Pocas veces nos paramos a pensar en el impacto y las repercusiones que tienen nuestras acciones. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos la mayoría de nuestros actos ejercen un efecto dominó en el entorno. Hace ya demasiado tiempo que la Tierra evidencia los efectos secundarios de nuestro modo de vida. El calentamiento global, el cambio climático o la pérdida de biodiversidad reflejan la necesidad urgente de un cambio de paradigma.
Una transformación que pasa por actuar como consumidores responsables a nivel individual y, en consecuencia, exigir a los dirigentes medidas efectivas para combatir la ostensible crisis medioambiental.
Una profunda transformación de los hábitos alimentarios ayudaría significativamente a preservar los ecosistemas, evitaría el desperdicio de alimentos, disminuiría la producción de residuos y se lograría un reparto más equitativo de los recursos. Un cambio que comienza en el preciso instante que hacemos la compra.
De cómo hacer sencilla esta transición sabe mucho Tom Hunt, activista medioambiental además de reputado chef del restaurante Poco ( Bristol), reconocido como el mejor establecimiento ético por los premios Observer Food Monthly Awards.
Su libro Alimentación sostenible. Comprar, cocinar y comer para preservar el planeta, publicado recientemente por la editorial Cinto Tintas, aborda las claves para abrazar de manera sencilla e inspiradora una dieta sostenible. Un viaje necesario que comienza mucho antes de sentarnos frente al plato.
Manifiesto por la tierra
“Cada vez era más consciente de cuánta comida se desperdiciaba a nivel mundial y de la relación de los alimentos con el cambio climático, y este conocimiento me inspiró a adoptar una nueva manera de entender la vida, basada en el verdadero valor de la comida: una forma de comer que da prioridad al medioambiente y que no sacrifica un ápice de placer, sabor o nutrición. Lo llamo comer de la raíz al fruto”, con esta breve explicación Hunt sienta las bases de lo que se puede considerar su manifiesto por el medio ambiente. Para él resulta fundamental entender la alimentación como un ciclo en el que todo está relacionado, un precepto holístico que conecta a las personas, la comida y la naturaleza. Alcanzar este propósito pasa por tres principios esenciales: Comer por placer, comer alimentos integrales y alimentarse de la mejor comida posible.
Esta doctrina nos hará reflexionar sobre cómo un acto que realizamos, al menos, tres veces al día, puede convertirse en una herramienta ética y extraordinariamente útil para preservar los recursos del planeta. “Alimentarse de la mejor manera posible significa dar apoyo a una agricultura mejor, comprar productos de comercio justo y actuar como si nuestras acciones marcaran una diferencia”, apunta el chef.
La solución, en nuestras manos
En los últimos años se habla mucho de la economía circular y del producto estacional de proximidad o Km 0. Una dieta sostenible pasa por todo eso. Al adquirir alimentos cercanos reducimos costes y residuos, apoyamos directamente a los productores y salvaguardamos la biodiversidad de numerosos hábitats. En definitiva, disminuimos el impacto en los ecosistemas locales y por ende en todo el mundo. Además existe un aspecto esencial que olvidamos a menudo cuando llenamos el carro de la compra: nuestra salud. Alimentarnos bien es una apuesta de futuro. “La comida es primaria, sensual y placentera. Nos arraiga a la tierra y a la naturaleza, sustenta nuestra existencia y crea comunidades, desde una mesa de dos hasta una red local y global de productores”, destaca el autor.
La clave está en conectar con la naturaleza a través de los alimentos, respetando sus tiempos y valorando la identidad que les aporta el territorio. Cocinar recetas de bajo impacto, sabrosas, sencillas y limpias es la mejor manera de salvaguardar el futuro del planeta. Un pequeño cambio de hábitos se puede convertir en una silenciosa y efectiva revolución social.
Recetario para una buena alimentación
Alimentación sostenible aporta una revisión necesaria sobre nuestro modo de vida y promueve una dieta equilibrada y respetuosa, además de ofrecernos un variado y suculento recetario. Todos los platos son veganos pero los omnívoros o vegetarianos podrán añadir pescado, carne, huevos o lácteos. El volumen contiene originales ideas para los desayunos, slow food, comidas familiares o festivas, originales ensaladas, deliciosos postres… hasta consejos sobre cómo preparar nuestros propios encurtidos y conservas.
“Este libro es una celebración de la abundancia: una celebración del sabor, de la nutrición y de la Tierra; una guía para la cocina asequible y ética, el civismo y el bienestar, que nos reconecta con la buena alimentación y con la naturaleza”, explica Hunt.
Mantequilla de frutos secos y semillas o crema de cacao y avellanas para untar tostadas; descubrir que un revuelto ranchero con tofu o uno de garbanzos y salsa de harissa pueden ser una estupenda opción para comenzar el día con un desayuno diferente. Aprenderemos a reutilizar los posos del café elaborando con ellos unos deliciosos brownies o transformándolos en adobo para verduras; a preparar kombucha, la bebida de moda, y también nuestro propio miso de garbanzo (garbiso), leches vegetales o pan de masa madre. Además nos recuerda que una correcta planificación y una despensa bien surtida, con ingredientes básicos, nos ayudará a ser mucho más eficientes en la cocina. En definitiva, 240 páginas, ilustradas con las bellas fotografías de Jenny Zarins, que invitan a explorar la rica versatilidad de legumbres, cereales, frutas y verduras con platos tan fáciles como nutritivos.