Impotencia. Eso es lo que sienten las 17.000 familias impulsoras de la jornada continua en las escuelas catalanas. Tras cuatro años reclamando una reforma horaria en los centros educativos, la pandemia del coronavirus se presentó como una oportunidad para modificar el régimen lectivo en la educación primaria. Pero el departamento dirigido por el consejero Josep Bargalló se ha vuelto a negar en redondo.
"No recibimos ninguna justificación de esta negativa. Hay nulo interés político en afrontar este tema", señala Neus Araño, portavoz de la plataforma que agrupa a los padres y madres que defienden la reforma. Este colectivo no solo destaca las bondades pedagógicas del modelo, sino que subraya su potencial para contener la propagación del Covid-19 en los colegios: "La jornada continua nos permite reducir el riesgo de contagio porque reduce el número de entradas y salidas en los centros educativos", indica Araño.
"Una necesidad imperiosa"
En efecto, la reducción de la jornada lectiva a un único tramo matutino (entre las 9.00 y las 14.00, aproximadamente), divide a la mitad los accesos al recinto escolar. En la coyuntura actual, esto podría ayudar a paliar la falta de medios humanos y materiales que sufren las escuelas. "La gran mayoría de centros educativos no disponen ni de espacios habilitados ni de los recursos básicos para evitar juntar diferentes grupos 'burbuja'", explica Araño. "Consideramos que la jornada continua es una necesidad imperiosa en lo que a salud se refiere", apostilla.
Pero la consejería responde: no es el momento. "La jornada continua no está contemplada este curso", declaran des del departamento. El equipo del conseller esgrime tres razones para fundamentar su rechazo: las dificultades para la conciliación familiar, la gestión del servicio de comedor y los riesgos para los alumnos planteados por neurocientíficos consultados por Educació. Sin embargo, los sindicatos rebaten estas objeciones.
Apoyo de la comunidad educativa
Una fuente de Ustec rebate punto por punto los argumentos de Educación. "Esta es una demanda que procede de las propias familias porque se trata de una simple cuestión de racionalidad. Los hábitos sociales han cambiado y ahora las familias quieren pasar más horas con sus hijos", apunta este representante sindical. En esto coincide con Ferran Barri, portavoz de Csif: "La evolución del trabajo nos lleva a una jornada continuada que se adapta mucho mejor a cómo funciona la sociedad actualmente".
Tampoco parece un problema el comedor escolar --"se pueden aumentar las becas y no perjudica a ninguna parte que los niños se quedan o no a comer en el cole"-- y, respecto a los estudios científicos, critican su alcance: "Son estudios de laboratorio, que suenan muy bien, pero no tienen aplicación en el mundo real", advierte el portavoz de Ustec. En cualquier caso, las familias están satisfechas. "En la escuela La Roureda de Tordera, el 80% de los encuestados, tanto entre el claustro como el ampa, se muestran contentos con el modelo", reivindica Araño. "En todas las escuelas donde se aplica este horario los porcentajes de aprobación son muy altos", asevera.