“Vienen ellas a decirnos como tenemos que hacer las cosas”, es una de las frases que más de una vez ha tenido que escuchar Rita Mínguez, presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres en la Pesca (ANMUPESCA), quien explica que los trabajos relacionados con el mar los “desempeñaban tradicionalmente los hombres”. “Al igual que en otros ámbitos, hemos permanecido ocultas, y nuestra condición se escondía detrás de la figura masculina, pero ahora ya se ven mujeres en cofradías, también armadoras y capitanas de barco, pero es un cambio lento”, explica.
En un sector culturalmente, “muy masculinizado”, en el que tanto Mínguez como sus compañeras encuentran “desigualdades todos los días”, aboga por seguir trabajando por la igualdad, a través de la visibilidad. Mientras tanto, relata, todavía no existen baños para mujeres en muchas lonjas, y los barcos no están acondicionados para que se enrolen, pero no tira la toalla. “Costar, nos cuesta, pero tenemos que insistir”, señala. “Trabajando de manera conjunta con ellos, ambos tenemos dos manos y dos pies, estamos igual de capacitados para desempeñar todos los trabajos”, recalca la dirigente de ANMUPESCA.
Deportistas: sin contrato y sin seguridad social
“Es una vergüenza que en el siglo XXI estén discutiendo si nos reconocen como profesionales”. La discriminación de las mujeres deportistas es de las más acuciantes. La ley actual --que data de 1990-- no las contempla como “profesionales”. La secretaria general de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMPD), Pilar Calvo, denuncia que no existen contratos para las jugadoras de equipo. ¿Qué significa esto? La relación laboral se establece mediante un contrato mercantil “como de servicios, en los que cabe cualquier cosa, y además eliminan cualquier posibilidad de denunciar”.
No solo no cuentan con derechos laborales sino que “tampoco están dadas de alta en la Seguridad Social, porque no es obligatorio con este tipo de contrato”, explica Calvo, que cuenta que “a veces solo las dan de alta durante el día del partido o la competición”. Lo más abusivo de este tipo de relación laboral es que permite incluir todo tipo de requisitos abusivos. ¿Un ejemplo? “Una cláusula antiembarazo por la que te pueden despedir”, denuncia.
Campeonato de atletismo de mujeres / PXHERE
Brecha salarial
Para las deportistas, hablar de brecha salarial es hablar de su realidad profesional. No es que su remuneración sea inferior a la de sus colegas del sexo masculino, sino que incluso los premios en competición son irrisorios, “eso sí, pagando la misma cuota de inscripción”, señala Calvo. Esta discriminación se justifica con el argumento de que la participación femenina es menor. ¿Una solución? “Sumar el total recaudado y dividirlo entre dos” como ya ha hecho la Federación de Tiro Olímpico.
La secretaria general de AMPD lamenta que apenas se han producido avances, ya que tampoco los reglamentos contemplan la realidad de género. En el caso de la esgrima, explica, se recoge una duración determinada de los descansos. “¿Y si a una mujer en periodo de lactancia le sube la leche? No es un capricho, es una reacción fisiológica”. “Como las normas las hacen los hombres, no contemplan las necesidades de la otra parte”, critica.
Investigación y tecnología, ámbito masculino
Joaquina Álvarez, investigadora del CSIC y presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), explica que el porcentaje de mujeres científicas en España se mantiene desde hace más de una década en el 39%. “Los números aún no se han equilibrado”, denuncia. ¿Por qué sigue siendo un ámbito mayoritariamente masculino? “Creo que tiene que ver con los modelos establecidos, la imagen que se proyecta de la profesión sigue ligada a los varones y hay poca asimilación en la sociedad”, señala.
“Aún se considera que somos mejores para dedicarnos a los cuidados, pero no para la toma de decisiones”, critica la presidenta de AMIT, que recuerda que el acceso libre a la universidad solo tiene 100 años de antigüedad y que por tanto, aún queda mucho por hacer. “La mayor parte de los puestos de alto nivel lo ocupan varones”, por lo que aboga por “sacar a la luz los sesgos que aún existen en la sociedad”.
Profesiones machistas y maltrato de ‘colegas’ y jefes
¿La arquitectura era una profesión machista? “Lo sigue siendo”, sostiene la directora de la Asociación de Mujeres Arquitectas de España (AMAE), Inés Sánchez Madariaga. “Muy pocas se integran en el mercado laboral y muchas menos consiguen progresar. La profesión está muy atomizada, muy precarizada y esta situación afecta más a las mujeres. Además, sigue siendo un sector muy masculino, tanto por lo que respecta a los clientes como a los colegas del sector”, explica.
Aunque no afecta solo a las mujeres, esta arquitecta explica que es una profesión en la que se sufre, a menudo, “acoso laboral y psicológico”. “Es un sector con altos niveles de agresividad en la obra”. Lo que desde fuera no se aprecia es que “al estar mucho dinero en juego --hace referencia al presupuesto de los proyectos-- y existir responsabilidades cruzadas, hay mucha confrontación, y a las mujeres nos cuesta más lidiar con estas situaciones”, sostiene.
Andamios en una obra / PIXABAY
Al contrario de lo que se pueda pensar, la discriminación no se genera en contacto con los trabajadores de la obra, sino con “colegas de profesión y con los jefes”. También los clientes suelen mostrar reticencias a que las responsable del proyecto sea una mujer, “piensan que no tenemos capacidad para liderar un proyecto de gran envergadura”, cuenta esta profesional. Tampoco ayuda “la cultura profesional dañina de estar disponible a todas horas, todos los días. Se piensa que quien no lo está, no tiene vocación”. Una situación que no es exclusiva para las mujeres, pero que “tiene un impacto añadido negativo” para éstas.
Visibilizar a las profesionales
“Reclamamos que el 50% del espacio televisivo y de las radios sea de deporte femenino. Si solo pones fútbol, la gente solo ve fútbol”, apuntan desde la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional, que también reclama obligar a que los premios en torneos sean de la misma cuantía para ambos géneros. En el gremio de la arquitectura, ¿cómo luchar por la integración de la mujer? “La visibilidad y la educación son los caminos. La vida es primero, y la arquitectura es después, eso no quiere decir que uno no tenga vocación”, mantienen desde AMAT.
Desde IBWomen trabajan para dar “visibilidad a las mujeres profesionales”, cuenta su secretaria general María Arribas. ¿Cómo? Impartiendo charlas en escuelas de secundaria y universidades y también talleres formativos. ¿Qué encuentran en las aulas? “Cuando son adolescentes están en un entorno de protección, no son conscientes de la desigualdad que existe. El problema llega cuando se incorporan al mercado laboral”, explica. ¿Por qué? “La conciliación es clave. La verdadera ruptura se produce cuando las mujeres se acercan a una edad”, alerta. No solo por la maternidad, --“se sigue penalizando a la mujer por ser madre”, señala--, que obliga a que tengan que apostar por una reducción de jornada o dejar su puesto de trabajo --también por la brecha salarial--, sino porque tampoco existen ayudas específicas, y los “horarios maratonianos no ayudan a conciliar”.
Remuneración adecuada y flexibilidad horaria
Arribas apunta en la buena dirección: ayudas a las familias y una remuneración adecuada pueden suponer un primer paso para evitar la discriminación de la mujer en la empresa. También instaurar una jornada flexible o apostar por el teletrabajo. “Es una espiral”, razona esta directiva, “si una mujer gana menos que un hombre, será ella la que opte por una reducción de jornada o por abandonar su puesto en caso de tener un hijo”. “Ha de ser una solución compartida entre la empresa, el núcleo familiar y las instituciones”, aboga. ¿Cuáles son las perspectivas de futuro? “Existe mucha sensibilización pero faltan acciones, avanzamos muy lentamente”, señala. “Son palabras bonitas, pero necesitamos cambios. Tenemos que seguir abriendo camino, implicar a la siguiente generación para poder hablar de una verdadera igualdad”, concluye.