54 fallecidos en los últimos doce meses. Personas con una media de edad de 56 años que vivían en las calles de Barcelona. Según ha informado la fundación Arrels, el 25% murieron al raso y, dos de ellas, víctimas de agresiones.
Para recordarlos, 18 entidades han organizado un acto el próximo miercoles 30 de octubre en la plaza de la Catedral. "No nos cansamos de decirlo: vivir en la calle acorta los años de vida", ha señalado desde Arrels, que se dedica a ayudar a las personas sintecho y que denuncia que "la realidad de estas personas "a menudo es invisible y sus defunciones aún más".
208 muertos desde 2016
Desde el año 2016, han muerto un total 208 personas que vivían o habían vivido al raso y que habían sido atendidas por diferentes entidades sociales de la capital catalana. De los 54 fallecidos durante los últimos doce meses, 13 vivían en la calle y 25 en el hospital o en un centro sociosanitario, mientras que el resto habían conseguido vivir en un piso o vivían en una residencia o en un albergue.
Según los datos de la fundación, sólo una de cada cuatro personas sin hogar muere en el hospital. Así, han señado que Bambo, Krzysztof y Mihai, apodos por los que eran conocidos algunos de los fallecidos, tenían sólo 31 años al morir y son los más jóvenes que han muerto durante estos últimos 12 meses.
1.200 personas en la calle
Arrels también ha denunciado que, desde el año 2016, la media de edad de las personas sin hogar que fallecen "es cada vez más baja" . Las 54 fallecidos durante este año fueron atendidas en 18 entidades dedicadas a acompañar a personas sin hogar: Àmbit Prevenció, Assís Centre d'Acollida, Barcelona Actua, Cal Muns, CAS Baluard, Cáritas, Dit i fet, Heura, la fundación Sant Pere Claver, la Merienda, Gregal, el hospital de campaña de la parroquia de Santa Anna, Lligam, Lloc de la Dona, Projecte Sostre Techo, Santa Lluïsa de Marillac, UTE-Primer la Llar y fundación Arrels.
En Barcelona, unas 1.200 personas viven en la calle y están expuestas al frío, al calor, a la violencia y agresiones, a la soledad y a la pérdida de su entorno de apoyo, según las entidades, que piden a la ciudadanía que dejen de ver a estas personas "como una molestia y cambiar la mirada".