“Un movimiento para sumar a favor del planeta”. Esa es la intención del plogging, un término que proviene de las palabras jogging --correr en inglés-- y plocka upp --recoger en sueco--, que promueve la recogida de residuos mientras se hace deporte.
Esta iniciativa nació en Suecia en 2017, y ahora ya se ha extendido a más de un centenar de países. Este sábado el movimiento se iniciará en Ibiza. ¿Por qué? Sus impulsores cuentan a Crónica Global que por el “auge del turismo deportivo” en la isla.
Residuos y deporte
“La cantidad de residuos que generamos es ingente”, explica Kris Caro, impulsora del plogging en España. El objetivo de esta iniciativa es que la “población tome conciencia” e incorpore el hábito de cuidar el planeta. “No es un evento deportivo puntual, sino una campaña de sensibilización”, puntualizan.
La recogida tendrá lugar en rutas de senderismo, playas, y en general “en zonas en las que es muy difícil que puedan llegar las administraciones”, en una época en la que “existe un exceso de basura”, sobretodo en localidades con tanta afluencia de turismo como son las Islas Baleares.
Envases y colillas
Los envases de bebidas son los residuos que, por peso, con más frecuencia se encuentran en las playas y en los cascos urbanos. En cuanto a mayor número, son las colillas y los bastoncillos de algodón. ¿Cómo se puede evitar que las personas tiren estos objetos al suelo? Carlos Arribas, responsable de residuos de Ecologistas en Acción, plantea el “sistema de depósito”. ¿En qué consiste? En abonar una cantidad determinada --propone 10 céntimos-- al adquirir una bebida, y una vez terminada, tener que devolver el envase, y recuperar así el dinero.
Colillas en una playa / EFE
Arribas también apunta a la falta de responsabilidad de los productores, que son quienes “ponen el envase en el mercado”, y denuncia que en España no existe obligatoriedad para reciclar ni para separar los residuos en contenedores. Otra opción que ya se ha implantado en otros países de Europa es el sistema de recogida puerta a puerta --que identifica al propietario de los desechos y asegura que éste sea responsable-- o los contenedores personalizados que, a través de una tarjeta, permiten saber la cantidad de residuos que uno genera, y adaptar así tasa de recogida de basura". "Aquí es tarifa plana", critica este ecologista.
Reciclaje
El problema no son solo los desperdicios que generamos --“desde microplásticos; una cantidad enorme, hasta restos de botellas o gente que tira excrementos de perro en bolsas y luego las entierra”, señala Caro-- sino el “triaje”, “lo mal que reciclamos en España, es increíble que se puedan encontrar juguetes en el cubo del papel”, lo que “también supone un peligro para los operarios” de reciclaje, advierte.
Además de separar mal los residuos, desde Ecologistas en Acción explican que el sistema de reciclaje "no es efectivo" ya que en las plantas de tratamiento se recuperan pocos desechos y "sólo el 15% de la población usa el contenedor amarillo", sostiene Arribas, quien defiende que "tocar el bolsillo de la gente es la mejor forma de concienciar".
‘De la cuna a la cuna’
De la cuna a la cuna --Cradle to Cradle-- es un libro que el químico Michael Braungart y el arquitecto William McDonough publicaron en 2002, y que postula una nueva manera de entender el ecologismo. Una obra que propone dar un nuevo uso a productos o materiales que se desechan.
¿Cómo? Si, de manera habitual, la base de la ecología se sostiene sobre las “tres erres”: reducir, reutilizar y reciclar; Braungart y McDonough proponen atajar los problemas de raíz al contemplar todas las fases de producción --desde la extracción de un material, pasando por su reutilización antes de llegar al reciclaje--. ¿Qué se consigue con este enfoque? Ahorra en gasto energético, por ejemplo.
Restos de basura en una playa / EFE
Concienciación
¿Qué se hará con los residuos que se recolecten? Siguiendo los postulados que en 2002 promovieron el químico y el arquitecto, la idea es construir obras de arte con estos materiales, en concreto, crear esculturas para dar “una segunda vida a productos que no son de un solo uso” y aún así se han desechado. Los que no son “aprovechables” van a una planta en que se procesan para su reciclaje.
“Buscamos que las personas tomen conciencia y que lleven su propia bolsa a la calle durante su día a día”, explica Caro. “Lo importante es saber qué planeta queremos dejar a nuestros hijos”. Una iniciativa que pretende extenderse más allá de las Baleares. Desde la organización explican que próximamente trasladarán el plogging a Madrid, y esperan celebrar más recogidas de residuos mientras se hace deporte también en Barcelona, Galicia y Aragón.