Entre el 23 de marzo y el 3 de mayo, la Fundación ANAR, que ayuda a niños y adolescentes en riesgo, ha atendido más de 1.440 peticiones de menores. Cerca del 48% por motivos de violencia intrafamiliar; lo que supone un crecimiento de más de de 11 puntos desde que se decretó el estado de alarma. “Violencia física, psicológica, de género --la madre es víctima pero los hijos, que son testigos, también la sufren--, abuso sexual, abandonos y desatenciones en las necesidades básicas, ya sea en el plano físico o en el emocional", detalla Diana Díaz, directora del teléfono de la organización.
Las peticiones de auxilio que han atendido desde que se declaró el estado de alarma no han dejado de crecer. En su mayoría, se deben a menores que son víctimas de malos tratos, pero también por las afectaciones psicológicas del encierro. "Es otro de los datos más significativos durante el confinamiento, ya que representan el 23,5% todas las consultas. Ansiedades, miedos, aislamiento, síntomas depresivos, trastornos de alimentación, autoestima, habilidades sociales o autoimagen", detalla Díaz a Crónica Global.
24 horas confinados
Desde la fundación detallan que muchas de las consultas que reciben no solo provienen de los menores, sino de adultos de su entorno. "Vecinos que son testigos de situaciones de emergencia, o algún familiar que ha detectado situaciones de riesgo y nos lo ha comunicado", explica la responsable de la línea de ayuda. Y es que, como señala, Díaz, el confinamiento se ha convertido en un momento de especial gravedad para la violencia en el hogar. "24 horas de reclusión sin vía de escape para que otros agentes como centros de salud, pediatras, o escuelas detecten la violencia", señala.
La violencia a la que se ven sometidos niños y adolescentes en su entorno familiar también tiene un gran impacto emocional. "A parte de ansiedad, miedo, y tristeza, lo que más ha aumentado durante este periodo son las consultas en relación a los intentos de suicidio y las autolesiones. Hablamos de un 8,3%; una cifra muy alta, porque el problema es lo que se encuentra detrás, por qué los menores piensan en ello", advierte Díaz. Para ello, la fundación cuenta con un equipo de psicólogos especializados en infancia que evalúa cada caso, "el momento, la circunstancia individual, qué pasos se pueden dar, si existe una situación de urgencia, o se puede llevar con ritmo más lento y dar contención emocional y luego derivar a los recursos adecuados", explican desde ANAR.
Auxiliar a los menores
Y es que la pandemia ha mermado las opciones de pedir ayuda. "Los adolescentes, en muchas ocasiones, se han visto sin escapatoria durante el confinamiento", relata Díaz. En situaciones de máxima gravedad, la fundación se coordina con fuerzas de seguridad y equipos de emergencia para auxiliar a los menores. "Casos urgentes que requieren una intervención inmediata y no se pueden posponer. A pesar del confinamiento, la capacidad de respuesta ha sido muy buena", apunta.
La organización todavía no dispone de datos para determinar si la salida de menores y adolescentes ha disminuido las situaciones de violencia en sus hogares. “Es pronto para saberlo, si el confinamiento se va relajando, podremos ver qué sucede. Nuestras líneas de ayuda son el termómetro de lo que está pasando en la sociedad, y las llamadas por este motivo entre marzo y mayo muestran que sí ha aumentado", señala Díaz. "Debería servir, no solo para tomar medidas, sino para poder trabajar en la prevención", sentencia.