En España nacieron el año pasado 359.770 bebés. Aunque no hay datos oficiales, la Asociación Nacer en Casa calcula que alrededor del 1% de los alumbramientos del pasado año se produjeron de forma extrahospitalaria. Si bien algunos se dieron en casa, otros lo hicieron en un tipo de centro que cada vez suma más voces a favor: las casas de nacimientos para partos de bajo riesgo.

Megan Albets tenía meridianamente claro, ya antes de quedarse embarazada, que no quería parir en un entorno hospitalario. “Mi idea de parto era algo íntimo, con tiempos respetados, amoroso. No me convencía la dinámica del hospital, con matronas a las que conocería por primera vez el día del parto, con cambios de turno…”, explica. Si bien lo que más le apetecía era dar a luz en casa, lo descartó porque en Solsona, donde reside, no hay ningún hospital que atienda partos.

“Y en caso de urgencia, tendríamos que recorrer 50 minutos en coche”. Por ello, para el nacimiento de Bauma, su primera hija, se decantó por una casa de nacimientos, Aura Nacimientos, hoy ya cerrada. “Quería evitar, sobre todo, asumir riesgos como intervenciones no justificadas que podrían acabar por ofrecerme una mala experiencia, cuando el parto debería ser una experiencia maravillosa”.

Casas de nacimientos extrahospitalarias y hospitalarias

Cataluña cuenta, actualmente, con dos casas de nacimientos: una extrahospitalaria, Migjorn, en Sant Vicenç de Castellet, con más de veinte años de antigüedad, y otra dentro de un recinto hospitalario, de la Fundació Hospital Sant Joan de Déu de Martorell, creada en 2017. La primera es privada, la segunda, pública. Desde el sector público empiezan a ser conscientes de la necesidad (y la demanda) de entornos para lograr un parto sin medicalizar en un entorno que ofrezca el ambiente familiar que podría darse en un hogar, pero sin renunciar al acompañamiento profesional. De hecho, está previsto que en 2021 abra el Centro de Nacimientos del Hospital Germans Tries i Pujol en Badalona.

Anna Moreno, matrona que ha atendido partos en las dos casas de nacimientos de Cataluña y que ahora trabaja en Migjorn, centro que atiende entre 60 y 80 partos anuales, cuenta que, al crear este último centro hace ya más de veinte años, “lo que se quiso fue ofrecer un hogar, un espacio en el que se dieran las mismas condiciones de intimidad, calidez y comodidad que se podrían dar en una casa. Un espacio para las familias que, queriendo dar a luz en su vivienda, no disponen en ésta de un espacio propio con las condiciones necesarias para un momento vital tan importante, bien por vivir muy alejados de un hospital, bien por falta de intimidad porque conviven con otros familiares…”.

Si límite de tiempo, sin protocolos rídigos

Para esta matrona catalana “es fundamental que el espacio tenga, también, una cocina para cocinar y espacio para que descansen el resto de los miembros de la familia. Queremos que todos tengan su lugar, porque entendemos que el parto no es únicamente una experiencia física, sino que va mucho más allá”. Durante el proceso de parto, la madre siempre está acompañada por dos matronas, doblando la ratio recomendada por la OMS, una más activa, otra, en un segundo plano. “El parto en nuestro centro transcurre tranquilo, sin un límite estricto de tiempo, sin un protocolo fijo y rígido. Porque se trata de un acontecimiento de la vida que se da de forma poco frecuente y, precisamente por eso, es necesario que la mujer y también su familia se sientan cómodos y no sufran interrupciones innecesarias, algo que en un hospital es difícil que suceda”.

Roser Palau, matrona referente de la Fundació Hospital Sant Joan de Déu de Martorell, destaca de este tipo de centros “el modelo de atención global de la mujer, con un acompañamiento físico, psicológico y social ofrecido por un equipo de profesionales con una filosofía específica”. Además, el espacio físico, “similar a una habitación de casa o incluso un hotel, se aleja del diseño de salas de parto quirúrgicas de los años 70. Se trata de un espacio, oscuro, con luces regulables, donde la cama no es el elemento central, con espacio para poder moverse y con elementos como colchonetas, bañera, pelotas, lianas.

Relajación

Asimismo "se dispone del cuidado de una matrona, pudiendo individualizar el cuidado y dar apoyo continuo. Todo el material médico está presente pero escondido, favoreciendo la producción de oxitocina y la relajación. Se realiza auscultación intermitente, facilitando el movimiento de la mujer y no se lleva una vía en el brazo por protocolo. Todo está diseñado para que el cuerpo y mente de la mujer fluya de tal manera que el parto sea una experiencia positiva”.

Eso sí, para poder dar a luz en este tipo de centros se deben cumplir varios requisitos: tener un embarazo de bajo riesgo, que el bebé no esté de nalgas y que el inicio de parto se dé a término, es decir, a partir de la semana 37 semana, en la 36 para poder dar a luz en Migjorn.

Casa de nacimientos de MIgjorn / INFOBEL

¿Se corre más riesgo dando a luz fuera de un hospital?

Pese a las reticencias y prejuicios que se tienen en este país sobre parir en casa o en una casa de partos, la OMS subrayó hace unos años que los riesgos de parir en casa o en este tipo de centros en un embarazo de bajo riesgo son los mismos que dar a luz en un hospital.

“Por las experiencias ya en marcha en otros países y, en menor número en España, sabemos que el parto de mujeres sanas con embarazos de bajo riesgo es seguro cuando es atendido por matronas en Casas de Nacimientos y en los domicilios. La experiencia nos demuestra que en los países donde la mujer es consciente de sus derechos y los ejerce, donde circula una información más veraz y actualizada sobre estos temas y donde la mujer es consultada y decide sobre su parto, la atención recibida y prestada es más satisfactoria para todas las personas involucradas en el proceso”, subraya Eva Rel, de la asociación El Parto es nuestro.

Sin ir más lejos, en Reino Unido no se ve el parto en casa o en centros de nacimientos con las mismas reticencias --y prejuicios-- que en España. Tanto es así que en el país vecino una embarazada de bajo riesgo puede elegir entre dar a luz en un hospital, dar a luz en casa o hacerlo en una casa de nacimiento. Las tres opciones están incluidas en la Seguridad Social del sistema inglés.  

Respeto a la autonomía de la mujer

Sin embargo, en España muchas de las mujeres que eligen esta opción “son cuestionadas o culpabilizadas por querer buscar un parto sin instrumentalizar y sin medicalizar fuera de un hospital. De hecho, en Migjorn, más de la mitad de las madres con experiencia previa en la maternidad vienen huyendo del hospital porque han sido víctimas, en un primer parto, de algún tipo de violencia obstétrica, aunque sea sutil y difícil de demostrar como, por ejemplo, que las obligan a inducir el parto por un motivo poco justificado. Otras muchas te relatan situaciones de terror con maniobras poco éticas y no recomendadas”, lamenta Anna Moreno, de Migjorn.

“El respeto a la autonomía de la mujer para decidir sobre ella misma y su(s) bebé(s) no debería ser cuestionado ya que se reconoce, entre otras, en la Ley 41/2002 básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica. Desgraciadamente no es así. Conocemos una gran cantidad de experiencias en que las mujeres no reciben la información previa necesaria para realizar su consentimiento informado sobre una intervención (a ella o a su bebé): inducción, suministrarle algún medicamento mediante goteo, maniobra Kristeller, separar al bebé para primera observación, limpiarle... Es una cuestión de género y poder, en la que tenemos como sociedad camino por andar: el reconocimiento a la autonomía de las mujeres, en general, y de las mujeres embarazadas, en particular. Y, también, es cuestión de la inclusión de un proceso fisiológico sano como es el parto en el sistema hospitalario destinado y organizado a atender patologías”, considera Eva Rel, de El Parto es nuestro.

Una pareja forma un corazón con sus manos / PXHERE

Si bien parir sin intervencionismo minimiza mucho el riesgo de complicaciones, obviamente, alguna complicación excepcional se da, aunque, sostienen desde Migjorn, son escasas. La matrona Anna Moreno recalca el bajo porcentaje de traslados de esta casa de partos al hospital.

“Sólo el 10% de las madres primerizas que eligen dar a luz en esta casa son derivadas a un centro hospitalario, porcentaje que baja a menos del 8% si hablamos de madres que ya tienen experiencia previa en la maternidad. Realmente, la mayoría de los traslados se deben a que son partos largos, con el consiguiente agotamiento de la madre. Y aún así, la gran mayoría acaba en el hospital de Manresa, a 10 minutos de nuestro centro, logrando un parto vaginal sin instrumentación”. “Tenemos la capacidad de resolver emergencias, pero sobre todo las prevenimos. No nos la jugamos, somos profesionales responsables”, afirma.

El papel de la matrona, a veces en entredicho

Coinciden desde El Parto es nuestro y las dos casas de nacimientos entrevistadas lo cuestionado que es, desde el mismo sector sanitario, el papel de la matrona. “Yo creo que todavía hay muchos sanitarios que siguen pensando que nosotros somos unas brujas inconscientes e irresponsables”, apunta Anna Moreno.

“La matrona es una figura profesional por revalorizar, ya que es quien está cualificada para la atención al parto normal, además de trabajar juntamente con el/la obstetra cuando se requiere. Las matronas son las profesionales que siguen la evolución del proceso de parto-nacimiento y son quien pueden ofrecer una atención más integral y completa contemplando la faceta fisiológica y psicoemocional”, opinan desde El Parto es Nuestro.

Una experiencia positiva mejora el vínculo con el bebé

Más allá de juicios y prejuicios, lo cierto es que entre los beneficios de dar a luz en un Centro de Nacimientos destaca “un aumento de partos normales, sin intervenciones innecesarias con mejores resultados para la madre y el recién nacido comparado con el hospital. Además, las madres que dan a luz en estos centros tienen una experiencia de parto más positiva, incluso si finalmente necesitan un traslado a Sala de Partos. Es muy importante que las mujeres se sientan respetadas y empoderadas para un buen inicio de la maternidad, independientemente del tipo de parto que hayan tenido. Una experiencia positiva de parto les ayudará a crear un vínculo con el recién nacido, a relacionarse con su entorno, al inicio de la lactancia materna y la crianza. La maternidad es suficientemente dura como para iniciarla con una experiencia de parto traumática”, detallan desde la Casa de Nacimientos de la Fundació Hospital Sant Joan de Déu de Martorell.

Casa de Nacimientos de la Fundació Hospital Sant Joan de Déu de Martorell / FHSJDM

Para la experimentada Casa Migjorn los datos hablan por sí solos: “científicos ya han podido comprobar la importancia del encuentro ininterrumpido de madre y bebé, que no sólo afecta al vínculo, sino también al desarrollo y también a la lactancia materna. Es triste que científicos tengan que demostrar algo que el propio instinto materno ya siente desde siempre. Tenemos un porcentaje de partos exitoso, muy alto, un nivel de satisfacción altísimo, una lactancia exclusiva establecida en el 98% de los partos. Yo creo que los porcentajes, las estadísticas, ya lo dicen todo. No creo que nuestras madres sean mejores paridoras que el resto de las madres del mundo, o que nuestros niños sean mucho más campeones que los otros niños. Pienso que la asistencia, la manera de acompañar y de permitir que el proceso fisiológico se dé sin ningún tipo de interrupción, hace que los resultados sean tan buenos”, señala la comadrona Moreno

“Suceden un parto y un nacimiento. La madre está pariendo, pero el bebé está naciendo y sólo tiene una oportunidad para nacer. Es decir, como mujer puedes parir una, dos, tres o cuatro veces, pero como bebé sólo puedes nacer una vez. Nosotros quisimos que el nacimiento de Bauma y Roure, nuestros hijos, se diera en las mejores condiciones posibles, dentro de lo que tú puedes escoger y dentro de nuestras posibilidades económicas, ya que dar a luz en Migjorn cuesta alrededor de 2.400 euros. Después, los imprevistos o las circunstancias hacen el resto, pero nosotros queríamos propiciar el mejor entorno. Por eso nuestro segundo hijo nació en Migjorn y, por eso el tercero, ya planeado, también nacerá ahí. ¿Cómo no volver si ha sido una experiencia maravillosa?”, pregunta, feliz, la catalana Megan Albets.