Siempre que se habla de enfermedades importantes para la humanidad se suele hacer referencia a aquellas que son, por lo general, mortales. El cáncer o el sida son las dos más reconocidas y ambas, por el momento, no tienen cura. Sin embargo, hay otras enfermedades degenerativas que tampoco se pueden curar y que cada vez tienen mayor número de afectados en el mundo. Una de las que más preocupa a los médicos de cara al futuro es el párkinson, que duplicó el número de personas que lo padecen entre 1990 y 2015, alcanzando los seis millones, y que podría ser la próxima pandemia de la humanidad.
Un artículo publicado en el Journal of Parkinson’s Disease, refleja que para 2040 se estima que haya en el mundo doce millones de personas que sufran esta patología. El aumento de la esperanza de vida, así como el cambio de hábitos o la creciente e imparable industrialización son algunos de los motivos que apunta el estudio para un crecimiento tan acelerado.
Los efectos de la enfermedad
El doctor James Parkinson estudió los primeros casos en Inglaterra en el año 1817, describiendo la enfermedad como una que todavía no había sido clasificada. Una década después, el párkinson afectaba a 22 personas de los quince millones que habitaban Inglaterra y Gales, número que en 2014 subió hasta los 10.000 con una población de 65 millones. A pesar de ello, el párkinson ha sido considerado como una enfermedad rara, aunque esto podría cambiar en el futuro.
La enfermedad de Parkinson es un tipo de trastorno en el movimiento. Se produce cuando las células nerviosas, las neuronas, no producen suficiente cantidad de dopamina en el cerebro. Aunque los casos suelen ser aislados, hay personas que lo padecen de forma hereditaria. Por lo general, los síntomas escalan su gravedad con el paso del tiempo, empezando por temblores leves en un lado del cuerpo y extendiéndose al resto del mismo. Esto provoca una dependencia de los afectados según el nivel de parkinson que padecen. La enfermedad se asocia a la avanzada edad de las personas, comenzando a los 60 años. Por el momento no existe una cura, pudiendo realizarse una cirugía en el cerebro para atenuar los síntomas.