El doctor José Aznar (1950) es psicoterapeuta y desde hace 30 años ofrece sesiones gratuitas para todas las personas que lo necesiten. El único precio a pagar es que vayan a su consulta sin tabús y que estén dispuestas a conocerse y a avanzar “hacia la felicidad”. De esta forma, cada día recibe en su casa a “amigos”, como les llama, que confían en su experiencia para que sea su guía. En este sentido, la pandemia de coronavirus ha provocado un vendaval en la vida de las personas y ello ha tenido implicaciones emocionales y psicológicas, dado que han emergido sentimientos negativos como el miedo y la incertidumbre ante lo desconocido. Por otra parte, los más de 30 años de ejercicio profesional le permiten tener una visión amplia de cómo ha cambiado la relación de la sociedad con el mundo de la psicoterapia.
El doctor José Aznar cree que "aceptar la situación y vivir con positivad es el mejor consejo" / JOSE AZNAR
Pregunta: ¿Cómo surgió la idea de ofrecer atención psicológica gratuita?
Respuesta: Estaba en el Hospital Clínic cursando psiquiatría y mi madre me donó su garaje-gasolinera y decidí ir a gestionarlo. En ese momento, daba atención psicológica altruista a algún familiar o amigo y me di cuenta de que me gustaba. Fue en este punto que pensé en que mi gestor llevara la gasolinera y yo dedicar mi tiempo a la psicoterapia, que es lo que verdaderamente quería.
-¿Fueron difíciles los inicios?
-Empecé poniendo un anuncio en La Vanguardia y ya venían personas interesadas. Por otra parte, en esa época había la idea de que quien iba al psicólogo estaba mal del coco, en un sentido peyorativo. Sin embargo, ya todos necesitábamos ir al psicoterapeuta porque tenemos una negatividad y unos pensamientos dentro que, a pesar de que son mentira, nos hacen sufrir y son nuestro tabú. La mentalidad de la época era socialmente como ese juez interior que nos dice “este va al psicólogo, este no vale”. Se trata de juicios que hacemos sobre los demás, también en la actualidad, y que son mentirosos, porque la gente va a un psicoterapeuta a buscar la felicidad, nada más.
-¿Qué perfil tienen los pacientes que acuden a usted? ¿Qué les une?
-Son personas de edades muy diferentes. Muchos tienen una situación económica complicada, aunque hay gente que tienen buena posición y vienen a mí porque consideran que soy un buen profesional. A día de hoy, hay igualdad entre géneros, aunque en etapas muy puntuales han venido más mujeres que varones.
-En todos los años que hace que ejerce de psicoterapeuta, ¿cómo cree que ha evolucionado la importancia que da la sociedad al bienestar emocional?
-La ciudadanía se ha abierto y ya no ve estar mal emocionalmente como una enfermedad, sino que lo va normalizando, porque cada vez hay más gente que habla de los temas que les afectan. De esta forma, se incorporan en el imaginario colectivo. Esta situación les ayuda a tomar consciencia de los problemas que tal vez tienen, y contemplan pedir apoyo a alguien que pueda aclararles lo que les pasa y les acompañe para ser felices y encontrarse, siempre en base al amor.
-¿El Covid-19 ha cambiado los patrones de personalidad de las personas?
-La pandemia ha hecho irrumpir el miedo y ha provocado la aparición de un personaje necesitado en nuestro interior, que nos dice constantemente que requerimos algo. Todo aún sabiendo que desde pequeños tenemos lo básico cubierto. A pesar de esta situación, salimos fuera para buscar elementos que llenen este supuesto vacío y, cuando no lo encontramos, nos frustramos y surge el miedo, la rabia, la tristeza, los pensamientos suicidas o el sentir que no se vale para nada. En este contexto, todas las ideas negativas se manifiestan y ejercen de jueces contra el mundo, o se sitúan en una posición de víctimas quejosas, dado que parece que los demás tienen la culpa de lo que nos pasa. El resumen sería que el Covid nos ha puesto un espejo delante y nos ha hecho ver que tal vez necesitábamos apoyo especializado para solucionar nuestros problemas.
-¿Alguna consecuencia positiva?
-Hay gente que ha atacado la situación difícil desde la positividad, desde su ser, y se ha hecho más fuerte. Esta respuesta se produce porque se han enfrentado a la incertidumbre desde el amor y desde la fortaleza. En este sentido, la clave es la actitud centrada en la fe y en la esperanza de que saldremos adelante, al igual que aprender a aceptar aquello que no puedes cambiar y disfrutar, por ejemplo, de estar en casa hasta que todo pase. En la misma línea, la pandemia ha trabajado la paciencia y la perseverancia y nos ha ayudado a aprender a ser más asertivos, un hecho que fomenta que mejoren las relaciones humanas.
- Mente sana in corpore sano, aunque muchas veces la primera parte de la cita no se aplica. ¿Los humanos son seres autodestructivos?
-Llevamos dentro toda la mochila que nos formamos desde pequeños y que nos hace sufrir, porque son mentiras que nos creemos y nos amargan la vida. Nosotros somos nuestro propio enemigo. En este sentido, sí, somos autodestructivos, aunque también tenemos dentro una positividad y si vamos hacia ella encontramos el amor, al que muchas veces buscamos fuera desde una posición ególatra. Lo importante es querernos primero a nosotros mismos y luego proyectarse en los demás. Así pues, el cambio interior requiere años y la herramienta esencial es ser consciente de lo que hay en tu mente, ver lo negativo y tomar distancia para ser uno mismo.
-Hay gente que a día de hoy aún tiene miedo de ir al psicólogo. En base a su experiencia, ¿cuál es la causa?
-La principal es porque el cambio en el ser humano produce incertidumbre, y nos preguntamos qué pasará y si podremos superarlo. La evolución se vive desde el personaje necesitado y con él irrumpe el miedo, la culpa y la tristeza profunda. Desde esta posición, todo lo nuevo se ve como algo negativo que no podremos afrontar. Si una persona vive ir a terapia con esta mentalidad, es un verdadero talón de Aquiles. La única forma de que un tratamiento funcione es que el paciente esté abierto a recibir apoyo y que confíe en sí mismo y en el profesional, que está allí para ser su compañero de viaje.
-La atención psicológica adecuada es muy importante, y cada vez más necesaria. ¿Cómo debería ser el modelo sanitario que permitiera llegar a toda la población independientemente de su situación?
-La sanidad pública ha de tener más clara la importancia de la salud psicológica. De esta forma, debería haber más especialistas, porque los que hay apenas disponen de tiempo para atender bien a las personas con problemas más leves y menos clínicos. Por otra parte, cuando los niños son pequeños, los psicoterapeutas deberían ir a los colegios para enseñarles a manejarse con sus emociones, a conocerse y a ver que dentro de ellos hay dos partes, una negativa y una positiva. En este sentido, fomentar que potencien esta última vertiente, dado que es muy importante que venzan las mentiras que tienen dentro y que les pueden hacer sufrir, como creer que, porque el padre se ha enfadado, ya no les quiere.
-Hay enfermedades y trastornos que tienen una carga hereditaria relevante. Sin embargo, ¿no tiene la sensación de que la forma de vivir que tenemos en la actualidad, muy individualista, es el caldo de cultivo para que la gente desarrolle patologías?
-Considero que en los genes hay elementos que se trasmiten, pero lo más importante es lo relacional y cómo interactuamos con los demás. Si esta parte funciona perfectamente, la genética se puede atenuar con un tratamiento adecuado. Por otra parte, si ahora parece que hay más gente con problemas es porque no se oculta, dado que los ciudadanos hablan más de sus sentimientos y la negatividad se ha normalizado y entendido como algo que nos afecta a todos por igual.