El futuro de la movilidad en las grandes ciudades tiene como objetivo la reducción --e incluso la desaparición, en última instancia-- del vehículo privado. Y para ello, todos los agentes --desde la Administración hasta las empresas de movilidad urbana e interurbana-- deben favorecer el uso de vehículos alternativos.
La oferta de nuevas formas de transporte en las grandes urbes, sobre todo en Madrid y en Barcelona, se ha multiplicado, y muchas de ellas tienden al uso de vehículos compartidos según la necesidad del usuario. Coches, motos, bicicletas e, incluso, patinetes pueden ser alquilados por minutos y por días para facilitar a los ciudadanos sus desplazamientos por la ciudad. Pero para que este modelo se extienda en la sociedad es necesario que exista una mayor integración entre las diferentes opciones.
Integración de fórmulas de transporte
En Barcelona, el uso de los servicios de sharing en sus diferentes tipos de vehículos se sitúa en el 10% de la ciudadanía y, en la mayoría de los casos, se utiliza para desplazamientos cortos, sobre todo en lo que respecta a servicios de alquiler de bicicletas y motos por minutos, según un estudio del RACC. Una de las razones por las que los usuarios han asegurado que utilizan estos dos modelos de movilidad compartida --es decir, de propiedad no privada-- es por su proximidad a las paradas de transporte público. Es decir, que las usan como una fórmula de trasbordo hacia otros servicios.
El 39% de los que usan los servicios de bikesharing, como por ejemplo los de Bicing, lo hacen por esta razón. Es el motivo más común de uso, junto al del precio, que ha obtenido el mismo porcentaje. En el caso del motosharing, el 18% ha reconocido que tiene esta misma motivación, la tercera más usual (por detrás de la comodidad en el proceso de alquiler --27%-- y el coste del servicio --24%--). A la vista de estos resultados, desde el RACC recomiendan a la Administración pública "vincular" los servicios de transporte público con las opciones de movilidad compartida para fomentar un modelo mixto que favorezca la usabilidad. Lo que se conoce como Mobility as a Service, es decir, un modelo "integrado" entre las diferentes opciones de traslados en la urbe.
Transporte público para 'aliviar' las rondas
En el caso de los coches compartidos, destaca el número de personas que los utilizan para desplazarse entre Barcelona y el área metropolitana. El 45% de usuarios de carsharing cuentan con este perfil, frente al 30% de los que usan motos compartidas y al 25% en el caso del bikesharing.
En este sentido, el presidente del RACC, Josep Mateu, asegura que el gran problema de Barcelona en temas de movilidad se localiza en los vehículos que entran desde el área metropolitana, y asegura que "la única solución posible" para evitar ese "colapso" pasa por mejorar transporte público interurbano. "Mientras no se solucione el problema del transporte público de entrada y salida de la ciudad, seguirá habiendo problemas en la anilla", y el coche continuará siendo la principal fórmula de llegar a la ciudad.
Regulación a favor del uso
Tanto la empresa aseguradora catalana como las empresas de movilidad compartida apuntan que los ayuntamientos y gobiernos deben apostar por el fomento de las alternativas al coche privado y, para ello, deben apostar por visibilizar las opciones de transporte existentes en las ciudades. Una de las propuestas más recurrentes para ello es la de facilitar los "aparcamientos en superficie" para los coches y motos compartidas, es decir, plazas reservadas para estos vehículos en las calles. Desde la compañía de alquiler de coches compartidos Drivy apuntan que "para que la sociedad haga un verdadero cambio hacia la movilidad sostenible es necesario que los coches compartidos se vean en la calle", y que hasta que esto no ocurra no habrá cambio de mentalidad. "A menos coche privado, menos uso del coche en ciudad. Ahora bien, si los ciudadanos no encuentran turismos compartidos alrededor, acabarán por querer comprar uno para el uso individual", apuntalan.
Lluís Puerto, director de la Fundación RACC, explica que la sociedad refleja un "cambio de hábitos" que prima el uso del vehículo compartido en detrimento del privado. Por ello, es necesario que la regulación de este tipo de transportes sea adecuada a la demanda de los usuarios, que en muchas ocasiones apuntan "falta de disponibilidad" de estos servicios. De hecho, este es el problema más usual que se encuentran los que utilizan bicicletas, motos y coches compartidos en Barcelona (en un 85%, un 68% y un 56% respectivamente).