En la era de Internet, la tecnología y las redes sociales aún hay tiempo --y ganas-- para conocer a quien podría ser nuestra alma gemela en un evento no virtual. El fenómeno de los speed dating crece en las grandes ciudades, sobre todo en Barcelona y Madrid, y cada vez son más usuales este tipo de citas en los que decenas de personas se concentran en un local con el único propósito de conocer a su próximo amor.
El speed dating consiste en reunir a un grupo de solteros con unas características similares para que mantengan citas de menos de 10 minutos con personas que no conocen. Un formato sencillo que los promotores de este tipo de encuentros respaldan como efectivo y que interesa, cada vez más, a los asistentes.
Citas por rangos de edad
La mayoría de las empresas que crean los eventos de citas rápidas a ciegas ofrecen diferentes grupos diferenciados por rangos de edad. De esta forma, las personas interesadas en asistir pueden encontrarse con hombres y mujeres de su misma generación. Además cada persona cuenta con varios grupos y fechas a las que puede asistir dependiendo de su disponibilidad y también de sus gustos. Eso sí, previo pago de la inscripción, que suele rondar entre los 10 y los 25 euros aproximadamente.
Cuando llega la fecha del speed dating, el momento de la verdad, todos los asistentes deben identificarse --normalmente, con una pegatina con su nombre-- y prepararse para conocer a entre 10 y 15 personas. El sistema que suele utilizarse es el de la rotación de sillas, es decir, la mitad de los asistentes estarán sentados en mesas y la otra mitad irán rotando para conocer a aquellos que están sentados. No se permiten comentarios salidos de tono, se respeta el espacio de la otra persona y, sobre todo, hay que estar atento al tiempo: solo tendrán entre cinco y siete minutos para conectar.
Hay demanda para el 'speed dating'
¿Los solteros y solteras creen en las citas a ciegas? El responsable de speed dating de Fever Original, Jesús Sáenz, no lo duda y da un dato para sostener su opinión: "Nuestras citas a ciegas empezaron con una media de entre 15 y 20 asistentes y ahora son muchos más, hay más demanda". Él fue el que impulsó el "Sin Valentín Speed Dating", el evento de citas rápidas más numeroso de Barcelona que se celebró el 14 de febrero. Aquel día se llegaron a realizar 300 citas simultáneas y más de 700 personas asistieron a la "fiesta de solteros" posterior.
Montse Iserte, psicóloga especializada en terapia sexual y de pareja, estuvo durante tres años creando eventos de speed dating y reconoce que, aunque algunos tienen reservas, los solteros y solteras que lo prueban suelen quedar contentos e incluso repiten. Hace un año que dejó de crear estos eventos "por falta de tiempo" para su preparación, pero asegura que "aún hay personas que me llaman y animan a que los vuelva a convocar".
Lo más difícil: romper el hielo
Tanto Iserte como Sáenz aseguran que los primeros minutos --es decir, las dos o tres primeras citas del día-- son los más complicados para los participantes. "Pero una vez que has conocido a varios te sueltas y te parece hasta divertido", explica Sáenz. "Al principio llegaban con mucho nerviosismo, preguntándose: 'Pero ¿qué hago yo aquí?'. Así que yo les daba un poco de apoyo moral e intentaba que se relajaran", apunta la psicóloga catalana.
Pasar por más de una decena de primeras citas en una hora y media aproximadamente no es fácil, por lo que no siempre se conoce a la persona adecuada. Este fue el caso de Ana [nombre ficticio], quien acudió con una amiga a una speed date que le pareció "aburrido". También ella reconoce que muchos de los presentes tenían "problemas de comunicación" y timidez y, para divertise un poco, decidieron hacer citas dobles. "Aquello fue algo más divertido, era más fácil hablar", aunque no consiguió "conectar con nadie".
"Como la vida misma"
Iserte admite que, en ocasiones, es complicado encontrar a esa media naranja y el formato de cita rápida no es el mayor escollo. "Aunque conozcas a bastantes personas en poco tiempo, sea cara a cara y sepas que todas ellas están allí para ligar, sigue siendo difícil, es como la vida misma". Preguntada por su opinión sobre este tipo de prácticas y otras virtuales, como por ejemplo las app de citas Tinder, ella es fiel defensora de conocer a otras personas de forma presencial.
"Al no verse las caras no sabes bien quién hay detrás de esa cuenta", argumenta. "En un minuto, si ves a la otra persona, obtienes mucha más información de la otra persona que chateando. El poder ver al otro facilita tanto reconocer que no hay afinidad como justo lo contrario".