El Club de los Presidentes subastaba un almuerzo con Boris Johnson, exalcalde de Londres y ministro de Exteriores británico / EFE

El Club de los Presidentes subastaba un almuerzo con Boris Johnson, exalcalde de Londres y ministro de Exteriores británico / EFE

Vida

Escándalo sexual en el President's Club

Sus señorías se abalanzan sobre las camareras de una gala benéfica en un club inglés. Han caído dos miembros del gabinete May y se busca a un tercero

28 enero, 2018 11:57

A la cena del Club de los Presidentes en el hotel Dorchester de la City sólo faltó Puigdemont. Gran follón. 360 bípedos del género masculino, flor y nata de la alta sociedad británica, servidos por 130 mujeres contratadas para la ocasión en calidad de camareras. La ocasión era una cena con fines filantrópicos en la que se subastaban un té con Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, y un almuerzo con Boris Johnson, el ministro de Exteriores. Escándalo mayúsculo, pero no porque Boris o el gobernador se alquilen para que les coman la oreja. El tráfico de influencias está consentido en el Reino Unido.

La minuta de la benéfica tenida arrancaba con caviar a cucharones y salmón ahumado a tajas para dar paso al corte de vaca de larga maduración. De libar, Dom Pérignon. Así es que nada de chorradas, sino los clásicos que nunca fallan, huevas de esturión y chuletón. Los paladares más refinados echaron en falta la langosta cocida viva y el hígado de oca abusada, pero es que ni siquiera el Presidents Club se libra de la creciente influencia del animalismo. 

El menú tampoco fue lo que causó conmoción, sino el inoportuno comportamiento de lores y sires con el servicio denunciado por la periodista del Financial Times Madison Marriage. Madison se infiltró en el hotel en calidad de camarera contratada por la organización. Debía llevar ropa interior negra y vestido corto del mismo color, un sugerente uniforme de objeto sexual que no presagiaba nada bueno.

Como era de prever, a la rijosa concurrencia no hacía más que írsele la mano a los traseros de las sufridas camareras hasta que se les empezó a ir la lengua con proposiciones deshonestas. El testimonio de unas mujeres acosadas refiere que un sujeto le mostró el miembro. Las sospechas se centran en un alto cargo del gabinete de Theresa May cuya pija es una de las más famosas del país.

A consecuencia de la primera plana del Financial Times, el club ha cerrado, el hotel dice que no sabía y no tenía nada que ver, han dimitido dos miembros del gobierno y se busca a un tercero.

La institución del club inglés ha quedado seriamente dañada. No se debate sobre su pertinaz negativa a admitir mujeres porque el último sitio al que quisiera pertenecer una mujer inglés es un club de hombres. Está en cuestión la propia existencia de esos antros, vertederos de testosterona clasistas, racistas, xenófobos y machistas, sustantivos residuos del pasado, pero activas entidades de notoria influencia en la vida inglesa. Nada que ver con el Círculo Ecuestre ni con la sociedad gastronómica Gaztelubide.

Esta semana han entrado en la lista de Weinstein junto a un puñado de directivos de la City el mago David Copperfield, el director de cine alemán Dieter Wedel, Casey Affleck y James Franco, que ha sido purgado de la Hollywood cover de Vanity Fair firmada por Annie Leibovitz y groseramente tuenada.