El puente del 6 de diciembre supone, para muchos, el pistoletazo de salida para las compras navideñas. Según un estudio de la consultora Deloitte de 2018, la primera quincena del mes de diciembre se mantiene como el periodo de mayor actividad para el gasto de la festividad. En concreto, el 30,1% de las compras se realizan durante este período, pese a perder una parte de la cuota a favor del mes de noviembre, debido a la campaña del Black Friday.
Con el fin de potenciar el consumo y generar un atractivo turístico, varios ayuntamientos españoles han puesto en marcha ambiciosos planes de promoción de sus respectivas ciudades durante la campaña navideña. Uno de los casos más sonados ha sido el de Vigo, que este año ha colocado un gran árbol de 32 metros de altura en la Porta do Sol y nueve millones de luces navideñas para decorar la ciudad gallega. Su alcalde, Abel Caballero, afirma que el gasto de los visitantes más la ocupación hotelera han supuesto unos ingresos tres veces superiores al coste de las luces en sólo un fin de semana.
"Pobre" iluminación en Barcelona
Una política que contrasta con la del Ayuntamiento de Barcelona, que no muestra ningún interés por promover la Navidad en la ciudad. Comerciantes y transeúntes lamentan la “pobre” iluminación de las calles de la Ciudad Condal, una carencia que se arrastra desde hace varios años. A la continuada falta de iluminación de algunas calles importantes como Balmes –segundo año consecutivo sin luces navideñas--, este 2018 se suma la oscuridad de la avenida Diagonal, que tampoco tendrá luminarias tras la quiebra de la empresa de iluminación que se encargaba de la instalación de las bombillas.
Los principales afectados –comercios y restaurantes—ya eran conscientes que este año no tendrían luces de Navidad, pero vecinos y visitantes se han visto sorprendidos estos días al contemplar la tristeza de esta importante arteria de la ciudad. Adolfo, un estudiante que vive con sus padres en la Diagonal, se muestra indignado ante el estado poco navideño de la avenida: “El fin de semana pasado fui a Madrid con mi novia y rápidamente nos dimos cuenta del contraste con Barcelona. No tenía nada que ver. Ahí se palpa el ambiente navideño, mientras que en Barcelona la fiesta da pena. Casi no se nota la diferencia con otras épocas del año. Cuatro luces feas y cutres por el centro y poco más. De verdad que parecen las típicas que venden en los chinos”, lamenta el joven, visiblemente cabreado.
Cuestión ideológica
Más allá de la Diagonal, las únicas calles donde el consistorio sufraga todos los gastos son Gran Vía, Aragó, y Paral·lel, dado que no hay suficientes establecimientos comerciales en estas zonas como para hacerse cargo de los costes. En el resto de vías, el ayuntamiento financia una parte de las mismas. Una aportación insuficiente, según denuncian los pequeños comercios, ya que cada vez hay menos establecimientos dispuestos a contribuir en el encendido de las calles. Esto se debe a dos factores, apuntan desde Barcelona Oberta, entidad que agrupa los principales ejes comerciales de la ciudad. Por un lado, este ha sido un mal año para muchos comercios, por lo que no pueden pagar; y por otro, el hecho de que las grandes multinacionales no quieran participar en la iluminación de sus calles, ya que optan por otras estrategias comerciales. Así, “Barcelona se está quedando a la cola” a la hora de fomentar la Navidad, asegura Nuria Aparicio, gerente de Barcelona Oberta. Según ella, “Barcelona ya es de por sí una ciudad oscura y mal iluminada durante todo el año”, por lo que el esfuerzo debería ser mayor. “La Navidad requiere alegría”, afirma, un hecho que con la actual alcaldesa no se está produciendo.
Preguntada por las causas, apunta a que “se trata de un tema puramente ideológico”. Desde Barcelona Oberta reclaman una mayor innovación como se está dando en otras ciudades como Vigo o Málaga, “que están siendo pioneras” en este campo. También solicitan mayores acciones al gobierno municipal, como un “gran acto central de Navidad” para animar las compras durante esta época del año.
El 'grinch' de Barcelona
Pero el conflicto no se limita únicamente a las luminarias callejeras. El consistorio tampoco ha apoyado otras iniciativas navideñas, como la pista de hielo que se instalaba en plaza Catalunya, que el equipo de gobierno de Ada Colau decidió suprimir en 2016 porque no respetaba el medio ambiente ni era económicamente viable. Ante la falta de iniciativas públicas, el atractivo navideño se ha desplazado hacia el sector privado. En las redes sociales, turistas y barceloneses comparten fotografías de la Casa Batlló o la Pedrera, que llevan años llamando la atención de todo aquél que transita por paseo de Gràcia. También el Hotel Majestic, El Corte Inglés y otros establecimientos consiguen levantar la mirada de niños y adultos, que se muestran indiferentes ante las discretas luces de las calles de la ciudad.
La alcaldesa también ha sido criticada por el pesebre que se instala en la plaça de Sant Jaume, donde en los últimos años se ha optado por adaptarlo al laicismo y restarle su contenido tradicional, según denuncia el grupo del Partido Popular en el ayuntamiento, uno de los más beligerantes en esta cuestión. Esto ha llevado a que el presidente de los populares, Alberto Fernández, llegara a calificar a la alcaldesa como el grinch de Barcelona. “Colau, tan amiga de lo laico, es el grinch de Barcelona que arruina la Navidad a los barceloneses” afirmó en rueda de prensa. “Si Colau no quiere celebrar la Navidad que no lo haga, pero que no insulte con estas propuestas, menospreciando a muchos barceloneses que quieren celebrarla”, añadió el edil.
En su lugar, propuso “una ciudad con más luz, que debe conciliar tradición y modernidad, pero no por ello debe olvidar sus raíces. Ni un pesebre puede ser laico, ni la cabalgata republicana, excluyendo a los Reyes Magos. Es necesario que la iluminación forme parte de este contexto navideño como hacen el resto de ciudades del mundo”, remachó el dirigente popular.