Sin casa, sin trabajo, sin salud... y sin renta garantizada de ciudadanía. Daniel Cedrún lleva viviendo en la calle desde que perdió el empleo con el estallido de la crisis sanitaria. La empresa de mantenimiento que lo tenía contratado quebró en abril y perdió entonces todas sus fuentes de ingresos.
Ahí empezó su calvario. Sin apoyo familiar ni ahorros para afrontar el alquiler, este mallorquín de origen se quedó sin vivienda de un día para otro. Ahora, tras habérsele denegado la prestación de la Generalitat, ha tomado una decisión extrema: iniciar una huelga de hambre indefinida.
Malvivir en la calle
"Me han robado dos veces, me han golpeado y se me han orinado encima", cuenta a Crónica Global con una mezcla de rabia y aplomo. Daniel se ha instalado en la plaza Sant Jaume, frente a las sedes del poder autonómico y local. Con su reivindicación pretende buscar una salida para sí mismo pero también para muchas otras personas: "El mío no es el único caso. Me veo con 62 años en la calle, pero hay otras personas que están pasando lo mismo".
El clic que lo llevó a adoptar esta medida fue la negativa a la renta garantizada que el pasado miércoles le transmitió el Servei Públic d'Ocupació (SOC). "Llamé para saber si me habían concedido la renta y me respondieron que no", explica. A pesar de que los servicios sociales valoraron su caso favorablemente en un informe, e incluso le aseguraron que en octubre percibiría la renta de forma retroactiva, la esperanza para abandonar la calle se ha desvanecido. Daniel sigue aguardando la resolución de la solicitud del ingreso mínimo vital, aunque no tiene demasiada confianza en que le sea otorgado.
Sin alternativas habitacionales
Daniel también ha acudido a Arrels en busca de ayuda. Pero un portavoz de la organización expone sus limitaciones: "Solo tenemos un centenar de pisos de alojamiento. Desde la entidad le hemos ofrecido el servicio de consigna, el de comunicaciones y hace uso del espacio común prácticamente cada día".
La oenegé le ha ofrecido asesoramiento para encontrar una alternativa habitacional. Lamentablemente, Arrels pone el dedo en la llaga: los tres únicos albergues públicos de Barcelona llevan meses colapsados y con listas de espera que no dejan de aumentar.
"Voy a llegar hasta el final"
Por su parte, Diosdado Toledano, portavoz de la plataforma que impulsó la renta garantizada de ciudadanía en el Parlament, ha deplorado que se haya excluido a una persona en una clara situación de vulnerabilidad. Además, subraya que no se trata de un caso aislado: "La comisión promotora nos hemos encontrado con otras personas sin hogar a las que también se les ha denegado la renta".
Daniel es epiléptico y se medicaba hasta hace poco con ansiolíticos, aunque ha dejado los fármacos porque no puede costeárselos. Una salud frágil que no merma ni un ápice su voluntad de luchar con todas sus fuerzas. ¿Hasta dónde? "Voy a llegar hasta el final", advierte.