Son menos, pero su vulnerabilidad es extrema. De las más de 1.000 personas que duermen en las calles de Barcelona, solo 113 son mujeres. El 69% de ellas ha sido víctima de violencia durante su vida, una situación que las ha empujado a escapar de sus hogares.
Tomar la decisión no es sencillo. “Los hombres muchas veces explican que la vergüenza de haber fallado en el estereotipo de cabeza de familia les impide volver, pero ellas se culpabilizan y se juzgan. Tienen que haber pasado mucho para abandonar el hogar, sobretodo si tienen hijos”, explica a Crónica Global Laia Vila, directora de la Llar Pere Barnés de la Fundación Arrels.
Víctimas de violaciones
Una violencia que no termina cuando huyen del infierno que viven en sus casas. “En la calle, el abuso del hombre sobre la mujer es muy exagerado”, lamenta Laia. Al centro que dirige acuden víctimas que sufren agresiones sexuales de forma retirada. Unos abusos que las empujan a buscar la compañía de un individuo que también las agrede, el denominado “cuidador”. “Prefieren someterse a uno, que también las viola, que ser asaltadas cada noche por desconocidos”, explica.
Su recuperación también es más complicada que la de ellos por todo lo que han sufrido. “Llegan totalmente rotas, con patologías mentales muy avanzadas, o dinámicas de consumo muy arraigadas”, explican desde Arrels.
Invisibles
“He denunciado y nadie me ha hecho caso”, es la frase que Laia ha escuchado en más de una ocasión de una mujer sintecho que ha sido violada en las calles de Barcelona. Se convierten en víctimas invisibles, porque no hay alguien que se preocupe por lo que les ha sucedido ni tampoco por encontrar al culpable.
Vila recuerda el asesinato de Ana, una mujer sueca de 46 años que el pasado agosto apareció muerta en la calle, tras el remolque de un camión. A pesar de los signos de violencia, la policía no ha encontrado al responsable y ha cerrado el caso. En los últimos 12 meses, según datos de la fundación, han fallecido 54 personas sintecho en la capital catalana. 208 desde 2016.
Agresiones a personas sin hogar
También han aumentado las agresiones a las personas que duermen en las calles de la ciudad. De 2018 a la actualidad, la brutalidad contra los sintecho crece el 38%, y se dispara hasta el 43% en el caso de las mujeres.
La última víctima de la exclusión residencial ha sido una mujer de 70 años, a la que prendieron fuego en un parque de Palma de Mallorca. Aunque ahora la policía no descarta que se haya tratado de un accidente, ella se encuentra en estado crítico en el Hospital Vall d’Hebron, con quemaduras de segundo y tercer grado en el 20% de su cuerpo. Un suceso que ha recordado al asesinato de Rosario Endrinal en un cajero de Sarrià en diciembre de 2005, cuando dos jóvenes y un menor rociaron con disolvente a la indigente, que dormía en un cajero, y le prendieron fuego con una colilla.