El compromiso de Montserrat Vilarrasa (Barcelona, 1980) por los derechos de las personas con discapacidad la llevó en 2019 a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York; donde acudió como una de las redactoras de una declaración que promueve la inclusión de las mujeres en cargos de liderazgo político y público.
Ella ya ostenta uno. Y es que además de formar parte de la Asamblea de Derechos Humanos Montserrat Trueta, también es vocal del Instituto Municipal de Personas con Discapacidad (IMPD) del Ayuntamiento de Barcelona. Fue este último puesto por el que contactaron con ella para participar en un encuentro en la ONU, junto a otras 20 mujeres de varios países, todas ellas con discapacidad, seleccionadas por sus puestos de representación institucional.
Activismo por la inclusión
Montserrat, con Síndrome de Down, marcó un hito, ya que fue la única participante con discapacidad intelectual. Así, en el marco de la plataforma Beijing+25, se convirtió en una de las impulsoras de un manifiesto que busca visibilizar el papel de las mujeres con discapacidad, y es que como ella misma explica a Crónica Global, “todavía queda mucho que hacer por la inclusión”.
Tras esta declaración, tenía previstos otros dos viajes para continuar con su activismo por la plena integración de las personas con discapacidad, pero la pandemia los ha aplazado a enero de 2021. Compatibiliza su empleo en la eléctrica Respira Energía con su labor por los derechos humanos en la Fundación Catalana Síndrome de Down (FCSD), a través de la que imparte conferencias, como este pasado octubre, en el marco de las jornadas internacionales Barcelona Down que este año, por primera vez, se han celebrado online por las restricciones por la emergencia sanitaria.
Vulneración de derechos
El confinamiento lo ha pasado trabajando desde casa. “Una de mis tareas es encargarme de la facturación”, explica. Así que un ordenador le ha permitido continuar con su empleo a distancia. Eso sí, echándole “más horas” de lo habitual, admite.
Su realidad es una excepción, y es que la crisis del coronavirus comporta todavía mayor riesgo de exclusión para el colectivo. “Si muchas personas con discapacidad vivían aisladas y confinadas antes; si ahora se les suprimen los pocos contactos que tenían y se quedan totalmente recluidas, eso puede tener gran impacto para su salud mental”, apostilla Edgar Prat, también miembro de la fundación.
Escuela inclusiva
Una de las batallas se libra en el campo del lenguaje. “Nosotros, las personas con discapacidad, no somos tontos”, subraya Vilarrasa, quien lamenta que en muchas ocasiones, la manera de referirse al colectivo incurre en términos y expresiones que discriminan de forma recurrente. “Falta inclusión y una de las vías es el empleo. Sería necesario concienciar de lo que hacemos. Yo, en la asamblea [Monsterrat Trueta] es lo que hago, a través de charlas en escuelas e institutos”, pone como ejemplo.
Otra de las vías para erradicar la discriminación es la escuela inclusiva. “Uno de los puntos que yo defendí en mi programa [para ser vocal del IMPD] era el de una escuela ordinaria; a la que nosotros podamos acudir también, aunque haya personas con otras necesidades”, explica Montserrat, quien también reclama erradicar el acoso en las aulas, que ella misma sufrió, como tantos otros niños, cuando acudió al colegio.
Derecho a voto
Esta activista aboga por centros educativos y escolares donde convivan personas con y sin discapacidad, aunque para ello haya personal específico. “Un programa ambicioso que todavía no es una realidad”, apunta Prat, quien recuerda que la escuela especial sigue siendo “mejor que nada”.
Otra de las metas que se marca Vilarrasa, ante la próxima cita con las urnas, el 14 de febrero en Cataluña, es el derecho a voto en igualdad de condiciones. Ella superó el examen que se imponía al colectivo y que evaluaba sus conocimientos generales, pero algunos de sus amigos no, y aunque el test se erradicó el pasado año, todavía falta hacer accesible el sistema electoral. Este es solo uno de los múltiples motivos por los que seguirá luchando por el empoderamiento de las personas con Síndrome de Down, aunque la pandemia le haya llevado a hacerlo al otro lado de una pantalla.