Ya no es solo una moda. El compromiso con un planeta sostenible, gestos cotidianos como reciclar, ahorrar agua, consumir alimentos orgánicos o productos sostenibles se ha colado también entre las sábanas. Con el apoyo de organizaciones como Greenpeace, blogs y tiendas especializadas online revelan un auge en el mercado de productos sexuales respetuosos con el medio ambiente.
Las autoridades sanitarias no entran en preferencias verdes a la hora de los placeres más íntimos, que se incrementan con la llegada del verano. La Academia Española de Sexología y Medicina Sexual solo pone un pero: que se trate de productos seguros y de calidad certificada.
Sin duchas ni velas
La vida sexual ecológica empieza por evitar “duchas eróticas”, placenteras pero que se suman al derroche de consumo de agua, establecido oficialmente en más de 100 litros por persona y día.
La pasión sostenible, según sus pautas, empieza desde las ropas y los escenarios de las citas. Deben elegirse tejidos naturales (algodón, seda o lino), libres de tintes y fibras plásticas o productos tóxicos para lencerías y vestidos. Son preferibles las camas de madera sostenible, que no conlleven aniquilación de plantas, árboles o animales ni desplazamiento de poblaciones indígenas.
También debe aprovecharse la luz del día y minimizar la luz artificial por la noche. Si se usan velas, que sean de cera de abeja y sin parafina. Y si el deseo aprieta en el coche, mejor apagar el motor.
Una pareja practicando sexo en el interior de un automóvil
En el centro de las relaciones figura el preservativo, método anticonceptivo más común y de freno a las enfermedades de transmisión sexual, como recomienda la campaña actual #Siempre preservativo de la ministra María Luisa Carcedo.
Los ecologistas prefieren condones de caucho natural extraído de plantas. También existen preservativos fabricados con material orgánico o natural. Y veganos, que eliminan de su composición la caseína, proteína derivada de la leche para añadir elasticidad al látex. Otros eliminan todos los componentes de origen animal.
“Son una alternativa, pero solo si se garantiza la impermeabilidad y resistencia. El preservativo tiene que incluir el sello de Sanidad que garantiza el paso por los controles obligatorios para estos productos”, asegura Patricia Gómez, ginecóloga madrileña especialista en prevención de ATS.
Una regla obvia de todo ecoamante es cómo desprenderse de ellos una vez usados. Simplemente arrojándolos al cubo de la basura amarilla, jamás tirarlos al váter por los problemas que acarrean al sistema sanitario y a la vida fluvial o marina.
El uso de lubricantes, según la industria cosméticosexual, se ha disparado en general. Tanto entre millenials como entre parejas maduras, para combatir la sequedad vaginal y lograr encuentros diversos, más largos y placenteros.
Algunos médicos recomiendan seguir con los lubricantes de composición farmacéutica tradicional. Admiten el uso de aceites naturales y productos orgánicos o sin parabenos (sustancias que causan alergias a algunas personas) si solo se trata de humedecer la vagina para una penetración “en húmedo”.
Pero advierten de que los famosos aceite de coco o aloe vera orgánico pueden dañar el latex. Además, son más pegajosos y tienen menor efecto duradero. Consejo: mirar antes la etiqueta.
Sin embargo, pueden utilizarse sin problema en masajes de pareja. Lo mejor, como buen ecologista, es comprarlos en envoltorios reutilizables en lugar del dañino plástico para el medio ambiente.
Juguetes sostenibles
Las pautas del ecologismo abogan por juguetes eróticos hechos de materiales reciclables o recargables con la luz solar. Hay que rechazar los de policloruro de vinilo (PVC), ya que contienen un material químico suavizante no biodegradable y nocivo para la salud.
El mercado ofrece consoladores o dildos de madera, orgánicos, hipoalergénicos y libres de ftalatos. Los ideales y más duraderos están confeccionados con 100% de silicona de uso médico, cristal de borosilicato o acero inoxidable.
Vuelta a la toalla
La tendencia ecosexual aboga por el uso de agua, jabón y toalla tradicional de algodón o tela, si se acostumbra a limpiarse tras las relaciones sexuales. Nunca toallitas húmedas de un solo uso, que suponen un serio problema medioambiental y bloquean la red de saneamiento urbano. En verano, mejor sustituir el aire acondicionado por pulverizadores con agua o abanicos.
Las organizaciones veganas consideran que su alimentación cuida el planeta y además ayuda a la sexualidad. Defienden que dejar de comer carne, huevos y lácteos genera mayor flujo sanguíneo a sus genitales, aumenta el deseo, mejora la potencia sexual y la fertilidad. Nada de viagras, en todo caso, afrodisiacos de proximidad y naturales como ginseng, maca o gingko biloba. Y usar el mejor estimulante erótico: el cerebro.