El aceite de coco es desde hace tiempo un producto de moda que ha encontrado su hueco en las tiendas naturistas y que ha sido muy bien valorado por famosos y celebrities como un alimento saludable y beneficioso. Sin embargo, ahora, Karin Michels, una investigadora y epidemióloga de la Universidad de Harvard, ha desmentido estas falsas teorías sobre el aceite de coco, sentenciando que es “uno de los peores alimentos que se pueden comer”, a lo que añade que ingerirlo puede ser equivalente a comer “veneno puro”.

La razón por la que este tipo de aceite es tan perjudicial se basa en su alto contenido en grasas saturadas, responsables entre otras cosas, de aumentar el colesterol y, por tanto, de incrementar el riesgo a sufrir enfermedades cardiovasculares. Tal es la proporción de grasa saturada contenida en estos aceites, que el porcentaje llega a sobrepasar el 80%, lo que en equivalencia supone más del doble de grasa saturada que podemos encontrar en otros alimentos catalogados como insanos, como por ejemplo, la manteca de cerdo o el tocino.

Un debate abierto

El alto contenido de grasas saturadas y su vinculación directa con enfermedades cardiovasculares hace del aceite de coco un alimento que conviene controlar. Sin embargo, existen posturas muy diferentes de acuerdo a este producto, en gran parte fomentadas por empresas y marcas naturistas que han visto en el auge de este aceite una oportunidad de mercado que ha calado en el estilo de vida healthy.

El principal motivo de debate se basa en que los hay que defienden que el consumo de aceite no tiene por qué incidir directamente en el “colesterol malo”, asociado al bloqueo de las arterias y a un mayor riesgo de enfermedades del corazón, sino que por el contrario puede influir en aumentar el “colesterol bueno”, causado por la presencia de la lipoproteína de alta densidad –las HDL–. Este  tiene un efecto contrario: evitan el bloqueo de las arterias porque ayudan a eliminar el colesterol malo, transportándolo al hígado para su excreción.