Dos ancianos sin agorafobia usan mascarillas en espacios públicos / EP

Dos ancianos sin agorafobia usan mascarillas en espacios públicos / EP

Vida

Los psicólogos alertan del peligro de desarrollar agorafobia tras la reclusión

El miedo a salir a la calle puede darse, sobre todo, en las personas mayores, que son más conscientes del peligro

14 agosto, 2020 00:00

Volver a salir a la calle tras la reclusión puede ser una situación problemática para algunos colectivos como las personas mayores, más conscientes del peligro y propensas a padecer cuadros de ansiedad y episodios de agorafobia, según alertan los psicólogos.

“Si en tu ciudad empieza a haber atentados o explota una bomba, tú te proteges reactivamente y te encierras, es una respuesta adaptativa”, señala el psicólogo José Ramón Ubieto, para quien el punto distintivo de la situación actual es que “no sabemos cuando acabará”.

El miedo a compartir espacios públicos durante la “nueva normalidad” puede ser una consecuencia del largo periodo de encierro o del pavor a contagiarse, pero también de las consecuencias económicas y sociales derivadas de la pandemia.

Cuidado con los diagnósticos

Ubieto advierte, no obstante, de que no se puede tildar de “agorafobia” todos estos comportamientos, ya que “es un trastorno catalogado, no es algo que aparezca de un día para otro”.

“No podemos considerar que a todas las personas a las que ahora les da miedo salir tienen una enfermedad mental”, subraya el experto.

Según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), la agorafobia se refiere a la evitación y temor ante cualquier situación que pueda provocar un ataque de pánico y hace perder el control de la ansiedad.

Aunque se suele asociar a los espacios exteriores, puede darse en todo tipo de situaciones, desde en grandes superficies donde hay aglomeraciones, hasta en la intimidad de una cena o ante el temor a morir de un infarto, pasando por el miedo a viajar en avión o en tren.

Montserrat Lacalle, psicóloga experta en atención a personas mayores, puntualiza que, siguiendo esta explicación, “para diagnosticar agorafobia deben cumplirse una serie de criterios determinados”.“Podemos encontrar personas más o menos tocadas, pero no tenemos que hacer diagnósticos rápidos e inmediatos”, puntualiza la psicóloga.

Efectos diferentes según la edad

La directora del centro de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), María del Carmen Rodríguez, ha alertado de las diferentes consecuencias que puede tener la reclusión según la edad.

“Las personas han sufrido soledad, especialmente las que no dominaban las nuevas tecnologías y han vivido el confinamiento con tristeza y añoranza, pero con resignación”, alega Rodríguez.

Los más pequeños lo han experimentado de diferentes formas: algunos han padecido trastornos de conducta y pesadillas durante el encierro, mientras que otros han mostrado más nerviosismo a la hora de volver a salir, explica la psicóloga.

“Muchos de ellos se han conectado a las redes sociales y a los videojuegos más de lo que ya es habitual y, ahora que tienen que salir, les está costando mucho”, subraya Rodríguez, que detecta en muchos menores “dificultades para volver a relacionarse presencialmente”.

Por el contrario, en opinión de la experta los adolescentes “han salido a la calle con la necesidad de encontrarse con sus amigos”, por lo que “no han llegado a tener conciencia de la situación”. “Es por esto que se están poniendo en peligro casi sin darse cuenta”, aduce Rodríguez.

Los mayores lo viven diferente

Las personas mayores “observan las medidas y se exponen menos” porque son conscientes de que su salud es más precaria, según Lacalle, quien recuerda que son los que más amigos y familiares han perdido debido a su edad. “Además son más asiduos a seguir diariamente las noticias y la evolución de la pandemia”, concreta la psicóloga.

Dos ancianos mantienen la distancia social en una de las calles de Barcelona / EP

Dos ancianos mantienen la distancia social en una de las calles de Barcelona / EP

El desconfinamiento ha traído consigo muchos cambios en un tiempo relativamente corto, y a los más mayores “la adaptación les cuesta más que a los jóvenes”, en palabras de Lacalle.

“La conciencia de su vulnerabilidad hace que ahora vayan con prudencia y que se anticipen a situaciones negativas”, señala la psicóloga, que ve en el reencuentro con sus nietos y familias “un aliciente para salir de nuevo y tratar de hacer una vida más normal”.

Aportar soluciones

Todos los expertos coinciden en que lo más importante es apoyar y respetar los tiempos de las personas afectadas sin forzar a nadie.

Lacalle afirma que, por lo que respecta a las personas mayores, es recomendable “acompañarlos y ofrecerles espacios donde puedan hablar y explicar como se sienten”.

La experta sugiere que los familiares acompañen a sus mayores si éstos no se animan a salir solos a la calle.

“Dar un paseo por la manzana, proponer alternativas progresivas para que se vayan familiarizando de nuevo con las salidas y salir respetando todas las medidas de seguridad y en momentos en los que hay poca gente es clave”, concreta Ubieto.

El psicólogo va más allá y advierte que las personas afectadas “no se están imaginando cosas que no ocurren, el virus está aquí”, por lo que es primordial “ayudarles a tolerar el miedo, ya que el peligro no va a desaparecer de momento”.