"Con 69 años y alzhéimer, los hospitales públicos y privados catalanes dijeron que mi padre no era candidato a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)". Este es el extracto literal de parte de una denuncia de los familiares de la residencia Matacàs de Sant Adrià de Besòs (Barcelona), la peor de Cataluña en fallecimientos, con 60 muertes por el virus SARS-CoV-2. La queja presentada ante la Fiscalía Superior de Cataluña apunta a presunta mala gestión en el centro, sí, aunque también al descarte de ancianos en las UCI de los hospitales catalanes durante la pandemia.
El escrito, junto con otros dos testimonios de familiares del geriátrico Matacàs, ya está sobre la mesa de Francisco Bañeres, fiscal superior de Cataluña. Lo ha enviado la asociación privada El Defensor del Paciente, que se ha hecho eco de la ira de tres familiares de residentes que han perdido a mayores en el centro privado. Una de ellas detecta ocultación de casos de Covid-19 en el geriátrico, administración de cuidados paliativos sin permiso de la familia y muertes de ancianos en cascada. Una de las denunciantes, además, denuncia que las UCI catalanas rechazaron ingresar a su padre por tener 69 años y alzhéimer avanzado.
"No era candidato a la UCI"
La ciudadana explica que su padre, de 69 años y con la enfermedad neurodegenerativa, estaba ingresado en Matacàs desde el 9 de enero de 2020. Cuando la pandemia llegó a España, ella se dirigió al personal del centro, pero éstos negaron tener contagios o casos de coronavirus pese a que los familiares alertaron de las primeras muertes. "En todo momento, cuando nosotras preguntamos si había algún caso de Covid-19 en la Residencia Matacàs nos dijeron que no", relata. El 25 de marzo, el geriátrico encajó el primer exitus o deceso y la gerencia habilitó la tercera planta como zona de cuarentena. Al día siguiente la Generalitat de Cataluña prohibió las visitas a los asilos por precaución. A partir de aquel momento, los allegados tuvieron solo conocimiento de la situación de sus padres y madres por conversación telefónica o correo electrónico.
"El día 2 de abril a mediodía llamé, como cada día, para preguntar por el estado de salud de mi padre y me dijeron que lo estaba visitando la enfermera porque tenía la saturación en sangre muy baja y que estaban valorando ponerle oxígeno", relata la vecina. "El día 3 de abril por la mañana seguía igual --sin pasar ningún médico-- y por la tarde nos dijeron que habían pasado los médicos del ambulatorio de Sant Adrià del Besós y que le estaban poniendo antibiótico para ver si conseguían que reaccionara", ha agregado. "De todos modos, su pronóstico era ya muy grave. Mi familia y yo valoramos la opción de trasladarlo a un hospital. Llamamos a clínicas privadas y hospitales públicos y en todos nos dijeron que, siendo paciente de alzhéimer, no era candidato para entrar en una UCI. Que lo mejor que podíamos hacer por él era no moverlo y asegurarnos de que iba a tener un final de vida sin dolor. El día 4 de abril por la mañana nos confirmaron que lo habían sedado para que no se enterase de nada y, finalmente, falleció el día 5 de abril a las 14.45 de la tarde", ilustra la misma fuente.
La residencia Matacàs, en la diana
El escrito de la ciudadana revela una gestión cuanto menos polémica de la pandemia en la residencia Matacàs, un centro privado que gestiona la familia Clapés de Sant Adrià, una estirpe con intereses en varios sectores, incluido el farmacéutico. "Obviamente no podemos hacer nada por las 60 personas que hemos perdido, pero es urgente recordar que hay otros 110 residentes allí dentro. Además, si esto se hubiese gestionado de otra manera, la residencia no hubiese mentido deliberadamente --ocultando que no había internos confirmados simplemente porque no les hacían tests, no porque no hubiese residentes con síntomas-- y el Gobierno hubiese hecho los tests que tenía que hacer, la mayor parte de estas vidas se podrían haber salvado", acusa la denunciante.
Residencia Matacàs, donde se han producido al menos 60 fallecimientos / Google Maps
A la espera de que se dilucide si hubo mala gestión en el geriátrico Matacàs, lo factual es que el centro privado tuvo que ser desinfectado por el Ejército, los Bomberos de la Generalitat y medicalizado por el CatSalut. En paralelo, el testimonio de la vecina de Sant Adrià que perdió a su padre confirma de nuevo lo avanzado por este medio: las UCI catalanas aplicaron el descarte o triaje de mayores cuando la incidencia del virus SARS-CoV-2 alcanzó su pico en Cataluña. La combinación de ambos factores, el colapso de las residencias y del sistema sanitario, impidió una mayor intervención asistencial con los mayores contagiados con el patógeno.