Hace poco más de un año se desprendió el techo de la nave que se encuentra en la calle Pallars, 129, en el Poblenou. El incidente requirió la presencia de efectivos policiales y bomberos, porque, además, el tejado era de uralita, un material que al romperse desprende un polvo que resulta tóxico. Poco tiempo después, tras una reparación precaria, estaba de nuevo en funcionamiento. Durante todo el día, casi a cualquier hora, personas de origen subsahariano, especialmente senegaleses, accedían al lugar con carros de la compra cargados de chatarra.

Un espacio que no alberga nada en su interior, y donde se acumula la mercancía sin ningún tipo de control. Allí vendían sus materiales para ganarse la vida. Ahora, el Ayuntamiento de Barcelona ha procedido a su cierre temporal por requerimiento de la Agencia de Residuos de la Generalitat. El motivo: incumplir las condiciones de seguridad y salud. Permanecerá cerrado, explican fuentes municipales a Crónica Global, hasta que la empresa cumpla con los requisitos establecidos.

Tejado de la nave de la calle Pallars 129-131 / CG

Se trata de Recambios Pallars 129-131 SL que, según consta en el Registro Mercantil, tiene su domicilio social en la misma dirección, una empresa constituida hace 21 años. El local se encuentra precintado desde finales de la semana pasada y continuará así hasta que acrediten que cumplen las condiciones que marca la ley para desarrollar su actividad. "La orden de precinto proviene de un expediente que inició el organismo del Govern porque no están cumpliendo con los requisitos de salud y seguridad en el trabajo, ni con los de almacenamiento, etiquetado ni entrega a los centros de tratamiento que corresponde de los residuos que recogen", señalan desde el consistorio de Barcelona. 

La nave de Pallars 129-131 ya clausurada / CG

La nave de Pallars 129-131 ya clausurada / CG

Desprendimiento

José Pascual Arán, director del Hotel Villa Olímpica Suites, que se encuentra enfrente de la nave, recuerda el incidente con el tejado más de 12 meses atrás. “Los bomberos precintaron la zona, se presentó allí la policía, y luego volvió a abrir, pero está en muy malas condiciones”, sostiene. El gerente del establecimiento explica que no se había enterado del cierre temporal, aunque se alegra de que se haya producido porque, dice, "no era bueno para el barrio". "¿Tienen licencia o permisos?" , pregunta. ¿El ayuntamiento hace las mismas inspecciones en naves como ésta, igual que hace en los hoteles?, cuestiona.

Precinto del ayuntamiento en la nave de la calle Pallars 129-131 / CG

Un trabajador de la zona explica que esta nave de Pallars no es una excepción. "No sé si son legales o no, pero todo el barrio está lleno de naves de compraventa de chatarra, y la que se ha precintado no es el único sitio en el que las condiciones no son las más adecuadas", señala. Encuentra raro, eso sí, que esta en concreto se haya clausurado, ya que "pasan inmigrantes con carritos todos los días, igual que pasa en muchas otras zonas de la ciudad", explica. 

Chatarra en Poblenou

El presidente del Eix Comercial del Poblenou, Miguel López, explica a este medio que el emplazamiento queda fuera del margen de actuación de la asociación, y que por tanto no ha recibido quejas de comerciantes del barrio. Cuenta que, “aunque no se han visto problemas” o trifulcas entre nacionalidades, como sí sucedió tiempo atrás con otros negocios similares, la actividad de esta nave “no tiene nada de normal. En otros negocios de la zona, como la fábrica de papel, hay una entrada de mercancías, operarios trabajando y una dinámica concreta. En cambio, la otra es un espacio abierto, con gente entrando y saliendo a todas horas con carros de la compra” y sostiene que “aquello está totalmente destruido. Es como una ruina”.

La nave de Rua Papel a escasos metros de la de chatarra, en la calle Àlaba / CG

A escasos metros del local clausurado, en su confluencia con la calle Àlaba, se encuentra una nave de Rua Papel, la empresa a la que se refiere López, que recoge y trata el tipo de residuos que su nombre indica. Tiene habilitada la salida y entrada de vehículos, y dos trabajadores uniformados se encuentran en sus instalaciones un lunes a mediodía. Allí se encargan de clasificar los restos esparcidos por la nave. A mano y de pie, ya que en su interior no se aprecia mayor equipamiento. Pilas de papeles ya compactados, una cesta que espera su turno y un toro para mover palets es todo lo que se puede apreciar desde el exterior. 

"Gente africana con carros de chatarra"

Desde la gasolinera, que está justo enfrente del espacio precintado, cuentan que lo único que se veía desde el exterior era a trabajadores extranjeros con carros repletos de chatarra que descargaban en el espacio ahora clausurado. “Que yo sepa, no se ha producido ningún incidente”, explica una de los empleadas, que asegura que no puede hablar por el resto de sus compañeros. 

Una persona con carro de chatarra en la calle Marina de Barcelona / CG

Desde el NH Diagonal Center --en la misma calle Àlaba, a escasos metros de la nave de chatarra--, Ferran, uno de sus recepcionistas, sostiene que no tenía conocimiento de que la nave se hubiese clausurado. Así, señala que desde el hotel no han recibido ninguna queja por parte de los clientes, y que durante sus desplazamientos hacia o desde el metro, al entrar y salir de trabajar, sí ha visto "a gente africana con carros de chatarra”. Eso sí, no ha sido testigo de “ningún tipo de follón”. 

Indiferencia de los comerciantes

Una trabajadora de un comercio de la zona, Carpyem Iluminación, que se encuentran en Pere IV, explica que en numerosas ocasiones ha visto a “gente de color con carritos”, pero admite que no es consciente de lo que sucedía dentro de la nave. “Tenemos la gasolinera delante y nos tapa la visión”. Preguntada por si el emplazamiento de compraventa de chatarra incomodaba a los comerciantes de la zona, sostiene que a ellos no y que no tiene “constancia” de que así fuese para otros, como los hoteles colindantes. “Nunca han comentando nada”, asegura. 

Desde el 22@ Network --la asociación que agrupa a las tecnológicas del distrito-- explican que, a pesar de haber visto a gente trasladando chatarra por el barrio, no es un “ámbito que las empresas de la zona les hayan comentado. No han trasladado ninguna queja", aseguran.

Cooperativa de chatarra

Cecu (33 años, Guinea) trabajó durante un tiempo en una nave de la calle Puigcerdà, en el mismo barrio. Ahora forma parte de Alencop, la cooperativa del consistorio, en la que también recoge chatarra. Tras llegar a España, hace siete años, reunía residuos que encontraba en la calle. "Como muchos otros. No teníamos Seguridad Social, ni papeles, y vivíamos en una nave", explica.

Ahora, junto a otros 19 empleados, dice estar "muy contento. Cada uno ya tiene sus papeles para poder ir a ver a su familia, y un salario estable". Sobre el enclave de Pallars cuenta que allí "compran chatarra", y sostiene no saber nada del cierre temporal. A pesar de formar parte de la iniciativa del consistorio, y solo recoger residuos en "casa y empresas", sostiene que antes también trabajaba de manera digna, "sin depender de nadie". 

Reapertura

A pesar de que el barrio se encuentra lleno de espacios de compraventa de residuos, el de Recambios Pallars 129-131 SL es el único que permanece clausurado en estos momentos, aunque sea de manera temporal. El cerrojazo se ha producido más de un año después del desprendimiento del techo de la nave, y que lleva todo este tiempo cubierto por plásticos. La Agencia de Residuos asegura que no se podrá retomar la actividad en su interior hasta que las condiciones mejoren. Pero, ¿qué pasa con el resto de naves?