Cuarentenas carcelarias
El aislamiento, según la literatura científica, causa efectos psicológicos serios, estrés postraumático, conflictos familiares y rechazo social
16 marzo, 2020 00:00Dormir a pierna suelta, leer, ver series televisivas… Las redes sociales mostraban anhelos teóricos por someterse a cuarentenas por tener coronavirus o sospechas. Ya son varios centenares, la mayoría sanitarios, en España. Los estudios científicos muestran efectos devastadores: trastornos psicológicos, estrés postraumático, conflictos familiares e incluso el estigma o rechazo de vecinos y conocidos.
El remedio es eficaz, pero tiene elevados costes personales y sociales. Es la conclusión de los psicólogos clínicos del King’s College de Londres tras analizar más de 3.000 documentos sobre cuarentenas en 24 países motivadas por el SRAS, la gripe H1N1 de 2009-2010 y el Ébola.
Dramas familiares
El aislamiento se asemeja a una cárcel para los diagnosticados con una enfermedad contagiosa o ahora coronoviralizados. Tampoco andan lejos los separados que han estado potencialmente expuestos para determinar su evolución y reducir el riesgo de infectar a otros.
Los autores, coordinados por Samantha K. Brooks, describen el drama de la separación de los seres queridos, la pérdida de libertad, la incertidumbre sobre el patógeno y el aburrimiento. Y efectos tan graves que pueden acabar en suicidios, reyertas sangrientas y demandas judiciales posteriores.
“Lo peor es no tener contacto físico con nadie. No poder dar ese besito ni esa caricia de buenas noches”, confesó uno de los médicos de Vitoria aislado once días en una habitación de su casa para no contagiar a su mujer y hija de tres años.
Mejor, periodos cortos
“Deben sopesarse los beneficios potenciales de las cuarentenas masivas obligatorias e intentar prevenir los efectos negativos asociados”, observa Brooks. Los psicólogos estiman que estos periodos no deben superar las dos semanas, se debe proporcionar una justificación e información clara y apelar al altruismo recordando a los afectados los beneficios para el resto de la sociedad.
“Dos semanas son más que suficiente. La incubación dura entre cinco y siete días y a partir de los catorce la práctica totalidad ya no presenta síntomas”, asegura Antoni Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona.
Las cuarentenas de más de diez días se asocian con peor salud mental, síntomas de estrés postraumático, conductas de evitación y enfado. También con temores sobre la propia salud o a infectar a otros.
Estrés agudo por el SARS
Un estudio chino de 2004 en Psychiatry Services sobre el personal hospitalario en contacto con el SARS detectó tras nueve días de cuarentena síntomas de trastorno de estrés agudo, agotamiento, desapego, ansiedad, irritabilidad, insomnio, poca concentración e indecisión, deterioro del desempeño laboral y renuencia al trabajo.
En otra investigación de 2009, publicada en Canadian Journal of Psychiatry, algunos síntomas de estrés postraumático pervivían tres años después. Otro estudio de 2012 precisó que tras este periodo un 10% del personal sanitario padecía síntomas depresivos altos.
Aburrimiento, ira y frustración
La cuarentena por culpa del SARS, según una investigación canadiense de 2008, recogía respuestas muy negativas: más del 20% manifestaron temor, el 36% nerviosismo y tristeza y el 10%, culpabilidad. Los estudios también identificaron confusión, miedo, ira, pena, entumecimiento, ansiedad e insomnio.
Los psicólogos advierten de que el encierro exacerba estos síntomas si además los suministros básicos (comida, agua, ropa o alojamiento) son escasos, inadecuados o tardíos.
Teletrabajores estresados
Muchos teletrabajadores forzosos, también en España, no se adaptan a despachos improvisados e incómodos en casa. Sobre todo, si además han de ocuparse de sus hijos por el cierre de los centros escolares. Los psicólogos describen síntomas de estrés y malestar, sobre todo por la pérdida de vida social.
“Puede ser letal para los oficinistas que no hacen otra cosa que pasearse en torno a la máquina de café, salir a fumar y mirar el Facebook hasta la hora de irse”, ironiza el sociólogo madrileño Santiago Galán.
“Cuando todo acabe, les será difícil fingir cómo trabajaban. Sus jefes descubrirán su producción y a ver cómo justifican el sueldo. El coronavirus puede revolucionar las relaciones laborales”, agrega.
Arruinados por el Ébola
Algunas cuarentenas han causado serías dificultades financieras por la insuficiencia y tardanza de las empresas y administraciones en reembolsar las ayudas. Y verdaderos estragos en las economías personales en el caso del Ébola.
Un estudio de 2017 en Senegal, publicado en Social Science and Medicine, reveló que muchos se volvieron dependientes de sus familias, con los consiguientes conflictos.
¡No te acerques!
Otro efecto secundario, observado sobre todo en los brotes de Ébola, es el estigma y rechazo de los vecinos tras la cuarentena e incluso de la contención del brote. En Liberia denunciaron que llegó a conducir a la privación de derechos de grupos minoritarios y a actitudes xenófobas y discriminadoras.
El fenómeno se ha reproducido en parte con la población china por la epidemia de Covid-19. También entre algunos europeos sometidos a cuarentenas obligatorias en cruceros y otros espacios cuya identidad ha trascencido.