Son muchos los que añoran la Barcelona canalla de los años ochenta. Pero pocos los que vivían en aquel barrio chino, epicentro de la prostitución, las drogas y la delincuencia. Tres décadas después, la ciudad experimenta una regresión en materia de seguridad y convivencia con el problema de los narcopisos del Raval como principal exponente, pero extensiva a otros barrios como Sants, Nou Barris, Sant Andreu y Sant Martí.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acaba de reactivar su plan de barrios, que ya presentó hace un año pero que todavía no tiene efectos prácticos, ante las críticas de la oposición municipal. No hay otro tema que genere más consenso entre PSC, PP, Demòcrates, Ciudadanos y ERC: la solución es transversal, pero sobre todo policial. Pero los comunes no quieren oír hablar de “medidas represivas”.
Gentrificación
El mismo día en el que Colau tiraba de nuevo de su proyecto estrella, la portavoz del PSC Barcelona, Carmen Andrés, advertía de que la dejadez de la alcaldesa está haciendo “retroceder la ciudad a la situación preolímpica”. Se refiere a los problemas de explotación sexual y drogas existente en los ochenta en aquel barrio chino, polo de atracción nocturno que inspiraba a escritores y diletantes.
Índice de Consumo Problemático de Drogas en Barcelona / CG
Una vez satisfecha la curiosidad, el visitante regresaba a sus casas, pero los vecinos del Raval se quedaban. O lo intentaban, porque, en aquellos años, la gentrificación se abrió paso en ese barrio, sometido a una profunda reforma urbanística. Y también a la especulación inmobiliaria, que incluso dio lugar a un proceso judicial contra la empresa municipal Procivesa (Promoció Ciutat Vella) por supuesto fraude.
En efecto, Barcelona necesitaba un lavado de cara ante la inminente celebración de los Juegos Olímpicos de 1992. Ahora, los vecinos del Raval también sufren y denuncian el deterioro de su barrio y el acoso inmobiliario. Asimismo, la indiferencia demostrada por los gobiernos de Jordi Pujol ante los problemas de la Barcelona socialista, considerada como un contrapoder, se repite ahora entre los comunes y un gobierno independentista, bloqueado, eso sí, debido a la aplicación del artículo 155 y las peleas por la investidura de Carles Puigdemont.
Una calle del barrio el Raval frecuentada en los últimos meses por narcos
Ya en los ochenta existían narcopisos en esa zona. Han vuelto y se extienden a otros barrios donde hay pisos desocupados. “He visto personalmente cómo en el barrio del Raval una mujer actuaba como escudo humano para evitar que un piso volviera a ser okupado tras un desalojo”, explica la líder municipal de Ciudadanos, Carina Mejías. Recuerda que “el gobierno de Colau, que supuestamente venía a erradicar la pobreza, la está cronificando”.
Más policía
Por su parte, el presidente del grupo municipal del PP, Alberto Fernández, ha instado en repetidas ocasiones al gobierno de los comunes que "promueva un plan de choque contundente" junto con la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra. Este refuerzo policial también ha sido reclamado por el líder de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, Alfred Bosch, mientras que la concejal del PDeCAT en la ciudad, Mercè Homs, sostiene que la "inacción e inoperancia" del equipo de Colau han enquistado problemas, creado nuevos y agudizado otros ya existentes, entre los que ha citado los narcopisos.
Según los datos recopilados por el PSC, el consumo de opiáceos y de heroína –la droga de moda en los ochenta— en la ciudad es estable respecto al número de jeringas recogidas en el espacio público mediante el Programa de Intercambio de Jeringas, aunque hay un repunte en el Raval. Aunque el consumo de heroína es similar a años anteriores, el fenómeno de los narcopisos ha provocado una concentración de la oferta.
Datos del Ministerio del Interior (enero-junio de 2017)
En cuanto a la delincuencia, los datos del Ministerio del Interior correspondientes al primer semestre del 2017 registraban un aumento del 5% de las infracciones penales respecto al mismo período del 2016. El crecimiento fue especialmente notable en los casos de tráfico de drogas (35%), sustracciones de vehículos (18,4%), robos con violencia e intimidación (7,1%) y hurtos (6,8%). Se trata de delitos considerados menos graves, pero que aumentan la percepción de inseguridad entre los ciudadanos.
Hay discrepancias entre Mossos d’Esquadra y ayuntamiento respecto a la alta concentración de delincuencia en Ciutat Vella. Mientras que la policía autonómica afirma que en este distrito hay 40 delitos por cada 100 habitantes, el consistorio lo niega, apela a la población fluctuante –turismo— y afirma que esa zona tiene las tasas más bajas de toda Cataluña.