Casi dos millones de hogares (1.887.500) en España son monoparentales, según la Encuesta Continua de Hogares (INE). Representan el 10% del total de hogares de nuestro país. De estos hogares con un solo progenitor, el 83% está encabezado por una mujer. Son, además, el tipo de familia que soporta una mayor tasa de pobreza, como así lo indica el 8º Informe Anual sobre el estado de la pobreza y la exclusión social en España, de EAPN. La desigualdad entre las familias de uno o dos progenitores se evidencia, de forma clara, en los permisos de maternidad o paternidad. Algo que, parece, empieza a cambiar.
Si bien durante 2020 una familia biparental disfrutaba de 16 semanas de permiso para la madre más ocho semanas adicionales correspondientes al otro progenitor (en 2021 el tiempo de baja es igual para ambos progenitores), una familia monoparental únicamente disfrutaba del tiempo de baja correspondiente a un solo progenitor, es decir, únicamente de 16 semanas.
La sentencia del Tribunal Superior vasco
En diciembre de 2020, una madre logró, 18 meses después del nacimiento de su pequeña, que el Tribunal Superior de Justicia Vasco le reconociera el derecho a disfrutar de 24 semanas de baja maternal (16 que le correspondían per se, más 8 semanas reguladas para el otro progenitor), pese a que se trataba de una familia monoparental. Ahora, el Consejo General del Poder Judicial avala que una magistrada progenitora única acumule los permisos por nacimiento que la ley prevé para familias biparentales, puesto que entiende que lo que prima es el interés superior del menor.
Es un paso adelante para equiparar los derechos en España de los distintos tipos de familia existentes. Y es algo, precisamente, de lo que no pudo disfrutar Sandra Flores, madre monoparental de una niña que ahora tiene dos años y cuatro meses. “Cuando nació mi hija, en 2018, me acogí a una baja maternal -cuyo tiempo, a diferencia de la baja para los padres, no se ha incrementado en un solo día desde hace 32 años- de 16 semanas. Como mi hija fue prematura, el tiempo de baja empezó a contar dos semanas después de su nacimiento, cuando le dieron el alta".
A esas 18 semanas, añade, "le pude sumar dos más gracias al permiso de lactancia, por lo que me reincorporé al trabajo cuando mi pequeña tenía 5 meses y medio. Con mi familia viviendo en otro municipio, no me quedó más remedio que llevarla a la guardería. Afortunadamente, mi horario de trabajo, en el sector bancario, es de 8 a 15 horas, y sólo un día por semana, el jueves, trabajo por la tarde”, comenta esta madre catalana.
Conciliación
Afrontar una maternidad en solitario en un país en el que la conciliación, o precisamente la falta de ella, toma especial relevancia, requiere de una gran capacidad organizativa y de unos recursos económicos estables y suficientes. Sin embargo, estos dos elementos saltaron por los aires en muchos hogares monoparentales el 14 de marzo de 2020, cuando llegó un Estado de Alarma que nadie esperaba, y, tras esto, un duro confinamiento.
“Pese a que mi sector fue considerado esencial, me permitieron, como progenitor único, trabajar telemáticamente. Trabajar con la niña a mi lado fue complicado. Aún así, intenté respetar bastante mi horario de trabajo. Por lo que me hice con un arsenal de juguetes y libretas para pintar y recurrí a la televisión en algunos momentos de desesperación. Pasaba la mañana haciendo malabarismos para poder sacar adelante el trabajo y aprovechaba su siesta, después de comer, para trabajar más concentrada. Eso sí, a las 16 horas cerraba el ordenador y me dedicaba por completo a jugar con ella", explica.
Por la noche, cuando dormía, aprovechaba para acabar el trabajo que había dejado pendiente. "Todas las compras -incluidas las de comida- las hacíamos por internet. Si necesitábamos algo de alguna tienda física, se lo pedíamos a algún vecino. Sólo salíamos de casa para tirar la basura, realmente me daba muchísimo miedo salir con la niña. Gracias a que muchas tiendas, también del pueblo, se digitalizaron, llevamos esta parte bastante bien. Eso sí, era organizarte y mantener la calma, o morir en el intento”, comenta, resignada.
La "nueva normalidad"
Pero el 8 de junio llegó la nueva normalidad y con ella la empresa hizo reincorporarse de forma presencial a esta progenitora única. “Ese día reabrieron las guarderías privadas en mi municipio, mi hija va a una de ellas, y allá que volvió por las mañanas. El problema lo tengo los jueves por la tarde. Antes, mis padres se quedaban con mi hija mientras yo trabajaba, ya que la guardería cierra a las 17 horas. Sin embargo, con tantos contagios como hay, prefiero no recurrir a ellos. Por ello solicité a mi empresa que me permitiera teletrabajar los jueves por la tarde. Pero sólo me permiten teletrabajar dos tardes al mes, así que las horas que tengo que ir físicamente los jueves por la tarde, me las resto de las vacaciones. Me recomendaron reducirme la jornada, pero siendo yo sola no me lo puedo permitir económicamente, ojalá pudiera”. No es, desde luego, un caso excepcional.
Según una encuesta lanzada por Malasmadres y DKV, durante la pandemia muchas madres se han visto abocadas al desempleo u obligadas a agotar permisos y vacaciones, reducir su jornada o solicitar excedencias forzosas, con la consecuente bajada de ingresos y pérdida de calidad de vida. La situación es aún más grave cuando esas mujeres están al frente de una familia monoparental.
Peores condiciones laborales y económicas
Así, según se desprende de la mencionada encuesta, la mayoría de las mujeres que lideran familias monoparentales (80%) ha visto empeorar su situación laboral y económica con la pandemia. En concreto, un 25% trabajaba en la economía sumergida y perdió su trabajo sin derecho a prestación; el 14% se vio afectada por un ERTE; el 10% tuvo que reducirse la jornada, agotar vacaciones o pedirse excedencia forzosa; un 2% era autónoma y/o debió abandonar voluntariamente su puesto de trabajo, ante la imposibilidad de cuidar de sus hijos, y un 29% estaba en búsqueda activa de empleo y vio cómo se paralizaban los procesos de selección en los que estaba participando. Sólo un 20% no se ha visto afectado por la crisis.
Sandra Flores lamenta la poca consideración que se tiene por las diferentes tipologías de familias, especialmente por lo poco que se tiene en cuenta a las monoparentales, sobre todo en temas de conciliación, y también de ayudas. “Todo lo que hemos pasado ha sacado a la luz todas las carencias que hay en relación con la conciliación y las ayudas. Me entristece que cuando se hable de conciliar en familias monoparentales sólo pongan encima de la mesa las reducciones de jornada. La mayoría de las familias monoparentales no nos podemos permitir que nos quiten una parte de sueldo”, insiste.
Cero ayudas
Además, lamenta esta madre, “yo no recibo ninguna ayuda, cero, jamás la he recibido, ni siquiera tengo derecho a una reducción en la cuota mensual de la guardería y, desde luego, no tengo un sueldo para tirar cohetes. Pero es que con un sueldo menor dudo mucho que me hubiera atrevido a convertirme en familia monoparental. Pero, insisto, yo soy una afortunada. Es verdad que esta pandemia a solas con mi niña, sin ningún tipo de ayuda, ha sido bastante duro, me he visto muy sola. No obstante, pasar todo esto sin haber enloquecido y conservando el trabajo ya es mucho. Muchas madres no han corrido mi misma suerte. Pero afrontar en pandemia la maternidad en soledad ha sido una prueba de fuego, no ha sido fácil. No lo está siendo, de hecho”, concluye.