La calderilla tiene los días contados como gesto caritativo. Más acordes con los tiempos que corren las limosnas, un centenar de catedrales y varios centenares de templos importantes han instalado cepillos electrónicos en forma de atril a la entrada. Basta sacar la tarjeta de crédito, el móvil o incluso el reloj inteligente para hacer los donativos.
El objetivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE) es extender este año a más de 4.000 parroquias esta caridad 4.0, bautizada hace dos años en la madrileña Catedral de la Almudena. Monasterios como Poblet en Cataluña, basílicas y grandes iglesias como Nuestra Señora de Begoña en el País Vasco o catedrales como las de Valencia y Málaga, también se apuntaron hace meses a estos dispositivos para atraer más donativos.
Evitar contagios
Las principales entidades bancarias desarrollaron estas tecnologías tras constatar su rentable implantación en otros países de Europa. Como Francia, la pionera, o el Reino Unido, donde la Iglesia anglicana permite hacer pagos a través del móvil en más de 17.000 parroquias y centros sociales.
A la modernización se han sumado iglesias de EEUU, México y Australia. Estas iniciativas lograron que, también en España, muchas parroquias lograran, según cálculos iniciales, un incremento del 25% en sus donativos durante 2019.
Responsables episcopales constatan que no hay más remedio que implantarlas. “Las nuevas generaciones cada vez utilizan menos el dinero físico, y el uso del efectivo se desplomó tras el confinamiento para evitar el trasiego del dinero y contagios de Covid-19,” certifican un párroco del Málaga y otro de Fuencarral-El Pardo (Madrid).
Cepillos tradicionales vacíos
«Es una buena manera de acercarse a los jóvenes y fomentar que la gente pueda dar limosna de una forma sencilla y manteniendo una sana distancia», asegura María Jesús, feligresa colaboradora de la Basílica Jesús de Medinaceli (Madrid).
El presidente de la jerarquía católica española, Juan José Omella, alertó en la última asamblea plenaria de que "los cepillos se están quedando vacíos" por el cierre de templos y las reducciones de aforo en más de un tercio a causa de la pandemia.
El cardenal arzobispo de Barcelona propuso el uso de “nuevas tecnologías para impulsar tradicionales y nuevas formas de respaldo” y remediar la caída en picado de las colectas parroquiales. Todavía mejor, según Omella, si se hace mediante “cuotas periódicas”.
Aumento de donaciones
El dispositivo implantando en los templos consiste en un modelo TVP contactless diseñado de propio para las necesidades específicas de las iglesias. Permite a los usuarios enviar donativos a su parroquia con un importe máximo (que no requiere claves) de 20 euros, con la tarjeta, el smartphone o el reloj inteligente.
Según algunos párrocos, las donaciones han subido un 50% donde se han implantado los nuevos cajones de limosna digitales. Las recaudaciones ya obsoletas, mediante cepillos y canastillos durante los oficios religiosos, alcanzaron en 2016 al menos los 335 millones de euros, según la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia en España. A esos donativos se le suman, también sin control fiscal, 193 millones por misas de bautismo, matrimonio o defunción.
Anonimato en peligro
Solo hay un pero a este avance tecnológico y recaudatorio: la posible pérdida del anonimato. Con el cepillo digital queda revelada la autoría del donante, pues el sistema requiere sus datos bancarios. El hoy vicepresidente Pablo Iglesias, clamó desde la oposición en 2015 contra la opacidad fiscal de estas donaciones y exigió que fueran controladas pasadas por Hacienda. Los responsables eclesiales buscan soluciones técnicas, legales o negociadas ante el cumplimiento de esta amenaza.
La cantidad obtenida mediante los viejos y modernos cepillos se suma a los 284,4 millones de euros que la Iglesia Católica recibió el pasado ejercicio de la casilla del 0,7 % del IRPF. La prebenda fue establecida en 2007 por el ejecutivo de Zapatero, para “el mantenimiento de su labor social y evangelizadora”.