12 horas. “De seis de la tarde a seis de la mañana, y no nos pagaban nocturnidad. Eran 1.000 euros de nómina más las horas extra”, recuerda. También indica que la instalación es “muy antigua”, que allí se acumulaba material sobrante de “hace años” --tela asfáltica-- y que estaban rodeados por “ratas y cucarachas”. En la zona de las duchas, en los vestuarios, incluso se había desprendido el falso techo por las humedades.
Empleo temporal
De todo ello ha aportado imágenes al abogado de la familia. “Aguanté hasta que no pude más. Prefiero no tener trabajo a joderme la vida, sinceramente, porque con 21 años tenía dolores de espalda y de cabeza que no eran normales”, rememora. Los que sí se quedaron eran “padres de familia” que no podían permitirse el cese sin antes encontrar otro empleo. “La gente se lo tomaba como algo temporal, no había casi nadie que llevase mucho tiempo, quizá dos de los 10 o 12 que éramos”.
Ángel recuerda que el propietario de la empresa y su director general estaban cada día en la fábrica, es decir, que eran conocedores de las condiciones de sus empleados. “Pasan a controlar, pero no te dicen nada. Tú llegas allí por la mañana, hay una hoja con la faena que tiene que hacer cada uno y a buscarse la vida”.
Jornadas de 12 horas
El abogado asevera además que la maquinaria debe contar con cédulas de registro que avalen su actividad. “Deben prever un error un humano, y pasar una revisión según la normativa ISO, así como la de riesgos laborales, y esta es la documentación que debe aportar la empresa, si es que la tiene”, indica. “Se ha incoado un procedimiento penal y otro por parte de Inspecció de Treball, y una vez la aporten o no, la examinaremos con detalle”, expone. Será así como se sabrá si Cidac tomó las obligadas medidas para proteger a sus trabajadores o si ha incurrido en algún ilícito.
La familia no quiere que la muerte de Xavi “sea un número más entre el conjunto de accidentes laborales”. Mantienen que el suceso que le costó la vida fue un “homicidio imprudente”, en palabras de Marín. Del “niño” cuenta que solo vivía para el trabajo. Jornadas de 12 horas, y el resto descansar. “Llegaba, se duchaba, dormía un rato, se levantaba para cenar, y otra vez a la cama”. El dinero que ganaba era para su madre y su hermano --en paro--, que residen en Roda de Barà. Cuando estaba en casa, “se pasaba el rato cantando flamenco, a veces le decía: ‘Xavi, madre mía, para un rato. Es como si lo estuviese escuchando ahora’’, detalla el que se considera tío del joven --“lo he visto crecer”--.
Dinero para la familia
Xavi ejerció de camarero sin contrato durante un año. Tenía que ganar dinero para ayudar a su familia. Llegó la pandemia y se fue a la calle sin derecho a nada. Fue a principios de año cuando entró en la fábrica de bobinas de tela. Sin ninguna formación previa, pero a sus responsables no les importó. Tampoco le hicieron pasar el curso de prevención de riesgos laborales, manifiesta Paco. “Comía junto a ratas, con cables descolgados”. Pese a lo ocurrido, nadie de la empresa se ha puesto todavía en contacto con ellos. “No queremos dinero, sino que se haga justicia y evitar que le pase a alguien más”, subraya Paco. Desde Cidac tampoco han contestado a los requerimientos informativos de este medio.
Ahora, el principal reclamo, tanto de la familia como de los sindicatos, es que se interrumpa la actividad de la fábrica hasta determinar si cumple o no con los protocolos de seguridad. Así lo indica el secretario de CGT en el Baix Llobregat, Joaquín Marín --y hermano de Paco-- que anuncia que reclamarán a Inspección paralizar su producción. “Nos trasladan que es un verdadero riesgo para los trabajadores e incluso para el medioambiente”, señala. Una decisión que estaría más que motivada en caso de que “ninguno de los empleados hubiese pasado el curso de prevención de riesgos”.
Protesta en Cidac
Por su parte, Treball ha confirmado dos denuncias contra Cidac, una del 20 de abril por el despido de un trabajador y otra del mismo día del accidente --diez días después--. El conseller Chakir el Homrani ha manifestado que el organismo investiga la muerte del joven y que actuará “con mucha contundencia”. Según el titular del Departamento, la máquina que causó la muerte de Xavi se ha paralizado, así como otras similares, a la espera de que se determine lo ocurrido. El caso está en manos del Juzgado de Instrucción 2 de Cornellà.
Después de una concentración de UGT esta mañana, en la que han denunciado que “la precariedad laboral mata” y que “la empresa es responsable criminal de la muerte” de Xavi --en palabras de su secretario general en Cataluña, Camil Ros--, el jueves a las 16.30 horas, CGT y otras organizaciones han convocado una nueva protesta ante la fábrica. El reclamo de la familia, indignada con el silencio de la empresa, es que “se haga justicia y que se depuren responsabilidades”.
La familia pide justicia
“Nosotros no queremos dinero, sino que el o los responsables paguen con la pena máxima y que la muerte de Xavi al menos sirva para evitar otras”, subraya Marín, que también lamenta la falta de apoyo de alcaldes como el de Cornellà --donde se ubica la nave-- la de L’Hospitalet, donde residía el joven, y el de Roda de Barà, para determinar lo ocurrido.