Portugal no solo seduce a las grandes fortunas y famosos como Madonna, Marcos de Quinto o a Carmen Martínez-Bordiú. También engancha a jubilados vip y medianos. En los tres últimos años, según su Ministerio de Finanzas, casi 15.000 franceses, nórdicos, holandeses, británicos fugitivos del Brexit y españoles se han establecido en Oporto, Lisboa, Estoril o el Algarve.
La clave es el imán fiscal que, con solo 183 días de residencia al año, permite no tributar por la pensión durante una década e incluso rescatar los planes privados sin pagar a Hacienda. El chollo, establecido por el Gobierno socialista de Antonio Costa en 2015, se completa con un coste de vida inferior al de España, servicios públicos eficientes y seguridad ciudadana. Además, en el país vecino se habla una lengua no tan diferente al castellano y no es obligatorio un permiso de residencia para vivir allí.
Algarve ideal
Estas y otras ventajas, según el ranking anual 2019 de la revista International Living, sitúan a Portugal entre los cinco lugares paradisíacos o ideales para jubilarse y vivir. España ocupa el décimo puesto, detrás también de Costa Rica, México, Ecuador, Malasia, Colombia, Perú y Tailandia.
La publicación describe como ejemplar la ciudad de Lagos en la región del Algarve. Dispone de un clima apacible, playas innumerables, alrededores repletos de naturaleza para realizar actividades y mucho dinamismo social gracias al turismo. Una pareja, asegura, puede vivir cómodamente con 1.880 euros al mes, 404 euros menos que la suma de sus dos pensiones medias en España (1.142,67 euros).
El Índice Global de Retiro Anual también destaca nuestro buen clima, comida rica, trenes rápidos, sanidad de calidad, pero eleva a 2.220 el umbral de una pareja para poder vivir cómodamente.
Pero está más lejos del atractivo fiscal de Portugal, donde las pensiones están libres de impuestos y, además, se permite rescatar planes de pensiones privados sin pagar absolutamente nada a Hacienda.
No se aplica retención alguna y el jubilado recibe íntegra la pensión durante diez años con la condición de vivir, comprando o alquilando una vivienda en el país, durante al menos 183 días, no necesariamente continuados. No obstante, la Inspección General de Finanzas lusa aboga por adoptar "rutinas de control” para confirmar la residencia efectiva.
Luz y gas más baratos
Por si fuera poco, el Comité de IVA de la Comisión Europea ha autorizado a Portugal una reducción del término medio fijo del recibo de la luz desde el 23% actual hasta el 6% para suministros de electricidad con una potencia contratada de hasta 3,45 kilovatios y en consumos de gas natural que no superen los 10.000 metros cúbicos anuales.
Según el Ministerio de Finanzas luso, la mayoría de los pensionistas que se han acogido a las ventajas fiscales y a la flexibilidad de su programa RNH (Residentes No Habituales), proceden de Alemania, Francia, Holanda, Suecia y Reino Unido. La embajada de España en Lisboa cifra en 2.000 los residentes mayores de 65 años.
Éxodo preocupante
En estos países ha despertado recelos el “éxodo dorado” de pensionistas atraído por el sol, las playas, la calidad de vida, la seguridad y la estabilidad política y económica, pero sobre todo por un régimen fiscal imbatible que permite no pagar impuestos en Portugal y tampoco en el país de origen de estos ciudadanos.
En España, la fuga se considera de momento insignificante y el Ministerio de Hacienda sigue gravando como ingresos por el trabajo las pensiones públicas de residentes en el extranjero. Además, considera que Portugal no puede competir en asistencia sanitaria. Es el punto más débil en el estado vecino, donde dos de sus diez millones de habitantes son ancianos. Según Eurostat, Lisboa se ha convertido en la capital más envejecida de toda Europa.
Los gobiernos de Finlandia y Suecia han mostrado su enfado al ver que Portugal les “roba” los ancianos y se aprovecha de la riqueza generada con el dinero de las pensiones pagadas por los ciudadanos en sus países de origen.
Finlandia ha presentado una protesta formal ante la Comisión Europea por “competencia desleal” y ha cambiado su legislación para poder cobrar impuestos por los planes de pensiones en caso de que el país del residente no lo haga. “Doble imposición no, pero cero tampoco”, han decidido los finlandeses, dispuestos a gravar a sus pensionistas aunque residan fuera.
Quién le hubiera dicho sobre esta invasión de mayores a Portugal al Nobel de Literatura José Saramago, que dejó Lisboa para irse a acabar sus días en Lanzarote.