Manuel Fraga daba la murga hasta en el Congreso de los Diputados sobre el disparatado precio de los garbanzos. El predecesor de Pablo Casado hoy estaría contento porque en los súper el kilo ronda un euro de precio medio. Pero disgustado por el desmesurado origen norteamericano del rey del cocido hispano, traído a la Península por los cartagineses, según los historiadores.
Algo parecido ocurre con sus hermanas lentejas y alubias o judías secas. En 2018, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, el 70% de las legumbres consumidas en España eran de importación. “Muchos desconocen que las lentejas que compran han hecho un viaje de 10.000 kilómetros hasta llegar su plato”, asegura Luis Pérez, investigador del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del CSIC.
Etiquetado confuso y engañoso
La producción española sumó el año pasado 26.120 toneladas de garbanzos, la mayoría cultivados en Andalucía y Castilla y León; 22.160 de lentejas, en Castilla-La Mancha; y 11.160 de judías, en Castilla y León y Galicia. Por el contrario, se trajeron de Estados Unidos, México y Canadá 51.000 toneladas de garbanzos, 75.000 de lentejas y 40.000 de alubias. Argentina, Turquía, Perú y las lejanas China y Australia son otros grandes proveedores.
Basta con leer atentamente la etiqueta para conocer la procedencia de la legumbre. Pero las organizaciones de consumidores advierten de que en muchos envases se presta a confusión. El código de barras es español y el “envasado en” refiere alguna ciudad castellana, pero no viene identificado de forma clara el origen. Además, se utilizan denominaciones engañosas como “lenteja castellana”, “alubia la granja” o “garbanzo lechoso”, con lo que el comprador da por seguro que proceden de Castilla, La Granja (Segovia) o Andalucía.
Negocio redondo
Las legumbres importadas suelen ser de mayor calibre, necesitan menos tiempo de remojo y cocción, y ofrecen textura más blanda e incluso mejor presencia. Son almacenadas en origen y llegan por vía marítima a granel a España perdiendo aún más cualidades.
Para Estados Unidos es un negocio tan redondo que se han multiplicado por diez las 100.000 toneladas que producía hace 20 años y por 17 las 21.000 de garbanzos. Los cultivos en explotaciones extensivas donde usan abonos y productos fitosanitarios distintos de Europa permiten exportar a precios muy bajos.
Precios dispares
El precio en España puede dar una pista. Desde los 1,22 euros el kilo de garbanzos en Carrefour a más de 10 los autóctonos en tiendas gourmet con envases de diseño.
Pero no siempre son mucho más caras las legumbres con raigambre hispana y el certificado de denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas como los garbanzos de Fuentesauco (Zamora) y Escacena (Huelva), alubias de la Bañeza-León, judías de El Barco de Avila, Faba Asturiana y Faba Lourenza (Galicia), Fesols de Santa Pau y Mongeta Del Ganxet (Cataluña) o lentejas de La Armuña (Salamanca) y de Tierra De Campos (Palencia).
Polémica con los súper
El “déficit” español en este mercado molesta a la UPA y otras organizaciones agrarias. Demandan más ayudas oficiales para potenciar estos cultivos y, de paso, frenar la despoblación.
Las redes sociales han entrado en la polémica tras publicarse que 12 de las 13 marcas blancas de legumbres que oferta Mercadona no son españolas. Los internautas denuncian que se explota la ignorancia del consumidor y que las importaciones suponen un desprecio y la ruina para los agricultores.
El gigante alimentario valenciano replica que la muestra obedecía solo a un local madrileño “en absoluto extrapolable a todos los de la cadena”, y que en la pasada campaña compró más de 3.000 toneladas de legumbres a productores nacionales.
Consumo en descenso
Los nutricionistas consideran que “la calidad española es mucho mejor” y “no es mucho más caro”. Pero este cultivo tradicional ha sufrido un importante retroceso en los últimos decenios en detrimento de producciones más rentables.
También ha descendido el consumo a 1,25 kilos de garbanzos por habitante, 0,93 gramos de alubias y otros tantos de lentejas. Un 60% menos que hace tres décadas, según el panel del Ministerio de Agricultura. La caída se ha frenado, pero seguimos lejos de las recomendaciones médico-científicas internacionales.
En la dieta planetaria ideal
Las legumbres son esenciales en toda dieta mediterránea por su riqueza en proteínas, minerales, vitaminas, alto contenido en fibra e hidratos de carbono. Las investigaciones asocian su mayor ingesta a una reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, crónicas como la diabetes y el cáncer.
“Conviene incrementar el consumo y la producción, también por la salud de la agricultura y del medio ambiente”, reclama la ONU en su campaña permanente a través de la OMS y la FAO.