La Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) cuenta con un teléfono pionero en España para ayudar a todos aquellos menores que sufren acoso o malos tratos. La directora de esta línea, Diana Díaz, cuenta a Crónica Global que la mayoría de llamadas que reciben son de niños que sufren violencia de género en su entorno, a menudo usados por los agresores como herramientas de control sobre las madres. Además, esta organización también atiende a adolescentes que son víctimas de algún tipo de abuso en sus primeras relaciones sentimentales.
Más de 4.300 menores de edad, hijos de víctimas de violencia machista en Cataluña, conviven con el agresor, según datos del Institut Català de les Dones. Un tipo de violencia que ha aumentado de manera alarmante entre los adolescentes en el territorio. Según datos de los Mossos d'Esquadra, las víctimas menores de edad de hasta 11 años que figuran en diligencias policiales por violencia de género aumentó un 22% en 2018.
“Extrema violencia a nivel físico y verbal”
“Los menores en esta situación son víctimas de vivencias de extrema violencia a nivel físico y verbal. Son espectadores permanentes de la violencia y se les instrumentaliza. Los niños están en medio y los agresores los usan para hacer daño a las madres”, ha denunciado Díaz, quien alerta de que, en muchas ocasiones, “su integridad peligra por intentar ayudar” a sus progenitoras.
Los datos son alarmantes, según el Ministerio del Interior, en 2016 hubo más de 4.600 denuncias por delitos de maltrato en el ámbito familiar. Un informe de Unicef muestra que en todo el mundo, uno de cada cuatro niños menores de 5 años conviven con una madre que es víctima de la violencia de su pareja.
"Invisible para los demás"
Las llamadas que atiende la Fundación ANAR tienen a menudo un denominador común: “los testimonios son de mucha violencia y relatan situaciones muy graves”. Además, el principal escollo para encontrar una salida es que, la violencia intrafamiliar, al producirse de puertas adentro, “es muy silente, invisible para los demás”. De hecho, Díaz explica que muchos niños relatan que sus progenitores no parecen violentos fuera de casa.
Según un estudio de la propia fundación entre 2009 y 2016, los malos tratos contra la infancia en España han aumentado un 682%. “Los niños viven grandes dosis de agresividad; además, el objetivo del agresor es el control de su víctima, en muchas ocasiones utilizan a sus hijos para ejercerlo”, señala Díaz.
Consecuencias para los menores
Estar sometidos a este tipo de situaciones en el ámbito doméstico conlleva que los menores sufran problemas psicológicos, ansiedad, tristeza y miedo. Además, existe el riesgo de “aprendizaje por imitación”, lo que podría llevarles a reproducir las mismas conductas de las que han sido víctimas. “Pueden llegar a repetir ese comportamiento en su vida adulta, y además puede afectar a su desarrollo afectivo”, alerta la directora del teléfono ANAR. Eso sí, no siempre tienen por qué identificarse con el agresor, también pueden hacerlo con la víctima, lo que de igual manera repercutirá tanto en sus relaciones sociales como en su desarrollo. “El daño se produce en el presente, pero las secuelas aparecerán en el futuro”, aclara.
“Los niños son víctimas directas, pero también están expuestos a sufrir otros tipos de violencia, por no hablar de que se encuentran en hogares en los que se vive con miedo”, narra. ¿Qué protocolo se pone en marcha cuando un menor pide ayuda a la fundación? “En una primera fase un psicólogo valora si se trata de una situación de urgencia --caso en el que se pone en marcha una actuación coordinada con las fuerzas de seguridad--, o si hay tiempo para evaluar el caso. Después se tiene en cuenta si el menor es víctima de violencia en su entorno, y la tercera analiza los recursos del menor, es decir, si pueden acudir a algún adulto o si se están solos ante esa situación”.
Durante la comunicación se les proporciona atención emocional, con “mensajes realistas pero positivos”, relata Díaz. “En las llamadas se refuerza la importancia de que sepan pedir ayuda, se les dan pautas, pero sobre todo seguridad”, recalca. ¿Algún ejemplo? “Desde llamar a emergencias, o ayudarles a buscar un lugar seguro para esconderse en caso de una situación extrema” ¿Por qué es necesaria una línea como la de la Fundación ANAR? “Se trata de una llamada telefónica anónima. Si un menor llama a la policía, los agentes se personan en el domicilio, y eso hace que las víctimas recurran a este servicio gratuito”, explica su máxima responsable.
1.200 llamadas diarias
El número --900 20 20 10-- recibe una media de 1.200 llamadas diarias, de las cuales el 50% son para denunciar situaciones de violencia. Del total de comunicaciones anuales, el 8% requirieron atención especial, lo que significa la intervención de servicios sociales, abogados y/o psicólogos.
En cuanto a género, el porcentaje de menores que pide ayuda es casi el mismo. La edad media de los que llama a ANAR por situaciones de violencia en el hogar no llega a las 10 años, y cerca del 90% son españoles. En más del 86% de los casos, el agresor era el padre biológico del menor, y el maltrato en más de la mitad de los casos se había prologando durante más de un año. Además, el 48% aseguraba que las agresiones se producían a diario.