La preocupación por el cambio climático y la sostenibilidad del planeta va en aumento. También el interés en nuestro país por la construcción sostenible con madera, que se ha disparado notablemente tras el duro confinamiento. Por eso sorprende que el sector de la madera, actor principal en esta revolución verde en la que ya estamos inmersos, busque sin descanso desde hace tiempo trabajadores especializados y no los encuentre. Y no, no es porque paguen mal. El oficio de carpintero está, actualmente, bien remunerado.
España es uno de los países de Europa con mayor superficie forestal, por lo que la producción de madera y derivados tiene un papel muy importante en la industria de nuestro país. Las empresas de la madera y el mueble, conscientes de ello, pusieron en marcha ya hace algunos años una absoluta modernización del sector, al que alejan cada vez más de la imagen tradicional de siglos pasados del oficio de carpintero. “La carpintería ha evolucionado muchísimo en las últimas dos décadas. Es tecnología punta, diseño y, sobre todo, es un oficio tradicional con muchísimo presente y futuro que vive un relevo generacional. Sin embargo, la falta de jóvenes es alarmante, más cuando los datos indican que tras finalizar los estudios de madera, más del 60% encuentra trabajo de su especialidad”, señala Salvador Ordóñez, coordinador general del Gremio de la Madera y el Mueble de Cataluña.
Falta de personal
Conscientes de la necesidad que tiene el sector maderero de cubrir puestos de especialistas, el Ministerio de Educación ofrece una amplia oferta de Formación Profesional, que abarca desde el diseño de muebles a la instalación, pasando por el proceso de montaje. Recientemente, el Ministerio de Educación anunciaba que el Gobierno ampliaba todavía más la oferta de Formación Profesional para el sector de la madera con un nuevo título: “Técnico en procesado y transformación de la madera”.
Pese a la oferta de formación, algunas vacantes quedan desiertas. Que se lo pregunten a Jordi Solà, de la carpintería Neowood, que lleva años intentando incorporar carpinteros/as a su plantilla, con poco éxito. “No es que tengamos problemas para encontrar trabajadores, es que no hay. En el paro hay tanta gente como quieras, pero no encuentras carpinteros en ninguna parte”, lamenta. Fermí Garriga, gerente de Puigdellívol, empresa de 280 años de antigüedad dedicada a la fabricación y a la colocación de todo tipo de mobiliario y complementos relacionados con el mundo de la madera, reconoce la dificultad de encontrar a gente formada para trabajar en el sector, y precisamente por eso “los formamos. Creamos nuestra propia escuela”. No obstante, subraya que para entrar como aprendices necesitan una base y “tiramos de Institutos de Formación Profesional. De allí salen con nociones y se acaban de formar en la empresa. Nunca se está del todo preparado para este oficio, pero sin duda la Formación Profesional es un muy buen punto de partida. Están haciendo un trabajo espectacular y colaboramos para que puedan crecer, puedan trabajar y crezcamos paralelamente”.
Empleo fijo y bien pagado
El mundo de la madera ofrece algo que pocos sectores pueden ofrecer: tener un trabajo fijo bien pagado. Eso sí, para ello, insiste el carpintero Jordi Solà, con 50 años a sus espaldas como carpintero, se necesita algo fundamental en un sector como este: vocación. Aunque se muestra pesimista respecto a las nuevas generaciones, mantiene todavía algo de esperanza, porque de vez en cuando se ve gratamente sorprendido por jóvenes con una gran pasión por la madera, que aprenden rápido y muestran habilidades excepcionales para trabajar con esta materia prima. El último en sorprenderlo, un chico de 24 años al que ya ha incorporado a su taller.
¿Pero a qué se debe esta falta acuciante de personal en el sector de la madera? Josep Formentí, asesor técnico docente en la Dirección General de Formación Profesional del Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, cree que la imagen popular que tiene la sociedad del carpintero no es atractiva. “No tengo ningún tipo de duda al afirmar que, mayoritariamente, la sociedad cree que el carpintero es un señor viejecito, con una bata marrón llena de polvo de madera, con un lápiz en la oreja, uno o dos dedos menos y que utiliza el serrucho y el cepillo como herramientas de trabajo. La gran tarea es lograr borrar del imaginario colectivo esta imagen del carpintero, que para nada se corresponde ya con la realidad. El industrial de la madera actual es una persona joven y dinámica, abierta a las nuevas tecnologías de diseño...”.
Sector en evolución
Y es que el oficio de carpintero es, posiblemente, uno de los que más ha evolucionado con el tiempo. Si al final del siglo XX el diseño era la novedad, en pleno siglo XXI “estamos a punto de otra revolución en el sector de la madera, que lo hará virar hacia una nueva versión: aquella donde la organización de los medios de producción alrededor de la denominada industria inteligente lleva hacia una mayor adaptación a los procesos de producción, así como a una asignación más eficiente de los recursos, dándole especial importancia a la creciente digitalización y coordinación con todos los actores de obtención del producto, desde el proveedor hasta el consumidor final”.
Porque estar a la vanguardia tecnológica no es incompatible, para Formentí, apasionado de este sector, con tradición e historia. “El sector de la madera está donde está porque venimos de donde venimos”.
Para Fermí Garriga, ser carpintero “es increíble: trabajas con un producto sostenible, necesario, que respeta la naturaleza, saludable. Lo tiene todo. Es un oficio, un arte… un arte de vivir”. Y, además, en una Cataluña con un 28% de jóvenes en situación de desocupación, “obtener trabajo menos de dos meses después de finalizar los estudios es un privilegio”, concluye Salvador Ordóñez. Se buscan carpinteros.