Cada semana cientos de animales son sacrificados, mueren o son expulsados, voluntaria o involuntariamente de su hábitat natural. La interacción del hombre con la naturaleza no es un asunto inocuo. Tomar conciencia de ello es el primer paso para evolucionar hacia una relación más equilibrada y respetuosa con nuestro entorno y todos sus habitantes. Algo primordial para el progreso de la sociedad y para el futuro de nuestro planeta.
El mundo está lleno de ideas maravillosas, hacerlas realidad es otra historia. Laura Luengo y Eduardo Terrer son dos de esos valientes soñadores que un día, tras una larga trayectoria como activistas por los derechos de los animales, decidieron trasladarse a Madrid y construir allí su peculiar Arca de Noé. El santuario para animales de granja Wings of Heart. Una arriesgada tarea que comenzó su andadura en 2011.
Wings of heart
Situada en la Sierra Oeste, a unos 40 km de la capital, esta organización sin ánimo de lucro, recupera y acoge animales que por algún motivo han sido desahuciados. Dan cobijo a animales abandonados, maltratados, atropellados o que nacen con algún tipo de deformación que los incapacita para desempeñar la función que les ha sido asignada.
Benjamín, Hansel, Gretel y Martín / Santuario Wings of Heart
El último en llegar a la familia ha sido Rob, una cría de cabrito, nacido en una granja de Cáceres con una deformidad en las patas delanteras. Su futuro no era precisamente halagüeño. Por suerte, la sobrina de los dueños lo rescató y así pudo comenzar una nueva vida en el santuario. A través de las redes sociales se hizo un llamamiento para comprarle un carrito que a modo de prótesis permitiera a este pequeño moverse con autonomía. Laura comenta emocionada que cuando lo probó "se puso muy contento, corría y está muy agradecido. Es puro amor y es muy feliz".
Rob / Santuario Wings of Heart
Un refugio de lo más variado
Rob es el último, pero hay una historia detrás de cada uno de ellos. Pablo es un simpático corderito que el pasado año fue abandonado y tras ser recogido por la policía vive ahora en el refugio. A Oca y Parchís las encontró una joven pareja en el centro de Madrid, cómo llegaron allí, es todo un misterio. Eneko, un mestizo de cerdo y jabalí, estaba destinado a ser vendido como sparring para cazadores. Afortunadamente y gracias a la labor de una activista, ahora corretea en libertad. Natas es una noble yegua que se salvó tras años de ser explotada para la cría. Marius malvivía en una finca de Huelva que, tras una denuncia del Seprona, empezó una nueva vida en Wings of Heart. Gretel, Paco, Milagros, Manu, Yeti, Galicia, Fermín, Rita, Agustín, Luvi, Carmen, Silvia, Benjamín… Más de 300 animales entre vacas, toros, burros, cerdos, cabras, aves, caballos… Todos sin excepción tienen nombre. "Es el primer paso para ser reconocidos como seres y no como carne. Cada uno tiene su personalidad, es único y uno más en la familia". Una gran familia.
Laura y Carmen en el Santurario Wings of Heart / AITOR GARMENDIA
El santuario se nutre de las aportaciones de los socios y de los ingresos que les proporcionan los talleres y actividades que realizan. Así mismo todos se pueden apadrinar. Su supervivencia no sería posible sin veterinarios, voluntarios y trabajadores. A través de su página web pueden conocer la historia de cada uno de ellos, y sus redes sociales son un escaparate de su día a día, no siempre fácil. Quizás sea la manera de despertar conciencias. "Todos tenemos empatía pero en ocasiones está muy escondida. Nosotros intentamos recuperarla a través de sus historias", nos cuenta Laura. Un bello propósito.
Kuna Ibérica
Un sábado por la noche, cuando el centro Kuna Ibérica iba a cerrar sus puertas, encontraron una caja de cartón. En su interior había un ejemplar, de apenas un año, de águila imperial ibérica. Una especie protegida en nuestro país. Una lesión mal curada en un ala y la certeza de que se trataba de un ejemplar troquelado le habrían impedido regresar a su hábitat natural. "Tras ponerlo en conocimiento del CRAS (Centro de Recuperación de Animales Salvajes) y una vez realizados los trámites para conseguir su tutela, pasó a formar parte de Kuna Ibérica", nos cuenta Isaac Navarro, su director.
Buitre / Kuna Ibérica
"Este centro es un espacio de recuperación y rehabilitación de fauna salvaje. Animales electrocutados, abandonados, víctimas de atropellos o de malogrados tratamientos veterinarios, que han sobrevivido pero que no pueden volver a su hábitat natural, se les da entonces aquí una segunda oportunidad", explica Navarro. Sus residentes más mediáticas son, quizás, las famosas tortugas de Atocha, trescientas más o menos, rescatadas del estanque de la estación donde eran impunemente abandonadas.
Equipo multidisciplinar
Un equipo de profesionales, entre veterinarios, biólogos y voluntarios, se encarga del mantenimiento de las instalaciones y del cuidado de los cerca de 700 habitantes (tortugas incluidas) de esta reserva: un lobo ibérico, ciervos, muflones, milanos negros, búhos reales, buitres leonados, halcones, zorros… Pero su objetivo no acaba aquí, es más ambicioso. Mediante la realización de cursos, talleres o visitas de las escuelas, ejercen una labor de concienciación ambiental y del cuidado y respeto a los animales. Una tarea muy necesaria y que, precisamente en estas fechas, resulta indispensable.
Cervatillo / Kuna Ibérica
Durante la Navidad, un tiempo para celebrar y para regalar, en muchas ocasiones se ofrecen mascotas como presentes. Animales que, en ocasiones, al cabo de unos pocos meses acaban siendo abandonados. Una reflexión que nos transmite Isaac y que debería preocuparnos a todos.
Decía Víctor Hugo que "primero fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre. Ahora es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza y los animales". Una titánica labor. No sería una mala idea incluirla en la lista de propósitos para el año que empieza. ¿No les parece?