“Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, es la definición de feminismo que recoge el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Pero cuando estas mujeres, precursoras del movimiento en España, luchaban por la paridad, esta concepción no estaba extendida y el 8 de marzo estaba aún muy lejos de convertirse en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Hace más de un siglo hablar de derechos y libertades para el género femenino era todavía una utopía, es ahí donde reside el valor de aquellas que, gracias a una posición privilegiada en ocasiones, rompieron con las restricciones de género impuestas en la sociedad. Del acceso a la educación universitaria, a formar parte de un Gobierno por primera vez o eliminar la discriminación jurídica entre hombres y mujeres del Código Civil: diez precursoras de la lucha por la igualdad.

Acceso a la universidad

Cuando el acceso a la Universidad estaba prohibido a las mujeres, Concepción Arenal (1820-1893) decidió vestirse de hombre para asistir a clases de derecho, en 1841. Considerada la "madre del feminismo español", la escritora, periodista y activista se enfrentó a las normas establecidas para luchar por algo que hoy resulta evidente: el acceso del género femenino a la educación superior.

Concepción Arenal / WIKIPEDIA

Concepción Arenal / WIKIPEDIA

Según parece, Arenal fue descubierta bajo su disfraz, y aunque tras comprobar sus conocimientos, el rector dejó que siguiera asistiendo a las clases, solo pudo hacerlo como oyente, y no recibió ningún título. Para poder acudir a tertulias políticas --ya junto a su marido-- volvió a recurrir a la apariencia masculina, al igual que sus artículos y editoriales, que firma bajo un pseudónimo del sexo contrario.

Trabajo “de hombres”

En 1860 recibe un premio por un ensayo que suscribe con el nombre de su hijo Fernando. La Academia de Ciencias Morales y Políticas lo descubre, pero de igual manera le otorga el galardón. Tres años después, Arenal se convierte en la primera mujer en acceder a un “puesto de hombres”: visitadora de cárceles, aunque la acaban echando por defender una reforma del Código Penal.

Su empeño por la igualdad no cesa. Participa en la creación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y publica La mujer del porvenir (1869), obra en la que no solo desmonta los postulados que abogan por la superioridad del hombre en función de criterios biológicos, sino que defiende el libre acceso del sexo femenino a la educación.

Adiós a las cadenas

Aunque estaba en contra del sufragio femenino, Victoria Kent (1889-1987) fue una de las primeras mujeres en obtener un título universitario --derecho por el que luchó Arenal años antes--. Tras licenciarse en derecho, ingresa en el Colegio de Abogados --derecho exclusivo, hasta entonces, del género masculino--.

Artículo sobre el sufragio femenino / BNE

Artículo sobre el sufragio femenino / BNE

También fue fundadora del Lyceum Club Femenino, una organización pionera en la defensa de los derechos de la mujer. Una de sus contribuciones fue crear una de las primeras guarderías en España, la Casa del Niño. En 1931 fue elegida diputada para las Cortes republicanas constituyentes durante la presidencia de Niceto Alcalá Zamora.

Cuado Kent asumió la Dirección General de Prisiones durante la II República, se convirtió en la primera mujer en ostentar un cargo político en el país. ¿Su contribución más significativa durante sus tres años en el cargo? Eliminar el uso de grilletes y cadenas que, tras fundirlos, usó para erigir una estatua en honor a Concepción Arenal.

Sufragio femenino, divorcio y adulterio

Quizás, una de las precursoras del feminismo cuya contribución es más conocida es la de Clara Campoamor (1888-1972), que impulsó el sufragio femenino en 1931. Pero esta no fue su única batalla, también defendió el derecho al divorcio y la derogación del artículo 438 del Código Penal, que permitía al marido matar a su esposa en casos de adulterio.

Artículo de Clara Campoamor / BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA

Artículo de Clara Campoamor / BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA

Sonados fueron sus debates en las Cortes con Kent, que se posicionó en contra de conceder el derecho a voto a las mujeres. Esta última argumentaba que la falta de preparación política y social del género femenino otorgaría la victoria a los partidos conservadores. Finalmente, la Constitución de 1931 reconoció el sufragio femenino, un derecho que pudieron ejercer en las generales de dos años después.

Derechos de la mujer en la literatura

La escritora gallega Rosalía de Castro (1837-1885) dedicó su primera novela La hija del mar a reivindicar los derechos de la mujer. Fue pionera en la defensa de la igualdad en la literatura española, con el que se considera uno de los primeros manifiestos feministas en nuestro país, titulado Lieders, un poema en el que reivindica la libertad y la autonomía del género, que escribió con tan solo 20 años.

La crítica social fue una constante de su obra, de Cantares Gallegos a Follas Novas, libros en los que denuncia la subordinación de la mujer gallega, tanto social como laboral, al hombre.

Corresponsal de guerra

Carmen de Burgos (1867-1932), considerada una pionera del periodismo en España, fue también una de las grandes escritoras de principios de siglo, entre cuyos méritos destacan el de alumbrar un libro, La mujer moderna y sus derechos (1927), que se convirtió en una de primeras obras que Franco vetó a su llegada al poder. Durante su carrera escribió cientos de artículos en medios como ABC, Diario Universal y la Correspondencia de España, siendo también corresponsal de guerra.

Burgos, conocida como Colombine, abrió camino a otras mujeres para lograr el reconocimiento de sus derechos. Valedora del divorcio y del sufragio universal, que defiende junto a la organización Cruzada de Mujeres Españolas en 1921, en la que se considera la primera manifestación de este tipo en las calles de nuestro país.

Catedrática

Emila Pardo Bazán (1851-1921) fue la primera catedrática en nuestro país, pero su mérito no se limita al ámbito de la educación, destaca también su papel como novelista, poetisa, periodista y traductora a la que sus colegas negaron el ingreso en la Real Academia Española (RAE) en varias ocasiones.

La intelectual gallega defendió los derechos de las mujeres no solo a través de sus obras sino al reivindicar la necesidad de su acceso a la educación y, en definitiva, a los mismas oportunidades de las que disfrutaban los hombres. Católica y aristócrata, la autora de Los pazos de Ulloa, considerada la mejor novelista española del siglo XIX, demostró que las mujeres estaban más que capacitadas para ocupar los mismos puestos que los varones, en una época en la que el papel del género femenino se limitaba al cuidado del hogar.

Federica Montseny / RTVE

Federica Montseny / RTVE

La primera ministra en Europa

La militante anarquista Federica Montseny (1905-1994) fue la primera mujer ministra en toda Europa. Periodista, publicista y escritora, en los años 30 comenzó su formación política, y ocupó la cartera de Sanidad durante el Gobierno de Largo Caballero. La prostitución fue uno de sus caballos de batalla, aunque no la prohibió, sí que emprendió una lucha para penalizar a los proxenetas, e incluso a los clientes. Fue la persona que por primera vez en España intentó impulsar una ley para legalizar el aborto, aunque tampoco lo logró. También promovió una campaña para alertar contra los riesgos de las enfermedades venéreas.

Cartel sobre la prostitución / RTVE

Cartel sobre la prostitución de la CNT-FAI / RTVE

Apodada “Miss FAI” --Federación Anarquista Ibérica, brazo armado de los sindicatos de la CNT--, tenía una extraordinaria capacidad de oratoria, pues conseguía llenar hasta la barrera una plaza de toros, y mantener al auditorio pendiente de su discurso de profundas ideas anarquistas.

A la sombra del poeta

Hubo otras precursoras del movimiento feminista que desarrollaron su labor con escaso reconocimiento. Este fue el caso de Zenobia Campubrí (1887-1956), escritora y ensayista, a la sombra del Nobel, Juan Ramón Jiménez, con quien se casó en 1916, y cuyas colaboraciones fueron decisivas en la obra del poeta --ejerció no solo de secretaria, sino de agente literario y también de traductora--.

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Campubrí / EFE

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Campubrí  / EFE

No solo destaca su mente brillante para la literatura, sino que impulsó recaudaciones de fondos destinadas a los niños huérfanos de la Guerra Civil desde Estados Unidos. También ejerció como conferenciante sobre el papel la mujer en la sociedad española y fue profesora en la Universidad de Maryland (EEUU), puesto desde el que difundía la cultura de nuestro país.

Junto a Victoria Kent, formó parte del Lyceim Club Femenino, institución desde la que lucharon por una mayor presencia de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. En 2015 sale a la luz Diario de juventud, una recopilación de relatos y poemas inéditos, que pone de manifiesto su gran valía antes de aparcar su carrera para impulsar la de Juan Ramón.

Diccionario propio

María Moliner (1900-1981) cuestionó a la RAE creando su propio diccionario. Esta licenciada en Historia redactó las directrices del proyecto del Plan de Bibliotecas que está considerado el mejor plan bibliotecario de España.

En 1967 publica la primera edición de su diccionario no normativo, una obra que recoge el uso del idioma que se hace al hablar, que escribió sola y a lápiz, y sobre el que el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez dijo que era "dos veces mejor --además de dos veces más largo--" que el de la Real Academia.

Igualdad en el Código Civil

María Telo (1915-2014) impulsó la reforma del Código Civil para eliminar la discriminación jurídica entre hombres y mujeres. La abogada --primera mujer en obtener una plaza en el Cuerpo Técnico de Administración Civil del Ministerio de Agricultura-- dedicó toda su vida a defender la igualdad de derechos entre ambos géneros.

María Telo / RTVE

María Telo, sujetando un cartel feminista / RTVE

Su gran logro fue conseguir que la mujer no debiese obediencia al marido y pudiese tener bienes propios así como administrarlos. También consiguió que no fuese necesario el permiso del varón para acceder a un empleo, no tantos años atrás, sino en 1975.

“La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”, escribió Arenal hace más de 100 años, y parece que en esa lucha seguimos.