Los casos de abusos a menores en el colegio Sant Ignasi de Barcelona que se dieron a conocer hace una semana podrían no haber sido los únicos. Varias mujeres que formaron parte del alumnado de los Jesuitas de Sarrià han alzado la voz y han explicado la presión a la que se sentían sometidas por recibir "ayuda desinteresada" por parte de Lluis Tó --uno de los sacerdotes que, presuntamente, abusaba de los pequeños-- y de la escuela. Y, sobre todo, cómo este hecho incidía en su silencio sobre estos hechos.
Tres mujeres, que en la actualidad cuentan con unos 47 años, se han puesto en contacto con El Periódico para romper ese silencio. Los testimonios de Montserrat, Marta y Gemma coinciden en cómo el padre Tó utilizaba su cargo como profesor y jefe de estudios para quedarse con ellas a solas en su despacho y en el supuesto prestigio que significaba este supuesto apoyo escolar de cara a las familias.
A solas en su despacho
La imagen de Lluis Tó en la memoria de las tres exalumnas es la de un profesor culto, que utilizaba su saber estar y sus amplios conocimientos para ganarse la confianza de aquellos con los que entablaba conversación; "un embaucador", asegura una de ellas. Con la excusa de ofrecer refuerzos particulares a las alumnas para mejorar diversos aspectos escolares con los que tenían dificultad, el profesor conseguía eliminar todo tipo de oposición a que los menores pasaran horas en su despacho.
Montserrat explica que, en un primer momento, Tó y ella se sentaban a ambos lados de un escritorio, pero poco a poco aquello empezó a cambiar: el jesuita comenzó a acercar su silla a la de ella y, finalmente, le pidió que se sentara sobre su regazo, según la versión de la mujer. Fue entonces cuando comenzaron los tocamientos. "Las caricias, como todo en el padre Tó, eran sibilinas, fingiendo que era solo un juego entre ambos. No lo eran", atestigua. La mujer recuerda los momentos con incomodidad e incluso admite haberse sentido "aterrada" por tener que pasar horas con él a solas.
"Sentí mucho asco"
El mismo modus operandi es el que declara otra de las mujeres que habla sobre los supuestos abusos que sufrió por parte del mismo sacerdote, Marta, a la que también toqueteó en varias ocasiones. "Me tocó dos o tres veces, que recuerde, tal vez fueran más. Sentí mucho asco", declara. En otro punto en el que coinciden es en la dificultad de revelar la verdad a sus padres, quienes hacían grandes esfuerzos para que ellas estuvieran en la escuela.
Marta ocultó a sus progenitores que sufría este acoso, aunque intentó que las visitas al despacho de Tó acabaran. "Pedí que mediaran para que terminaran las clases. No funcionó y seguí acudiendo a su despacho. Incomprensiblemente, mis notas en mates mejoraron y mis padres, que ignoraban los abusos, le hicieron un regalo a Tó". Montserrat, por su parte, declara que la primera que evitó contar su caso fue ella misma, sabedora de que nadie la creería. El jesuita se había ofrecido desinteresadamente a darle clases de refuerzos y la escuela ayudó a su familia a pagar la matrícula, dos hechos que "acrecentaron la sensación de que estábamos en deuda con ellos". "¿Quién iba a creer a una niña de 9 años que acusaba a alguien como Tó?", se pregunta.
Rumores en la escuela
La tercera exalumna, Gemma (nombre ficticio), reconoce que sufrió las caricias de Lluís Tó en una única ocasión. Sin embargo, apunta a que no era algo desconocido entre el alumnado. Admite que los abusos de este profesor era "vox populi" para las estudiantes y que estos hechos acabaron calando en la comunidad estudiantil hasta acabar "normalizando" los tocamientos del sacerdote. Una razón que esgrime como evidencia para condenar el silencio de la escuela, que incluso organizó un acto de reconocimiento a la labor de Tó para despedirle a pesar de su condena por pederastia.
Sin embargo, los jesuitas siguen asegurando que no conocían estos casos ni sabían de las supuestas actitudes sexuales de Tó. Para la institución que rige la escuela, el hecho de que se celebrara este homenaje después de la condena "demuestra hasta qué punto" no eran "conscientes" del problema de los abusos. "Hoy no habríamos actuado así. Queremos estar del lado de las víctimas", aseguran. Hace unos días, el director general de Educación de la Compañía de Jesús, Enric Massllorens, aseguró que elevarían al Vaticano las denuncias de supuestos abusos presentadas contra Tó y Pere Sala.