El camino hacia la vacuna para hacer frente al Covid-19 se presenta largo, tortuoso y lleno de incógnitas. Parte de quién y cuándo la descubrirá, sigue por quiénes la desarrollarán, la administrarán y se la pondrán. La meta es llegar al 65% y al famoso efecto rebaño de inmunidad colectiva, que no ha logrado la gripe.
En la carrera milmillonaria de farmacéuticas y centros de investigación por lograr una vacuna que vale oro, se están ensayando más de 120 candidatas. Pero solo ocho de China y Estados Unidos han entrado en la fase de ensayos clínicos. Cuatro llevan la delantera, con un potencial científico y económico (han disparado su valor en bolsa), que las hacen favoritas: Cansino Bio, Moderna, AstraZeneca y Johnson&Johnson.
No antes de 2021
La Organización Mundial de la Salud (OMS) maneja principios de 2021 como “plazo razonable” para obtenerla. Tiene que ser segura y conseguir cierta respuesta inmunológica. Las candidatas deben ser ensayadas en miles de personas, la mitad con la vacuna experimental y otras tantas con un placebo y en un mínimo de 50 localizaciones o países diferentes. Lleva su tiempo.
En España trabajan diez grupos de investigadores con gran experiencia en el desarrollo de vacunas. Pero ninguno ha avanzado todavía a la fase de ensayos en humanos. Los dos principales están en el Centro Nacional de Biotecnología, que forma parte del CSIC, dirigidos por Luis Enjuanes y Mariano Esteban.
Los expertos señalan que el proceso medio de génesis de una vacuna puede durar hasta diez años. Pero con esta no se van pedir ciertos estándares porque había fases previas por la familia de coronavirus, lo que ha ayudado la colaboración de investigadores por todo el mundo.
Desarrollo complejo
La Asociación Española de Vacunología considera “razonable pensar que una vez que esté la vacuna disponible, hay que garantizar su eficacia y un tiempo de seis meses o un año para poder ser administrada”.
Haría falta la colaboración de grandes laboratorios para incrementar la capacidad de producción y suministrar millones de dosis a escala mundial. José María Ordovás, director del laboratorio de Genómica de la Universidad de Tufts (Boston), y presidente del grupo de asesores del Ministerio de Ciencia para Covid-19, asegura que incluso la capacidad de producción de vacunas de Estados Unidos está muy por debajo de las necesidades. “No solo hay que descubrir la vacuna, sino además crear nuevas instalaciones para producirla. También existe la preocupación añadida de las desigualdades geográficas y sociales”, advierte.
Falta de fábricas
César Hernández, experto de de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), considera que España tiene capacidad para fabricar miles de dosis de vacuna, gracias a su industria especializada en vacunas veterinarias. Con una pequeña adaptación podrían ponerse en marcha para una producción a gran escala.
No está tan claro. La industria ya tiene problemas para cubrir la demanda de la gripe estacional. Incluso hay un proyecto que propone utilizar plantas de tabaco. La ventaja de España, pese a no contar con fábricas de vacunas preparadas, es que está dentro de la Unión Europea donde varios países (Italia, Alemania, Francia o Bélgica) sí las tienen.
Antivacunas y desconfiados
¿Cuánta gente estaría dispuesta a ponérsela? ¿Se llegará a entre el 55% y 82% que garanticen, según los expertos, una inmunización colectiva? La seguridad de la vacuna será una preocupación importante entre la población a la hora de aceptarla, señalan en la revista JAMA tres investigadoras de la Universidad George Washington (EEUU).
La desconfianza no es nueva y va más allá de los movimientos antivacunas. Son pocos, pero muy activos en redes sociales y pueden inclinar la balanza, según la revista Nature. El espectro se amplía con quienes no se las toman en serio. Las reticencias a la vacunación fueron el año pasado una de las diez amenazas a la salud global, según la OMS.
Una cuarta parte rechaza
En Francia, una cuarta parte de los adultos no se vacunaría contra Covid-19, según una encuesta realizada en abril. Algo similar ocurre en otros países europeos. En Estados Unidos apenas un tercio de los encuestados por Morning Consult a finales de mayo estaban dispuestos a ser los primeros en vacunarse. El resto da largas y un 10% dice que nunca.
En España no hay sondeos. Pero tomando como referencia la gripe, en la última campaña apenas se vacunó el 55% de los mayores de 65 años y otros grupos de riesgo. Según datos del Ministerio de Sanidad, sólo se inmunizan tres de cada diez profesionales sanitarios y servicios sociales. El resto, casi un millón, pasan olímpicamente y pueden enfermar y transmitir el virus a los usuarios de los 466 hospitales y 13.129 centros de atención primaria. Inquietante precedente.