Desde este jueves 1 de noviembre la aerolínea irlandesa Ryanair y la húngara Wizz Air ponen en marcha su nueva política sobre equipaje de mano que supone que los clientes tengan que decidir si quieren pagar por su maleta. Las compañías no permitirán viajar gratuitamente a sus viajeros con la clásica maleta de medidas comprendidas entre los 55x40x20 centímetros. Solo dejarán acceder al avión con un bulto pequeño, bolso o mochila de 25x40x20 centímetros. Si los clientes quieren volar con otro tipo de equipaje deberán pagar entre 6 y 10 euros.
La nueva medida se ha tomado con la excusa de eliminar las colas a la hora de embarque y así lograr ganar en puntualidad. Según Ryanair, sólo se pretende “reducir los retrasos y no ganar más dinero”. Sin embargo, en el último semestre fiscal que comprende el período de abril hasta septiembre, la aerolínea más popular entre los viajeros aumentó un 8% sus ingresos respecto al mismo período del ejercicio anterior. Esta subida se debe, en parte, a un incremento del 27% de la facturación por este tipo de servicios complementarios.
Opciones insuficientes
La compañía diseña diversas opciones a sus pasajeros. La primera conlleva facturar una maleta de hasta diez kilogramos por 8 euros. Esta cifra varía si se adquiere después del momento de la reserva ya que pasaría a costar 10 euros. Los clientes también podrán adquirir el servicio de embarque prioritario, Priority, al hacer la reserva del vuelo por un coste de seis euros o hasta 30 mintuos antes de la salida programada del vuelo por 8 euros.
Información sobre los nuevos costes del equipaje en Ryanair / EUROPA PRESS
Esta nueva categoría, Priority, permite que los clientes no tengan que hacer cola ya que podrán entrar antes al avión aunque solo la mitad del avión puede adquirir este servicio. La compañía irlandesa ha recordado que este servicio tiene un límite de 95 plazas.
Un plan tibio
El ministro de Fomento José Luis Ábalos aseguró que su ministerio se reuniría con los responsables de la aerolínea para conocer esta medida que fue anunciada hace más de dos meses. El representante del Ejecutivo explicaba que esta medida necesitaba ser estudiada ya que el cobro de equipaje es una cuestión regulada tanto a nivel europeo como por la propia legislación nacional. Kenny Jacbos, director de marketing de la aerolínea irlandesa, aseguraba en una vista a España que había mantenido conversaciones con el Gobierno y Aena. Jacobs explicó los motivos del cambio de política anunciando que seguiría con su plan de cobro por equipaje de mano.
Italia ya ha dado el toque a las compañías. La autoridad encargada informó el pasado miércoles que no permitirá a Ryanair y Wizz Air cobrar a sus clientes un suplemento por el equipaje de mano en cabina. Considera que el sobrecoste debería estar contemplado en la tarifa estándar porque al aplicarlo posteriormente se trata de "una representación falsa del precio real del billete" y "no permite la comparación real con las tarifas de las demás compañías".
Ryanair, mediática
Aunque la iniciativa tiene como eslogan mejorar la puntualidad y calidad en los servicios, la nueva medida impulsará los ingresos por estos servicios en un período no muy esperanzador para la compañía. Tras una caída de sus beneficios del 7% en su primer semestre fiscal y un recorte a la baja del 12% en sus previsiones de beneficios para este año. Además, la imagen de la compañía no ha estado exenta de vaivenes mediáticos. El pasado septiembre contaba con una huelga de tripulantes de cabina (TCP) en la que fueron cancelados un total de 158 vuelos en toda Europa para mitigar los efectos de la jornada reivindicativa. De ellos, 64 tenían destino u origen en España siendo Comunidad Valenciana y las Islas Baleares las comunidades más afectadas.
Los sindicatos USOC y SITCPLA convocaron la huelga en el aeropuerto del Prat para exigir a Ryanair “la aplicación de la legislación de país en las relaciones laborales”. Los sindicatos explicaban que tras reunirse con la compañía, ésta hacía caso omiso a las declaraciones de la UE y se resistía a cumplir con la legislación comunitaria y de cada país. Tras la huelga la compañía era de nuevo objeto de conversaciones al ser acusada de un trato nefasto hacia los trabajadores y pasajeros durante el paro. Las críticas hacían referencia a una serie de correos electrónicos en los que Ryanair pedía disculpas por “las molestias por la cancelación del vuelo XX, debido a un ataque de la tripulación que está completamente fuera de nuestro control”.