Efectivos de la Guardia Urbana desalojaron un campamento de toxicómanos en un solar de Drassanes en Barcelona a finales de mayo, pero vecinos de la zona denuncian que, a diario, se encuentran con adictos que se pinchan en la calle, a plena luz del día. Aunque Claudia ya no vive allí --“me marché para poder criar a mi hijo”--, sí lleva a su pequeño a una guardería que se encuentra a escasos metros de la sala de venopunción Baluard. La progenitora es testigo del consumo a plena luz del día: “Se pinchan y dejan las jeringuillas tiradas por el suelo o en jardineras”. El reclamo es evidente: aumentar la limpieza y la seguridad para, al menos, garantizar la convivencia.
“Viví durante muchos años en el barrio --del Raval--, pero al final tienes que irte porque no puedes tener un crío y ver jeringuillas de camino al colegio. No es un barrio apto para niños”, relata la progenitora. Eso sí, admite que abandonó la zona en 2015, cuando comenzó el boom de los narcopisos. “Era encontrarse con zombis de manera constante”, señala, consciente de que la situación ha mejorado con el paso de los años, pese a que la desescalada ha vuelto a destapar la misma problemática. “O convives con ello o te largas, no hay más”, asegura tajante.
Jeringuillas en jardineras
A pesar de su marcha, Claudia visita Drassanes a diario para llevar a su pequeño a la guardería. “Durante el confinamiento estaba todo tranquilo, pero los últimos días volvemos a ver a gente pinchándose en la calle”, lamenta. Esta madre entiende que la narcosala que se sitúa a pocos metros de la escuela hace un servicio necesario, pero lamenta la situación que se produce fuera de ella. “Los vecinos no pueden llevar a los niños al parque por si encuentran jeringuillas. Tienen miedo por lo que puedan encontrar, por eso pedimos que se extreme la vigilancia y la limpieza en la zona”, reclama.
Los residentes son testigos de colas --"a veces de 60 o 90 personas"-- ante el centro Baluard, pero no todos consiguen acceder y son los que se pinchan en plena calle. “Una situación que no es agradable para nadie. Luego encuentras jeringuillas en jardineras, frente al edificio de la Seguridad Social, y personas que llevan días durmiendo al raso, junto a la torre de alta mar”, explica esta madre, quien entiende que la narcosala es un servicio necesario pero subraya que el barrio también necesita equipamientos para los niños. “Es un estigma que al final también sufren los comerciantes”, señala.
Tráfico de drogas
El precio de la heroína ha bajado, lo que resulta un reclamo para los consumidores. “Por dos euros puedes comprar, y así se atrae a más gente”, constata. Los vecinos también son testigos de cómo “coches de alta gama”, que no pertenecen a residentes, aparecen de manera frecuente por sus calles. También denuncian que hay mujeres que ejercen la prostitución en el interior de los narcopisos.
Fuentes municipales señalan que “desde hace meses”, tanto efectivos de Mossos d’Esquadra como de la Guardia Urbana “tienen un dispositivo específico” en Drassanes para tratar de atajar esta situación. Claudia sostiene que, “ya que la policía tiene las manos atadas y si cierran siete narcopisos, aparecen otros siete, al menos que el Ayuntamiento se ponga las pilas en seguridad y limpieza”.
Amenazas en Salvador
En el mismo barrio, en la calle Salvador, residentes denuncian peleas constantes entre narcos y clientes por la venta de estupefacientes. Unos delincuentes que amenazan a los vecinos, a los que tienen identificados, por sus llamadas y denuncias a la policía. Este jueves, un juzgado de Barcelona ha fallado a su favor y ha condenado a uno de los presuntos narcos por un delito leve de amenazas.
El individuo, sobre el que pesan varias demandas más, no podrá acercarse a Salvador ni Sant Antoni Abad durante tres meses y tendrá que abonar una multa de 300 euros --a razón de 6 euros durante 50 días--. Una pequeña victoria para el barrio, desde el que celebran el compromiso de todos los grupos municipales para aplicar un plan de choque contra la delincuencia. Y es que, como ha admitido el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, existe “un problema grave” en el distrito de Ciutat Vella. Motivo por el que se ha comprometido a reforzar la presencia policial y la actuación de los servicios sociales.