El coronavirus ha desatado una crisis en el sector educativo de los más pequeños. Mientras las guarderías privadas critican el auge de iniciativas con lo que consideran que es un escaso control público, los centros de apoyo familiar se reivindican como una alternativa legítima. Pese a que la polémica llevaba tiempo latente, la pandemia ha agudizado el conflicto en un momento delicado por el descenso de matriculaciones.
Según datos de la Associació Catalana de Llars d'Infants, las escuelas infantiles han interpuesto 30 denuncias por competencia desleal durante la crisis sanitaria. Las empresas consultadas califican como "guarderías piratas" a los equipamientos que actúan al margen de la inspección educativa. Además, destacan que tanto los centros de apoyo familiar como las madres de día solo necesitan una licencia municipal para acoger a niños de entre cero y seis años en contraste con los trámites burocráticos que requiere su actividad.
Los costes de una guardería
Un doble rasero que indigna a los privados que cumplen la estricta normativa de la Consejería de Enseñanza. "Las obras para habilitar un centro de educación infantil rondan los 30.000 euros, a los que hay que sumar los cerca de 5.000 euros que cuesta la inspección municipal", señala la dueña de una guardería. "Para abrir tenemos que cumplir gran cantidad de condiciones. Debemos tener una puerta de acceso a la calle en caso de tener una licencia antigua, más de 30 metros cuadrados de interior, un patio de 75 metros cuadrados como mínimo, una educadora por aula... todos los enchufes deben estar a una altura mínima y las puertas deben contar con un protector de plástico", enumera.
Afirman que la inversión necesaria para operar con garantías es muy elevada. Sus competidores, denuncian, no deben asumir estos gastos. Otro de los caballos de batalla de los asociados es que estos centros alternativos se presenten como instituciones educativas. "No lo son, ya que si lo fueran contarían con un código educativo y estarían bajo el amparo del Departamento. Esto no ocurre". Los mensajes que utilizan estos centros de apoyo familiar son tildados de "engañosos" desde el ámbito de las guarderías, que afirman que se encuentran a menudo con muchos padres y madres "confundidos" por sus mensajes promocionales.
Alternativas no convencionales
Las instalaciones que ofrecen estos servicios defienden su trabajo frente a las críticas de los demandantes. "En Cataluña existen como mínimo 100 centros de apoyo familiar, que no han tenido un crecimiento espectacular con el Covid y hemos sufrido tanto como las guarderías", señala una fuente del sector. "Ofrecemos servicios de comedor, guarda, educativos... pero no somos una guardería porque tenemos otra filosofía. Nuestro horario es más flexible y nuestra vocación es ayudar a compatibilizar la vida personal y laboral de las familias".
Precisamente, el gran reclamo de estas alternativas es la alta disponibilidad horaria, sus modelos innovadores de educación y su carácter más familiar frente a las guarderías convencionales. Elementos que, en la era del Covid, son valorados de forma positiva por muchas familias. Por otro lado, este interlocutor explica que no se registran como ludotecas ya que tampoco encajan en esta categoría. "En las ludotecas los menores deben ir acompañados de sus padres. Nosotros tenemos otra filosofía". Respecto a las críticas por la formación insuficiente de sus profesionales, se limitan a señalar que cada particular escoge el perfil de sus empleados en función de su plan de actuación.
Sin protocolos contra el Covid
Estas justificaciones no convencen a los propietarios de escuelas infantiles, que reclaman mayor intervención de la Generalitat para distinguir adecuadamente cada una de las opciones y consideran que sufren competencia desleal. La directora y orientadora educativa de una guardería de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) defiende que "hay espacio para todos, pero dejando claro cuáles son las funciones de cada uno".
Otro punto que señalan es lo que consideran falta de seguimiento que se da en la red de equipamientos paralelos respecto a los casos positivos de coronavirus. "No solo eso, sino que todos estos centros no reciben las orientaciones del Govern por lo que no cumplen las mismas medidas de seguridad extraordinarias. Cuando se da un positivo en un centro, por ejemplo, como no cuentan con ningún ambulatorio ni agente Covid de referencia, no se realizan PCR de forma automática", denuncian los responsables de los centros privados. Eso no quiere decir que no se les realicen test, pero no disponen de un circuito de seguimiento ni un protocolo tan estandarizado como el resto de opciones. Todo ello, en una actividad en que la educación no es obligatoria. Es la parte más olvidada en la etapa de formación de la primera infancia.