La depresión es una de las enfermedades menos comprendidas y que menos tolerancia generan en la sociedad. El tabú de que es "por qué uno quiere" sigue muy vivo, y son pocos los que no entienden que se trata de una enfermedad tan fisiológica como cualquier otra.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que “es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana”. Por esta razón puede llegar a convertirse en un problema serio de salud, sobre todo cuando hablamos de depresiones de larga duración e intensidad de moderada a grave.
Alterar las relaciones familiares
En los casos de gravedad, puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. Y no es baladí. Se trata de un trastorno mental que afecta a más de 300 millones en el mundo. Y, pese a ello, más de la mitad de los afectados en el mundo no recibe el tratamiento necesario (esa cifra aumenta al 90% en algunos países).
El principal escollo que tienen esas personas que no reciben el tratamiento adecuado casi siempre es el mismo: la falta de recursos y de personal sanitario capacitado para tal hecho. Además de los estigmas sobre los trastornos mentales que todavía persisten.
Episodios maníacos
No todas las depresiones son iguales. Los episodios depresivos pueden llegar a clasificarse en leves, moderados o graves. Incluso hay que distinguir entre los que tienen antecedentes de episodios maníacos. Ambos tipos de depresión pueden ser crónicas y recidivantes, especialmente si no se tratan.
De esta forma, el denominado trastorno depresivo recurrente tiene como característica la repetición de los episodios de depresión. Muchas de estas personas también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración, entre otros.
Trastorno afectivo bipolar
Mientras que las personas con episodios depresivos leves pueden llegar a tener alguna dificultad para seguir con sus actividades laborales y sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente; durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el paciente pueda mantener sus actividades sociales, laborales o domésticas si no es con grandes limitaciones.
Por lo que se refiere al trastorno afectivo bipolar, sus características principales es que se reflejan en episodios maníacos y depresivos separados por intervalos en los que el estado de ánimo es normal. Estos episodios cursan con un estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea, autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir.
¿Cómo tratarlo?
Ante todo, hay que ponerse en contacto con los profesionales sanitarios, que son quiénes deben decidir el grado de depresión que el paciente sufre o, incluso, descartarla.
Una vez diagnosticada, sin embargo, no hay que tener miedo a tomar medicamentos antidepresivos si es necesario. Se trata de fármacos que hay que tratarlos con cautela y no se deben utilizar para tratar la depresión en niños ni como tratamiento de primera línea en adolescentes.