El cava es uno de los símbolos de la gastronomía catalana. Su elaboración incluye, por lo general, uvas de la mejor calidad, generalmente de variedades de vino blanco, a las que después se le añade los azúcares que lograrán una segunda fermentación de la uva, haciendo que la botella se llene de carbónico.
Una de las peculiaridades que muy poca gente conoce es que el cava, o en su defecto cualquier vino espumoso, recibe una calificación dependiendo del tipo y sobre todo de la cantidad de azúcar que lleva la botella. Es algo normal si se tiene en cuenta que es el ingrediente que permite esa segunda fermentación y que, por tanto, añade gas a la botella. En este sentido, la calificación varía entre seis categorías que mucha gente ve escritas en la botella pero no sabe identificar qué significa exactamente. Estas son, de menos a más azúcar: brut nature, extra brut, brut, extra seco, seco, semiseco y dulce. Señalado este detalle tan importante, se puede conocer cuáles son algunos de los cavas más interesantes de Cataluña.
Vall Dolina
Este cava reserva brut nature está fabricado con las variedades de uva macabeo, xarel·lo, parellada y chardonnay, lo que le otorga su característico color dorado pajizo. En cuanto a su tirada, la bodega es bastante exclusiva, por lo que sólo produce unas 20.000 botellas al año de agricultura ecológica de Vall Dolina.
El aroma de este cava, envejecido durante 24 meses, está más cercano al vino que al propio cava y en boca atesora el punto seco del brut nature, con matices tostados y una acidez bien controlada.
Blanc de Noirs Reserva
Procedente de las bodegas de Juvé & Camps, ubicadas en el bajo Penedés, el Blanc de Noirs Reserva es una de las mejores opciones en cuanto a calidad. Elaborado con la uva pinot noir, esta variedad de cava presenta un potente color dorado que sorprende y un sabor en boca fresco y frutal. Una pequeña y cuidada producción que hacen de él un caldo único, gracias al clima mediterráneo que permite el buen desarrollo de esta variedad de uva.
No obstante, está envejecida durante 25 meses y tiene una complejidad muy interesante, que se aprecia mejor como acompañamiento ideal e todo tipo de pescados y arroces. Además, sus propios fabricantes lo definen como una gran opción para maridar comida japonesa, por su mezcla de arroz y pescado.
Kripta de 2008
Pero si lo que quiere el comensal es un cava de alta calidad sin tener en cuenta el precio, esta botella hará las delicias de todo amante de los vinos. El Kripta de 2008 sorprende a primera vista por su cuidada botella, que recuerda a la forma de una ánfora romana, obra del artista italiano Rafael Bartolozzi. Este cava está elaborado con las variedades macabeo, xarel·lo y parellada, lo que le otorga su característico color pajizo.
En boca, este cava brut nature se comporta de manera intensa y persistente, dejando notas de fruta madura y madera ahumada. En concreto esta añada es una de las más valoradas por los enólogos, en especial por la botella que en sí misma constituye un objeto de coleccionista. Pero también por ser un caldo que casa perfectamente tanto para degustarlo solo (con claras reminiscencias al champán), como para acompañar postres y quesos.