El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, ha admitido conocer --como mínimo-- uno de los casos de abusos sexuales perpetrados por parte del monje Andreu Soler. Las declaraciones de Miguel Ángel Hurtado, el primero en destapar los tocamientos que le hizo Andreu Soler cuando tenía 16 años, provocaron que la abadía de Montserrat enviara un comunicado en el que admitía el caso y que el actual abad estaba al tanto desde que asumió el cargo, en el 2000.
Este suceso de abuso a menores se ocultó desde el primer momento. Sin duda, hubiera repercutido de forma muy negativa para una comunidad, la benedictina, que ya ocupaba los titulares de algunos medios de comunicación a causa de un supuesto lobby homosexual.
Monjes homosexuales en Montserrat
En noviembre del 2000 salieron a la luz ciertas noticias en las que se relacionaba la dimisión de los dos abades predecesores de Josep Maria Soler --Cassià Just y Sebastià Bardolet-- con disputas internas entre los monjes benedictinos a propósito de supuestos casos de homosexualidad en la abadía de Montserrat. La versión oficial de la renuncia tanto de Just como de Bardolet señalaban "razones personales". Sin embargo, los medios apuntaban que varios "visitadores" de la Iglesia católica llegados desde Roma habrían detectado "enfrentamientos" en el seno de la comunidad "motivados sobre todo por comportamientos autoritarios y por la existencia de conductas homosexuales en el monasterio".
Las informaciones que recogía, por ejemplo, el diario El País aseguraban que las fuentes procedían de la propia orden benedictina y que, en algunas de las conversaciones que los monjes tuvieron con los visitadores se hizo saber que "se había constituido un lobby rosa convertido en estructura de poder que acaparaba cargos importantes". Era una de las razones por las que los enviados de Roma habrían recomendado los ceses de ambos religiosos. En julio del 2000 Josep Maria Soler ocupó el sillón abacial y, según unas declaraciones publicadas por el mismo diario --aunque sin citar la fuente--, prometió cambiar la dinámica con respecto a las conductas homosexuales. "Creímos que Soler frenaría a este colectivo pero, de momento, no es así. Había dicho que ése era el problema más grave de Montserrat; los conoce muy bien porque ha sido su maestro de novicios".
El abad Soler habla de "montaje"
Josep Maria Soler, recién elegido abad de Montserrat, también hizo su aparición en los medios. La Vanguardia lo entrevistó en la propia abadía para comentar, entre otros temas, las informaciones sobre el supuesto grupo de monjes homosexuales. Soler no dudó en tildarlo de "montaje". Aseguraba que la "palabra homosexualidad incluye muchos matices" y que en las informaciones que habían aparecido, el tema se había planteado con "evidente malicia". La voluntad que vio entonces el abad fue la de "desprestigiar los valores evangélicos de la propia Iglesia como institución" y apuntó como "error" el pensamiento de que las visitas canónicas y los cambios de abades obedecieran a "situaciones críticas".
La abadía de Montserrat
La comunidad benedictina se sintió "herida" por las informaciones publicadas, y "lo más duro" a lo que se enfrentaba el máximo responsable religioso era que "una parte de las versiones de los hechos fue proporcionada desde dentro [de la abadía]". Ante esto, aseguró que el "grave daño" causado "por una minoría muy pequeña" sería manejado por la institución: "Esto lo resolveremos entre nosotros", claudicó. Un comentario que apoyaba el de la fuente no identificada de El País.
Andreu Soler es trasladado
Pero éste no era el único tema difícil de gestionar con el que se había encontrado el abad Soler. Poco después de su nombramiento recibió una carta de la madre de Hurtado en la que le explicaba los abusos cometidos por el hermano Andreu, tal como ha reconocido la abadía de Montserrat en un comunicado que puede leer aquí. Con las informaciones previamente explicadas copando la actualidad del momento y ante un caso tan grave como el de abuso sexual a menores, el abad decidió apartar a Andreu Soler "de toda actividad pastoral y del contacto con jóvenes y lo destinó a la casa dependiente del Miracle".
Asimismo, y aunque el monje acusado "dio siempre una versión diferente de los hechos", el máximo responsable de la congregación comunicó a la familia "su intención de continuar investigando para llegar a conocer toda la verdad". Sin embargo, el comunicado oficial no apuntaba a las pesquisas de esta supuesta investigación hasta que, 16 años después, informó sobre el tema a la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución responsable de estos asuntos en la Santa Sede.
Tampoco lo reconoció en su entrevista en La Vanguardia, que de hecho utilizó para desmentir veladamente las acusaciones, ni durante las casi dos décadas siguientes. Lo atribuyó a campañas para desprestigiar la institución.
Hurtado le acusa de encubrimiento
A pesar de que el abad Soler ha pedido perdón de forma pública en una homilía en Montserrat, Hurtado sigue convencido de que el religioso no está por la labor de esclarecer los hechos. Sus declaraciones, recogidas por El Periódico, no dejan lugar a dudas: "Durante 20 años no lo ha transmitido ni a la policía, ni han hecho investigación canónica, ni han intentado buscar víctimas. Quien encubre los abusos no puede dar ejemplo".
En su opinión, lo que busca el monasterio es esconder la realidad de los hechos; y defiende que la comisión independiente de transparencia que se ha propuesto crear está escogida "a dedo" por el abad. De hecho, uno de los miembros --según fuentes de la abadía-- sería un monje de la congregación que no tendría ni voz ni voto. Pero "¿cómo va a explicar una víctima los abusos ante monjes del monasterio?”, se pregunta Hurtado.