Tiene 18 años y el sábado, tras pasar seis días en la denominada "sala de retornados" del aeropuerto de El Prat, pudo, por fin, pisar las calles de Barcelona. La joven saharaui, que prefiere no revelar su identidad por seguridad, solicitó asilo político. El motivo, según su abogada, escapar de un matrimonio concertado. Y, aunque las autoridades rechazaron su petición en primera instancia, ahora la han admitido a trámite, aunque la resolución se puede alargar hasta 18 meses.
Una de las personas que ha estado a su lado durante estos días es Oriol Puig, miembro de la plataforma Sàhara Dempeus. Este activista explica a Crónica Global que la muchacha no ha dejado de sonreír desde el pasado sábado, cuando abandonó la terminal. "Está muy feliz. La hemos acompañado todo el fin de semana y ahora está con su primo, que vive en Barcelona", detalla.
Acompañamiento
Desde el Ministerio del Interior explican que, durante el tiempo que dure la tramitación del asilo político, la joven podrá residir y desplazarse por todo el territorio español. Y recuerdan que, solo en el último año, se han concedido dos peticiones, también a refugiados saharauis. Subrayan además, que la concesión de este no deja lugar a interpretación, ya que se basa en los "derechos establecidos en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, en la normativa vigente en materia de extranjería e inmigración, así como en la normativa de la Unión Europea". Rechazan por tanto, que pueda influir cualquier otra motivación.
Puig explica que la intención es tramitar el estatus de apátrida; cualquier persona a la que ningún Estado considera destinataria de la aplicación de su legislación; y la tarjeta roja para refugiados, que identifica a los solicitantes de asilo. Un documento en el que constan los datos de filiación de la persona solicitante y su fotografía y que, tras seis meses desde que se tramite la petición, permite acceder al mercado laboral.
Sus planes: estudiar
Desde Sàhara Dempeus apuntan que la intención de la joven de 18 años es estudiar. "Ya cursó secundaria en el campamento de refugiados y ahora quiere seguir con su educación, el problema es que con los trámites burocráticos, no sabemos cuándo podrá hacerlo", señala Puig.
En cuanto a su residencia, desde la entidad aclaran que ella cuenta con "tres núcleos familiares en España". Por una parte, su primo, que reside en la capital catalana; una tía en Palma de Mallorca, y la familia que la acogió varios veranos cuando formó parte del programa Vacaciones en paz, que permiten que niños saharauis viajen al territorio durante la época de altas temperaturas en el desierto. "Ella ya era refugiada, y ahora busca refugio de un refugio. Si situación es compleja. Lo primero que quiere es encontrar un sitio en el que poder comenzar una vida, y esto es lo que ha encontrado aquí", detalla el activista. "No es una chica con desarraigo, sino que tiene raíces y las herramientas y el entorno ideal para construir una nueva vida", apostilla.
Matrimonios forzados
"Aquí también se producen matrimonios forzosos", apunta Puig, quien recuerda que "el pueblo saharaui, dentro del mundo árabe, es el que más respeta a la mujer; una sociedad donde el feminismo está más arraigado y existen muchos matriarcados", señala. "Como en cualquier otra parte, puede haber gente mala, pero no se puede estigmatizar a todo un pueblo por ello".
Nueva vida
Oriol ha visto la sorpresa en su cara al caminar por las calles de Barcelona. "Se tiene que acostumbrar a algo tan simple como que el lavabo no es un agujero en el suelo o que al abrir la ducha, sale agua", cuenta.
La intención es, en un futuro, desplazarse a Albacete para comenzar "una nueva vida" con las personas que, durante algunos veranos, fueron su familia de acogida. "Ella quiere estudiar y, a partir de ahí, verá qué quiere hacer. Al fin y al cabo, de eso se trata, de que ella sea quien decida lo que quiere hacer con su vida", señala Puig.