La recesión asoma la gaita en las predicciones económicas y los Sala i Martín y Niño Becerra cuecen sicalípticas teorías sobre la incidencia y los efectos del Estado malayo en la economía catalana. La próxima crisis será una nueva ventana de oportunidad para un Procés corregido y aumentado, otra excusa para culpar al Gobierno de que el Govern lleve dos años sin presupuestos con el inexperto Aragonès al frente de las finanzas autonómicas y atribuir a España todos los males de la catalana tierra.
Ya hace tiempo que se tiene constancia de los primeros síntomas de la crisis. El aumento del paro, los impagos y el frenazo inmobiliario son los elementos más visibles. Más las incertidumbres, el Brexit, la guerra arancelaria entre los Estados Unidos y China, la revisión crítica del modelo capitalista y la atonía de la economía alemana. Huele igual que en 2007/2008, cuando las hipotecas basura estadounidenses fueron la pieza del dominó que inauguró la catástrofe.
En ese contexto, los medios reparan en la agitación en el Banco Central Europeo. Las últimas disposiciones de Mario Draghi son la apertura, entre otros, de El País: "Próximo a abandonar el puesto, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), lanzó ayer una batería de medidas de estímulo con las que espera mitigar los temores a una recesión en la zona euro. El banco ahonda en los tipos negativos al fijar en el -0,5% la tasa que cobra a la banca por sus depósitos, un recorte del 0,1%, y anunció que la etapa de intereses muy bajos va a prolongarse al menos hasta que la inflación se acerque al 2%. Además, la institución retoma el programa de compra de deuda que abandonó hace nueve meses, por una cuantía de 20.000 millones de euros al mes, sin fecha de caducidad determinada. (...) Mario Draghi se va haciendo ruido. En su penúltimo movimiento como jefe del BCE, el italiano que dijo que haría lo necesario para salvar el euro anunció ayer un ambicioso paquete para estimular una economía renqueante".
Mientras tanto y en España, todo apunta a la repetición de las elecciones. Sánchez no atiende a los cantos de sirena de Pablo Iglesias, cuya última oferta es la de formar un gobierno de coalición a prueba, con un año de margen. El líder socialista ha rechazado el apaño. No le valen ni las medias tintas ni los experimentos gaseosos. De la crónica de Miguel Ángel Rodríguez y Iolanda Mármol en El Periódico: "El tiempo de la política está agotado. España se dirige a unas nuevas elecciones generales, las cuartas en cuatro años, tras un último intento negociador casi a la desesperada este jueves, que solo sirvió para constatar que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias miran ya al 10-N. El presidente en funciones despachó en diez minutos de conversación telefónica la nueva oferta del secretario general de Unidas Podemos: una coalición a prueba, de un año, hasta validar los Presupuestos Generales del Estado (PGE). (...) Sánchez descartó el plan. No porque crea que no hay suficientes puntos de acuerdo como para elaborar las Cuentas, sino porque sostiene que "no se dan ni las bases mínimas de confianza ni un planteamiento de un gobierno cohesionado, coherente y con una única dirección, en una legislatura estable, algo que necesita con urgencia España”, según indican fuentes socialistas".
Según el CIS, Sánchez ampliará la ventaja mientras que la suma de las derechas se queda a casi ocho puntos de los socialistas. Podemos será la tercera fuerza, por delante de Ciudadanos, a quienes castigan todos los pronósticos. Dadas las circunstancias, en el PP ya se ha abierto el debate sobre el día después y la posición del partido respecto a la investidura del rival. Así lo cuenta Carmen Morodo en La Razón: "Algo se moverá si hay elecciones». Es un mantra que se escucha en el PSOE o al que recurren también los empresarios para defender una repetición electoral que les aleje la sombra de un Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Y es una reflexión que también entra en el análisis interno que hacen en el PP y en Ciudadanos (Cs), aunque en esta recta final antes de una nueva disolución de las Cortes nadie se baje del «no es no» a Pedro Sánchez. Por poco que cambiara el reparto de escaños en unas nuevas elecciones, si llegan a confirmarse, tendrá que haber movimientos, inevitablemente. Y todas las partes implicadas asumen que la carga de la prueba ya no estará tan focalizada sólo en Unidas Podemos. Dentro del margen que dejen siempre los resultados. De hecho, PP y Ciudadanos se juegan en esos resultados que aumente o disminuya sobre ellos la presión para que faciliten un Gobierno de Sánchez, de cumplirse las previsiones. Es decir, que mantenga una mayoría, no suficiente, y necesite apoyos externos para superar la investidura".
Actualidad catalana. Ecos de la Diada. El independentismo digiere el gatillazo del miércoles, pero sigue impasible el ademán. Tras los incidentes en el Parlament, nadie tiene la culpa, nadie convocó a nadie y todos miraban para otro lado. Ahí están sin ir más lejos los Comités de Defensa de la República (CDR), que según cuenta Iva Anguera en El Independiente, no convocaron nada ni saben nada de lo ocurrido ni mucho menos de las agresiones a periodistas. Escribe Anguera: "El grupo de independentistas radicales que la tarde de la Diada intentó asaltar el Parlament y atacó a varios equipos de televisión ha dado una seria estocada a la imagen del movimiento independentista que durante años ha construido su relato, especialmente a nivel internacional, en base a la “revolución de las sonrisas”, como la bautizó en su día Muriel Casals. Tanto es así, que ayer los CDR se apresuraron a desmarcarse de los incidentes, mientras el vicepresidente del Govern, Pere Aragonés, los condenaba. En declaraciones a Telecinco el también líder de ERC en funciones se desmarcó o de los incidentes violentos atribuyéndolos a “grupos minoritarios” mientras insistía en que la Diada fue “una jornada festiva”". Claro. Y cívica y pacífica.
Desde Waterloo, el amigo Puigdemont se dedicó a animar la jornada a través del Twitter, según destaca Agustín de Grado en Ok Diario: "El componente racial del independentismo catalán al descubierto. Carles Puigdemont, el ex presidente dado a la fuga, asegura que existe un componente genético que permite distinguir a los catalanes que a la vez se sienten españoles de los que no. Y esa "herencia genética" procede, cómo no, de 1714, la fecha mítica que el nacionalismo catalán ha falseado para documentar su victimismo. Lo ha explicado Puigdemont en un tuit que, con motivo de la Diada, no ha pasado desapercibido. Según el ex presidente, "la Diada no conmemora la victoria borbónica. Nació para recordar la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas y la consecuente represión. Los herederos genéticos y políticos de los ganadores no deberían de sorprenderse"".
He aquí el trino genético de un descendiente de prebostes franquistas. Igual que Lluís Llach o Pere Aragonès, quienes no tienen empacho en blasonar de pureza.
En El Nacional, Jordi Barbeta se deshace en elogios de Gonzalo Boye, el letrado que entregó una recusación en el TSJC sin la firma del president ni la documentación que decía adjuntar. Boye, condenado a catorce años por colaboración con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla, es el modelo a seguir, según el cronista, que relata un acto del letrado en La Garriga: "Fa autocrítica amb la boca petita però se li entén tot. “Aquí és molt difícil treballar en equip” diu parlant d’advocats i observant “interessos contraposats”. No entén com els seus col·legues no han fet servir durant el judici els arguments del tribunal alemany. Li pregunten si no hauria estat millor negar la legitimitat del Suprem com a tribunal imparcial i boicotejar el judici, i per no carregar les tintes, respon que “ja és massa tard per això”".
Sigue Barbeta: "Li pregunten si Puigdemont aconseguirà l’escó d’eurodiputat i no dona termini però respon amb solemnitat: “Passaran coses que l’Estat espanyol no podrà parar...No és una opinió, és una convicció... y ahí lo dejo”. Però vostè creu que ens en sortirem? Quant vivia a Alemanya pensàvem que el mur de Berlin era per sempre. A base de petites empentes al final va arribar un dia que va caure. Cal anar empenyant i ser-hi en el moment oportú per fer la darrera empenta”. Ovació i cua per comprar el llibre i fer-se una selfie. És Boye la referència victoriosa del Procés".
13 septiembre, santoral: Amado de Sens y Amado de Sion, Marcelino de Cartago y Juan Crisóstomo.