Las colonias de verano han funcionado en Cataluña con total normalidad durante los meses estivales: las actividades para niños y jóvenes notificadas a la Generalitat han sido 6.090, cifra superior a la media de los últimos cinco años, según las cifras preliminares de la Dirección General de Juventud (DGJ).
Hasta el 31 de julio, 222.626 menores habían participado en alguna de las actividades de educación lúdica notificadas a la DGJ, que valora “positivamente” la experiencia en su primer balance de cifras.
Socialización anti-Covid
El director general de la Agencia Catalana de Juventud, Cesc Poch, considera que a los niños que han participado de estos espacios les será “más fácil” incorporarse al colegio, pues ya han entrado en contacto con un espacio público de socialización con actividades regidas por la normativa anti-Covid.
“El encuentro con sus compañeros ya no será espontáneo, en la calle, sino en un espacio donde hay monitores que controlan la situación”, explica Poch.
Plan de ocio educativo 2020
La Generalitat presentó el pasado mayo el Plan de ocio educativo 2020, al cual se han destinado un total de 11 millones de euros, el doble de la cantidad prevista antes de la pandemia.
Las medidas adicionales principales han sido la compra de material de protección, la contratación de 140 profesionales de refuerzo y las ayudas a aquellas familias más afectadas por el impacto económico derivado del Covid-19. Además, en cada actividad se ha creado la figura de un responsable de seguridad e higiene, que han sido formados expresamente.
Normas básicas
Las normas básicas de convivencia de los menores en estos espacios de ocio veraniego se asemejan bastante a las existentes en el mundo de los adultos: son primordiales la distancia física de 1,5 metros entre participantes, la reducción de aforos, la promoción de las actividades al aire libre y de la higiene personal.
Por lo que respecta a los campamentos, la Generalitat ha permitido la creación de “grupos burbuja” de hasta 30 participantes, los cuales deben estar aislados de cualquier contacto con el exterior.
'Casals' con grupos de 10 niños
En los casals o colonias diarias, los niños se han dividido en grupos de 10, dentro de los cuales no era necesario llevar mascarilla.
En el caso de detectarse algún contagio de Covid-19, los responsables deberán seguir un circuito diseñado para evitar que se expanda.
Una veintena de casos
Según los datos que maneja la Agencia Catalana de Juventud, entre los más de 220.000 niños apuntados a los campamentos y casales realizados en Cataluña, solo se han confirmado “una veintena de casos positivos”.
El movimiento de Centros de Esplai cristianos de la comunidad autónoma, el MCECC, corrobora estas cifras. Según su vicepresidente, Joan Morte, de los 21.000 escolares que han pasado por sus actividades solo se han detectado 9 casos: 5 eran niños y 4 monitores, una cifra “bastante baja”, en sus palabras.
"Difícil de controlar"
No obstante, Morte considera que, pese a que los protocolos establecidos “funcionan bien si se cumplen a rajatabla”, están “bastante alejados de la realidad”. “Hay cosas que son muy difíciles de conseguir, se ha elaborado demasiado sobre el papel y poco sobre la realidad”, puntualiza el vicepresidente de MCECC.
Morte pone como ejemplo la hora de la comida ya que, en su opinión, “es imposible desinfectar perfectamente un comedor entero” y se trata de un momento en el que “es difícil controlar que los niños jueguen y se relacionen sin tocarse”. “En el colegio habrá rebrotes, es inevitable, pero se darán más en las actividades que las familias realicen fuera del aula, no dentro. Es lo que nos ha pasado a nosotros”, puntualiza.
Aire libre vs. espacios cerrados
La principal diferencia entre las colonias de verano y la vuelta a clase es la tipología del espacio en el que el día transcurre. Las actividades veraniegas suelen realizarse en espacios abiertos, donde se ha demostrado una menor incidencia de los contagios, mientras que las actividades académicas se llevan a cabo dentro de espacios cerrados, cuya ventilación se complicará durante los meses más fríos del año.
Pese a esta diferencia, para Poch estos meses “han sido un buen ensayo” frente a lo que viene a partir de septiembre.
Aprender a convivir con la "nueva normalidad"
“La mayoría de niños y jóvenes no han tenido un aprendizaje de las rutinas del Covid-19 porque en casa no eran necesarias y la escuela estaba cerrada”, subraya Poch, quien hace hincapié en que, para los más pequeños, estos han sido los primeros espacios donde aprender a convivir con la “nueva normalidad”.
Los niños han reaccionado “estupendamente”, en palabras del director general, que relata como, pese a haber pensado actividades donde la mascarilla no era necesaria dentro de los grupos burbuja, los niños elegían llevarla puesta libremente. “Ha sido una sorpresa, tienen mucha más conciencia de la que nosotros pensábamos”, celebra.
Cuarentena con un caso
El conseller de educación, Josep Bargalló, ha presentado un protocolo inicial para este curso, según el cual, si un menor da positivo por Covid-19, se impondrá una cuarentena de 14 días de aislamiento a todos los alumnos que compartan clase, además de realizarles a todos una prueba PCR. “Las escuelas no son amplificadores, pero sí viven en un contexto de transmisión. Lo que queremos trasladar es que la escuela es, en todo caso, un elemento de seguridad en este contexto de posible transmisión", remarcó Bargalló durante la presentación del protocolo.
Algunas asociaciones de madres y padres tildan esta medida de “insuficiente”, ya que creen que se debería favorecer la prevención antes que la reacción. Ampas como la del colegio Martí i Pol de Cornellà han lanzado una petición en change.org en la que demandan una “vuelta al cole segura”, para la que ven necesario que se disminuya la ratio por alumnos en las aulas y se contraten más profesores.
Dudas en las familias
El AFA (asociación de familias de alumnos) del colegio Baldiri Reixac de Barcelona considera el protocolo “continúa manteniendo muchas incógnitas” y “no da soluciones a las familias con alumnos con necesidades especiales”.
“Vemos precipitado hacer un anuncio de un protocolo que no está acabado a menos de un mes de volver al colegio”, aseveran desde la entidad, que reivindica el “derecho a la educación” de los más pequeños.
Profesores y sindicatos preocupados
Raquel Vaquer, profesora de inglés del colegio Montserrat Vayreda I Trullol de Lladó (Girona), se muestra “preocupada” por el regreso a las aulas. “Mi centro es rural, por lo que yo daré dos asignaturas: inglés y música, lo que me obligará a cambiar de grupo varias veces durante el día”, comenta.
En su opinión, es verdad que los niños que hayan realizado actividades lúdicas organizadas este verano estarán “más acostumbrados a las nuevas normas”, pero advierte de que “no es lo mismo el colegio que unas colonias”. “En los casales se han comportado porque son cosas que quieren hacer, todo es diversión, pero el colegio es otra cosa”, comenta.
Temor al contagio
El caso de Pilar Porta, profesora de educación física en el colegio Ramon Llull de Barcelona, todavía es más complicado, ya que su especialidad normalmente requiere de contacto entre los alumnos.
La decisión tomada por su centro es que cada profesor se encargue de realizar las clases de deporte de su grupo para minimizar los riesgos, y que ella pase a ser tutora de un curso. “El sector de la docencia está bastante decepcionado con la situación, ya que no tenemos garantías de una vuelta al colegio segura”, comenta Porta.
"Vamos tarde"
El secretario general de educación de CCOO Cataluña, Manel Pulido, considera que “se está yendo tarde y de forma descoordinada entre los diferentes departamentos”, por lo que, en su opinión, “nos podemos encontrar en una situación muy grave en pocas semanas”. “En abril, el conseller iba en la línea de lo que los sindicatos proponían: reducir ratios, buscar espacios alternativos, incrementar el presupuesto para limpieza y desinfección, y colocar una enfermera a cada centro. Pero ahora ha planteado un curso normal”, critica Pulido.
Respecto al incremento de personal que la Generalitat ha aprobado, el secretario general de educación asegura que “esto solo soluciona las sobrerratios que el sistema ya tenía”, por lo que “se tendría que haber hecho con o sin Covid”. “Las decisiones se han tomado unilateralmente. No hay ninguna intención por parte de educación de negociar”, lamenta Pulido.