El rechazo a dos únicas identidades de sexo es una realidad. El binarismo viene siendo un término al que se le ha declarado la guerra. O al menos eso es lo que se ha podido percibir durante la jornada de ‘D-Generades’ celebrada en el Museo del Diseño de Barcelona. Diferentes académicas y expertos en el mundo de la moda y el feminismo se han dado cita para debatir y poner sobre la mesa los motivos con los que se pretende poner fin a la palabra género.
Siete posibles sexos
Partiendo de la base que devenir hombre o mujer no es algo que uno elija, la directora del Centre Nationale de la Recherche Scientifique-CNRS de París, Marta Serra, ha hablado de dos acciones abiertas --ser hombre o ser mujer-- que no terminan nunca y que son alteradas a través de diferentes perfomances o estereotipos que inculcan los patrones sociales establecidos por el entorno y el contexto.
Por este motivo, continuar clasificando a la gente según su género puede considerarse como una injusticia social. Un hecho que, además, puede resultar muy violento para todo ser humano que no se identifique con esta dicotomía y que al mismo tiempo no quiera renunciar a ser quien es. Y es que la realidad no puede permitirse el lujo de seguir hablando únicamente de hombre o mujer; Es el momento de dar un paso hacia delante y hablar de personas binarias, personas no binarias, personas transbinarias o personas no transbinarias. Especialmente si se tiene en cuenta la afirmación de Ainsworth en la que decía que hay siete posibles sexos.
Opresión y violencia social
Una postura muy defendida por la antropóloga Mara Martínez, quien ha mostrado en absoluto su disconformidad con el significado de la palabra género. Para la antropóloga este vocablo empieza a chirriar, si se tienen en cuenta que hay muchas personas que no se identifican con los espacios hasta ahora establecidos (hombre/mujer) y que en consecuente, se sienten oprimidas cuando se les obliga a renunciar a su personalidad y a encasillarse donde no les pertenece.
Según Martínez, el hecho de “abrir el sexo y desbaratar el género” es una necesidad imperiosa, puesto que este último actúa bidireccionalmente oprimiendo y ejerciendo el dominio de unas personas sobre las otras.
Evolución de la moda
Algo a lo que se ha sumado la pareja formada por la escritora Bel Olid y Pol Galofre, un activista trans, feminista y embarazado, de casi siete meses, que mediante el análisis de las diferentes tendencias en moda y complementos, han reflejado los estereotipos fijados en las personas desde recién nacidos y que forman parte de la herencia del pasado.
Un pasado al cual Silvia Ventosa, conservadora de textil e indumentaria del Museo, le ha puesto fecha a través de una detallada cronología en la que ha revelado cómo han sido los diseños desde la caída del Antiguo Régimen hasta la actualidad. Todo esto sin perder de vista los principales acontecimientos y movimientos sociales de cada período y que a la vez se han convertido en unos factores clave que han condicionado las líneas de cada prenda.
Téxtil, política y sociedad
Una materia en la que ha profundizado la historiadora Silvia Rosés, quien, además, ha cuestionado la veracidad de la afirmación que lanzó Frúgel: la gran renuncia a la moda del hombre. Para ello, Rosés se ha remontado hasta el siglo XVII, cuando la moda masculina pasó a ser el reflejo de la política y la sociedad del momento. A partir de aquí, se forjó la idea de que el hombre no debía consumir ni derrochar.
En consecuencia no podía hacer ostentación de grandes ropajes ni ornamentos, mientras que quien debía hacerlo era la mujer. Durante el paso de los años y con la aparición de los Dandis, en el siglo XIX, se confirmaría la hipotesis anunciada por la historiadora. El hombre nunca llegó a renunciar a la moda, tan solo la adaptó a su medida.
Nuevos paradigmas
A fecha de hoy hablar de moda agender es algo cada vez menos extraño. Se trata de piezas de ropa que van más allá de si son para mujer o para hombre. Prendas que no entiende de género que usan el mismo corte, las mismas líneas y los mismos colores independientemente de cuáles sean los órganos genitales de su portador.
Un aspecto en el que se ha adentrado Alejandro Gómez Palomo, diseñador y propietario de la firma Palomo Spain. Un modisto para hombres que paradójicamente ha vestido a Madonna, Beyoncé o Rosalía.