Una incubadora de tiburones del Oceanogràfic de Valencia ha soltado a un centenar de crías de pintarrojas. Una especie de escualo que es común en el Mediterráneo, y no supone ningún riesgo para los seres humanos, ya que se alimentan de pequeños peces y su tamaño no suele superar los sesenta centímetros de longitud.
"Los recién nacidos se analizan para ver si están en buenas condiciones antes de soltarlos en el medio natural. Los lugares de suelta deben ser sitios similares a los que sabemos usaban las hembras para poner huevos en el medio natural, con refugio y alimento", cuenta el biólogo Pablo López en El País.
Huevos recuperados
Los huevos de esta especie de tiburón se recuperan de entre los descartes de los barcos de pesca. Según explica López, la intención al devolver al mar a estos animales es "cerrar un ciclo interrumpido por la acción humana".
"De paso, también obtenemos información sobre la fisiología de tiburones y rayas, de los que hay especies -en especial algunas rayas- que están amenazadas en el Mediterráneo", subraya el biólogo.
Salida comercial
Al igual que sucede con otros peces, estos animales quedan atrapados en las redes de captura, y al no tener salidad comercial, se descartan. Por eso las labores de recuperación de los huevos permiten la conservación de esta especie.
El Oceanogràfic se encarga de recuperar o bien los huevos, o las hembras muertas, que recogen en el puerto, y después de su limpieza y etiquetado, los ubican en acuarios acondicionados para recrear las condiciones del fondo del mar.
Al mar
A principios del pasado febrero, biólogos del Oceanogràfic ya soltaron en mar abierto a una veintena de ejemplares de pintarroja que nacieron de huevos recuperados de descartes de pesqueros.