El color de las yemas de los huevos se determina según el pienso que comen las gallinas. Ese alimento está compuesto de forma que cubre todas las necesidades de la gallina.
Así lo explica Anna Toda, directora de la Federación Avícola Catalana, a Comer. “Un pienso con alto contenido en maíz da una yema más anaranjada, y si lleva más trigo o cebada, que tiene menos color, es más amarilla pálida”, señala María del Mar Fernández, ingeniera agrónoma.
Las granjas se adaptan a los gustos
Como los consumidores quieren las yemas de un determinado color, ya que piensan que según la tonalidad son mejores o peores, las granjas se adaptan a los gustos de los clientes.
Cuando nos encontramos la yema de un color que no nos acaba de gustar, no lo volveremos a comprar. Así es el patrón de la relación entre producto y cliente y tanto las granjas como las grandes cadenas de distribución lo saben.
Los supermercados y distribuidores eligen
Cada cadena o distribuidor “determina de qué color quiere la yema de los huevos que vende”, explica Toda.
“En el norte y el sur de España se piensa que la yema debe ser anaranjada; en cambio en el centro la prefieren de un color más pálido”, indica la directora de la Federación Avícola Catalana.
Entra en juego el colorante
No siempre se puede lograr el pigmento que piden los distribuidores, y entonces es cuando se le añaden colorantes. Se trata de pigmentos autorizados por la Unión Europea y que no suponen peligros para la salud.
Pueden ser naturales o artificiales y siempre deben estar autorizados para la alimentación animal. Nunca se pueden añadir una vez estén producidos.