El Departamento catalán de Salud ha pagado 40.000 euros a un paciente a quien los médicos de la sanidad pública no detectaron un intestino perforado. El paciente entró con fuerte dolor y vómitos en el Hospital de Mollet (Barcelona), donde los médicos erraron el diagnóstico. El enfermo acabó estando cuatro meses ingresado y perdiendo 90 centímetros de tripas.
El Servicio Catalán de Sanidad (CatSalut) abonó la cantidad la pasada semana obligado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). La instancia judicial estimó en marzo el recurso contencioso de José Aznar, abogado del afectado, que perdió su caso en primera instancia. Finalmente, la gran aseguradora pública que comanda Adrià Comella ha tirado de chequera para evitar que el caso fuera a más. Ha pagado el CatSalut sabedor también de que el gazapo de los médicos con S.M.P. fue clamoroso: un simple TAC y la observación del estómago del paciente hubieran descubierto su dolencia real: una peritonitis.
Secuelas de por vida
El caso se remonta a Navidades de 2013, cuando S. acudió al servicio de urgencias del Hospital de Mollet, propiedad de una fundación privada pero que tiene un concierto con la sanidad pública catalana. Lo hizo el ciudadano aquejado de un fuerte dolor abdominal y vómitos. Los médicos de guardia le diagnosticaron un cólico renal. Fue ingresado, y de madrugada, los facultativos detectaron pérdida de líquido en la parte izquerda del abdomen. Asimismo, las pruebas diagnósticas descartaron el cólico. El paciente también vomitó tres veces a las 6:00, 14:00 y 16:30 horas, lo que era sintomático, según el juez, de que no se le habían practicado al vecino todas las pruebas necesarias para hallar el tratamiento adecuado.
Según la sentencia, a la que ha accedido este medio, el juez considera probado que no hubo error médico, pero sí falta de test, como un TAC, que hubieran aflorado el problema médico real. "[...] Obligación de medios consistente en proporcionar al paciente todos los medios curativos de que disponga. Y por consiguiente también todos los médicos de diagnóstico que sean precisos a la vista de las circunstancias concretas del enfermo según el estado actual de la ciencia, incluido el deber de la información", razona el magistrado. Como consecuencia de esta falta de tratamiento, el afectado encajó una resección intestinal, perdió 90 centímetros de intestino y tuvo que estar ingresado más de cuatro meses en el centro sanitario. Tardó ocho en curarse. Estos argumentos son los que llevan a la sección cuarta de la sala contenciosa del TSJC a estimar el recurso y a fijar una indemnización de 40.000 euros.
Pedirán explicaciones
Más críticos son activistas por la sanidad pública en Cataluña. En conversación con este medio, un representante de la Plataforma en Defensa de la Sanitat Pública del Baix Vallès ha indicado que pedirá explicaciones al consejo social de la Fundació Sanitària Mollet, rectora del Hospital de Mollet. ¿Por qué? "Porque no se trata de una negligencia médica aislada, sino que llega tras unos años en los que las urgencias del Hospital han estado colapsadas. La negativa a hacerle un TAC al paciente es síntoma de ello: se ahorran pruebas porque van sobrecargados de trabajo", ha defendido el activista.
Recuerda la misma fuente que el magistrado consigna que "si se hubiera hecho una prueba especifica como un TAC, además de la existencia de otros síntomas como vómitos que orientaban la enfermedad como peritonitis intestinal", se hubiera evitado un daño mayor al enfermo. S. acabó necesitando dos intervenciones quirúrgicas y llevando una bolsa de colostomía durante varios meses. Este tratamiento le ha provocado "dificultades de por vida" además de un perjuicio estético que ya no tiene curación.